El Periódico - Castellano

JORDI ROURA

-

«Ansu tiene algo que ni se compra ni se entrena: calidad. Puede estar 60 minutos sin tocarla y, de pronto, ¡gol!»

«Balde nos tomaba el pelo. Teníamos que apretarle, pues siempre creíamos que podía jugar mucho mejor»

«Un día organizamo­s un partido de prebenjami­nes, bueno, había de todo, porque todos eran muy niños, aunque las edades oscilaban entre los 7 y 8 años», cuenta Roura. «Y uno de los objetivos de ese encuentro fue ver a un tal Lamine Yamal, que jugaba en La Torreta. Era un zurdito pícaro, muy hábil, rápido, que estaba creciendo, claro, y que, como decimos entre nosotros, hacía cosas diferentes. Pero quien te diga que a esa edad, ¡boom!, ¡zas!, ya descubres al crack que será ese niño, ese párvulo, nunca te lo creas, miente. A esa edad no ves nada, intuyes poco y todo es cosa de fe. Con Yamal no hubo un flechazo, pero hacía cosas por las que valía la pena quedárselo, vaya que sí».

«Ansu ya estaba en el club cuando nosotros adquirimos responsabi­lidades en el fútbol formativo», recuerda Roura, al que le duele el alma, como a Altimira, cuando recuerda la serie de lesiones que ha sufrido el niño prodigio del Barça. Ellos aún confían «y mucho» en que Ansu vuelva a ser el de antes. ¿Por qué? «Porque Ansu tiene algo que no se entrena, que no se compra, que se tiene o no se tiene y es estar 60 minutos sin tocar la pelota y, de pronto, toca dos y son dos goles. Tiene tantísima calidad que en eso sigue siendo, creo, prodigioso».

Cuando se sientan juntos en la tribuna y ven a Eric García, otro de sus elegidos, lamentan tener que haberse desprendid­o de él a los 16 años, momento en que debe tomarse la primera decisión con los jóvenes. Pero les compensa disfrutar del desequilib­rio, la velocidad, la zancada, la verticalid­ad, el desparpajo y la potencia ofensiva de Balde. «Recuerdo -explica Altimiraqu­e cuando veíamos a Balde jugar en la categorías inferiores, Jordi (Roura) siempre llegaba al vestuario después de un partido y me decía: ‘Aureli, este pájaro nos toma el pelo, este tío no juega ni la mitad de lo que sabe jugar, a este tenemos que apretarle, es cien veces mejor de lo que vemos’. Y Jordi tenía razón. Cuando se produjo el clic físico apareció este portentoso Balde».

No pasaba lo mismo con Nico González, otro de los ídolos de esta pareja. Ellos, desde la tribuna, desde su asiento de observador­es, verían con buenos ojos que Nico regresase este verano, porque lo tiene todo para ser un centrocamp­ista con autoridad. «Si alguien es Barça, ese es Nico González», señala Roura, al que se le cae la baba cuando ve el fútbol («porque tiene mucho fútbol») de Gavi, al que fichó procedente del Betis cuando tenía 9 años y por el que, dicen, solo pagó 10.000 euros. Eso sí convencer al club, al padre y al representa­nte, como los convenció Roura, no se paga con dinero.

Juntos al Camp Nou

El excel es interminab­le. Los creadores de la quinta de Ansu pueden hablar de Ilaix Moriba, «un portento físico, brutal, diferente sobre el césped», del ahora reclamado y adorado Xavi Simons «al que, llegados los fatídicos 16 años, no lo pudimos retener», del japonés Take Kubo, ahora brillando en la poderosa y preciosa Real Sociedad, «del que nos tuvimos que desprender por la sanción FIFA» o de Riqui Puig, al que nadie quería cuando, a los 16 años, había que firmarle ya su primer contrato profesiona­l y Roura dijo este chaval se queda porque tiene algo, es diferente. Se quedó y aunque nunca llegó a triunfar en el Camp Nou, ahí está siendo una de las estrellas del soccer, porque el mundo no se acaba en el Barça.

Ellos se siguen viendo, siguen desayunand­o, comiendo, cenando y acudiendo al Camp Nou juntos. Viven otra felicidad. Todos los títulos del Barça tienen algo, mucho, de La Masia. El que el Barça celebrará muy pronto tiene mucho, mucho, de Roura y Altimira, dos que fueron despedidos sin explicació­n alguna. Como tantas otras decisiones (despidos y adioses) que se han producido en los últimos dos años.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain