El Periódico - Castellano

Alcaraz reconquist­a Madrid ante un respondón Struff

- DANIEL GÓMEZ ALONSO

Cayó rendido Carlos Alcaraz sobre la arcilla de la Caja Mágica y, a la vez, suspiró de alivio. Eran muchos los que pensaban que la final del Mutua Madrid Open iba a ser un paseo para el murciano, pero nada de eso. Jan Lennard Struff, protagonis­ta de un cuento de hadas tras llegar a la primera final de Masters 1.000 de su carrera tras ser eliminado en la fase previa y posteriorm­ente repescado, no estaba ahí por casualidad. Y lo demostró, haciéndole sufrir y desesperán­dole por momentos, como ya hizo en el pasado, pero acabó claudicand­o en un tenso tercer parcial (6-4, 3-6 y 63 en 2 horas y 25 minutos) en el que el dueño del tenis conquistó por segunda vez el torneo de casa.

«He disfrutado más que de lo que he sufrido, pero es verdad que he tenido momentos de mucho sufrimient­o. Al final, intentas pasarlo bien, pero las piernas te pesan, los nervios entran en juego y es difícil a pesar de que quieres jugar bien. Hay que estar ahí todo el rato», confesó el tenista de El Palmar tras solventar, con apuros, la papeleta ante el número 65 del mundo.

«Jan es muy agresivo, sabía que me iban a venir bombas y había que estar preparado. Hoy ha tocado ser menos agresivo que él, pero trato de enfocarme en mí mismo y en mi nivel, en los momentos clave creo que es lo que he hecho. La magia me sale de dentro», reflexionó el murciano.

Son ya cuatro los Masters 1.000 que acumula en su palmarés. Los mismos que consiguió Juan Carlos Ferrero, su entrenador, en toda su carrera. Ya es el segundo español con más victorias en los torneos del segundo rango de importanci­a, aún lejos de los 36 de

Rafa Nadal. Tiempo al tiempo.

Este, quizá, ha sido el más raro de todos. Con días de sufrimient­o, como el del estreno ante Ruusuvuori o el del cierre ante Struff, y con un camino vacío de rivales de renombre. Sin excesiva brillantez, pero manejando la presión de ser el indudable favorito en el camino hacía su segunda corona consecutiv­a en la capital española, algo que solo había logrado Rafa Nadal en 2013 y 2014. Es también el primero en lograr el doblete BarcelonaM­adrid dos años seguidos. En esos parámetros se mueve Alcaraz, que a sus 20 años recién cumplidos devora los registros como hacían los elegidos, y maneja las situacione­s de peligro como ellos.

Pista abarrotada

El gigantón alemán, dispuesto a dar un disgusto a las 12.500 personas que abarrotaba­n la Caja Mágica, llevó la cita al límite. Y eso que empiezó nervioso, cediendo su saque con dos dobles faltas. Un espejismo. Pronto recuperó terreno a base de estacazos y de un juego agresivo, subiendo mucho a la red. Con 3-3, otra doble falta del alemán le hizo enredarse de nuevo y Alcaraz rompió para enfilar el primer parcial.

Struff activó el modo bombardero en el inicio del segundo parcial, y en un visto y no visto se puso 3-0. Mantuvo la ventaja y llevó la final a la tercera manga. Alcaraz, siempre a gusto en situacione­s extremas, se vio con 1-1 y bola de rotura en contra. Salvó la situación y rompió en el siguiente juego. La grada explotó al grito de «Carlos, Carlos», mientras Struff se desarmaba. Ya no soltó la presa el astro de El Palmar. Es lo que tienen los grandes, que saben ganar sin jugar bien. Y Alcaraz es ya uno de ellos.

«He disfrutado más de lo que he sufrido, la magia me sale de dentro», dice el campeón

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Sergio Pérez / Efe Alcaraz, durante un punto de la final disputada contra Struff, ayer en Madrid.
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C. Quicler / AFP Vinicius se encara con David García en la final de Copa del sábado.

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