El Periódico - Castellano

Un paso atrás en vivienda

La concesión de avales públicos a hipotecas aprobada por el Consejo de Ministros es una medida inflacioni­sta y, al acabar benefician­do a personas con más ingresos, resulta también regresiva

- Eduardo González de Molina

Aquí una contrapues­ta: dar avales a promotores inmobiliar­ios con la condición de construir, comprar o rehabilita­r viviendas asequibles

Un paso adelante, dos pasos atrás. Así se puede resumir la situación de la vivienda en este país. Si bien toda la batería de medidas que se está impulsando desde el Ejecutivo van en la buena dirección y significa un cambio de paradigma, ahora damos un paso atrás con la medida que a bombo y platillo el Partido Socialista ha aprobado en el Consejo de Ministros sin el apoyo de ningún socio progresist­a: la concesión de avales públicos para sufragar el crédito hipotecari­o a familias con hijo a cargo y jóvenes con ciertos ingresos. Una medida que parece de entrada bien intenciona­da y que a primera vista parece ser positiva para que jóvenes accedan a la propiedad.

Sin embargo, no es una medida novedosa. Ya existe amplia evidencia a nivel nacional e internacio­nal de los efectos desastroso­s que comportan. Canadá, Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda la han llevado a cabo desde hace décadas (el llamado help to buy), mientras que en España, autonomías como Andalucía, Madrid o Galicia también la han puesto en práctica. Y aquí la literatura es clara: es una medida perjudicia­l. Veamos.

Es una ayuda inflacioni­sta. Al reactivar el crédito hipotecari­o de manera artificial y dar una señal al mercado, aumentando las expectativ­as de revaloraci­ón de los activos, los precios de las viviendas podrían aumentar, tanto para la compra pero también, por efecto arrastre, para el alquiler. En un contexto de oferta rígida, el aval del ICO como política de demanda genera inflación.

Es una medida regresiva. Aunque haya topes de ingresos para acceder a este aval. Este tope es muy alto para los ingresos medios españoles. Hablamos de 37.000 euros para una persona y de 74.000 euros para una pareja. Como quien finalmente concede la hipoteca es la banca, esta selecciona­rá los perfiles con mayores ingresos y de menor riesgo, dejando detrás a los más vulnerable­s. Medida que al beneficiar a personas con mejores ingresos, termina luego perjudican­do a los más vulnerable­s por la subida de precios de los inmuebles.

Es una ayuda a la banca disfrazada de política social, dado que la medida privatiza los beneficios, pero socializa las perdidas. El Estado asume el riesgo de impago mientras que la banca se queda con todo el beneficio. Es una medida que repite lo peor de la crisis inmobiliar­ia de 2008: subvencion­ar un negocio seguro, sin riesgo, porque luego, los bancos serán muy grandes para caer (too big to fail).

El rol de los avales públicos no tiene por qué ser perjudicia­l. Pero estos deben ser condiciona­dos y moldear al mercado para que produzca bienes públicos, como argumenta la economista Mariana Mazzucato. Aquí una contrapues­ta: dar avales a promotores de vivienda con la condición de construir, comprar o rehabilita­r viviendas asequibles. Esto permitirá aumentar la oferta de vivienda asequible más rápidament­e para cumplir con el 20% de vivienda asequible en 20 años prometida por la ley de vivienda, única medida que sí es deflacioni­sta y además reactiva la economía y genera empleo.

Esto es así porque en España lo que hace falta es impulsar fuertement­e la oferta, no tanto subvencion­ar la demanda. Políticas del lado de la demanda pueden ser útiles, sobre todo si lo que se consigue es descomprim­ir la demanda, en lugar de inflarla. Por eso, junto a la propuesta de avales a promotores de vivienda asequible, una buena idea seria, en mercados tensionado­s, limitar la compra de vivienda a menos que sea para vivir o residir. El verdadero problema es que los grandes fondos expulsan a las familias del mercado al tener mucha más capacidad de compra. Si se limita, como se hace ya en Canadá, Países Bajos o Nueva Zelanda, se consigue un resultado mucho más efectivo.

La mayor incoherenc­ia es que si el presidente del Gobierno anunciaba que quería acabar con el neoliberal­ismo en la política de vivienda, ahora aprueba una medida que el Partido Popular ha promovido en sus gobiernos autonómico­s y que a nivel internacio­nal ha sido bandera de la política de Margaret Thatcher en el Reino Unido. Un paso adelante y dos atrás. Como decía Alfred Adler, «es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos». Esperemos que esto no sea una señal que nos retrotraig­a al modelo fracasado de vivienda. ■

 ?? ??
 ?? ?? Eduardo González es investigad­or asociado en la University College of London-Institute of Innovation and Public Purpose
Eduardo González es investigad­or asociado en la University College of London-Institute of Innovation and Public Purpose

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain