Hasta aquí
Hace unos años, cuando todavía no éramos capaces de percibir los límites de la Inteligencia Artificial de forma precisa (ahora tampoco, pero quizás algo más), un par de pensadores –el tecnólogo Ulises Cortés y el filósofo Joan Manuel del Pozo– conversaron a lo largo de unas seis horas, en el marco de unos debates organizados por la Fundación Jaume Casademont, el Ayuntamiento y la Universitat de Girona. Confrontaron opiniones diversas sobre la artificialidad y la naturalidad de la inteligencia, sobre la posibilidad de que la máquina contara con capacidad de reflexión y de emoción, sobre la humanidad que podía esconder y desarrollar.
El profesor Cortés expuso un asunto que en los últimos meses se ha puesto sobre la mesa con carácter de urgencia. Deberíamos parar, han dicho los expertos. Incluso Elon Musk ha estado de acuerdo, si bien ha hecho como el jugador que simula que se lesiona y después, al ver que la trampa ha funcionado, se levanta corriendo para aprovechar el lapso de tiempo en que los contrarios se despistan.
Decía Cortés que «seguramente no es posible poner puertas al campo, pero deberíamos plantearnos decir ‘hasta aquí’, porque todavía no sabemos sus efectos». Reiteraba que muchas tecnologías llegan al mercado sin que se hayan probado de forma exhaustiva, como si fueran todavía (es lo que son, a menudo) prototipos que deben calibrarse y mejorar.
El ejemplo más claro y reciente es el del ChatGPT, que nos ha inflamado en un margen de tiempo extremadamente reducido y que nos ha colocado frente a la hipótesis cierta de ser superados por una máquina. Anuncia apocalipsis conceptuales mientras nos planteamos que la única opción posible es la integración de la tecnología. «O la integramos o se nos comerá», han dicho expertos en educación. ¿Es realmente posible, sin embargo, un paro en seco, teniendo en cuenta, como ocurrió con la Guerra Fría, que el ascenso vertiginoso de la tecnología (por afanes políticos, económicos, militares o comerciales o por puro egocentrismo de los creadores) se hace por una escalera de escalones inestables pero inabarcables? ■
ChatGPT nos ha colocado frente a la hipótesis de ser superados por una máquina. Deberíamos parar, han dicho los expertos