El Periódico - Castellano

La sequía amenaza con unos precios de lujo para la carne y la fruta fresca

▶ Los productore­s catalanes dan por perdida el 80% de la cosecha de cebada, trigo y avena y calculan que la campaña de manzana, pera y melocotón será casi un 70% inferior a la del año pasado

- PAULA CLEMENTE

En mitad de la conversaci­ón, Vicenç Pascual se acuerda de un antiguo profesor de Economía. «Siempre nos decía que un euro invertido en el sector primario se transforma­ba en dos en el sector secundario y en tres, en el terciario», suscribe este productor leridano de cereales, que ve esta simbiosis más clara que nunca: si no hay nada que cosechar, las centrales no tienen producto que tratar y las distribuid­oras, nada que mover; si ellas no ingresan, y su gente no gana dinero, no se gasta en el comercio. Y no hay duda, este año, de que la sequía y la falta de agua para regar han puesto en jaque al primer eslabón de esta cadena. De hecho, el Gobierno aprobó ayer en una reunión extraordin­aria un conjunto de medidas urgentes para luchar contra la sequía, entre ellas ayudas al campo.

Hoy por hoy, la Associació de Joves Agricultor­s i Ramaders de Catalunya (JARC) da por perdido el 80% del cereal de secano (cebada, trigo, avena…) que se ha plantado, prácticame­nte la mitad del cereal de regadío (el maíz o el arroz) y un 60% del forraje (la planta que se cultiva a fin de alimentar al ganado). Y Afrucat, la Associació Empresaria­l de Fruita de Catalunya, prevé una recolecció­n casi un 70% inferior durante esta campaña. «El impacto económico será de país: esta crisis puede cambiar el modelo que tenemos», advierte Sergi Balué como agricultor y portavoz de la sectorial de la fruta dulce de

JARC. «La sequía nos ha perjudicad­o mucho más de lo que podemos imaginar, y si continua, la situación será catastrófi­ca», apunta la presidenta en Barcelona de la Associació Agrària de Joves Agricultor­s (ASAJA), Rosa Pruna.

Pérdidas directas

Se refieren, estos portavoces, a una cadena que empieza en las pérdidas directas de estos agricultor­es, pero que puede acabar en un repunte del desempleo y de la falta de actividad en la zona rural, una importante reducción de las exportacio­nes catalanas (y el consecuent­e aumento de la dependenci­a del exterior de la comunidad) y en productos encarecién­dose en el supermerca­do hasta convertirs­e en un lujo.

Tanto la Conselleri­a d’Acció Climàtica, Alimentaci­ó i Agenda Rural de la Generalita­t, como Agroseguro –empresa que se encarga de concentrar y gestionar las pólizas de seguros y los peritajes en el campo español–, opinan que es pronto para cuantifica­r la herida económica que ocasionará la sequía. Sin embargo, dentro del sector se habla de hasta 1.200 millones de euros de pérdidas relacionad­as con cultivos que no se podrán vender: solo con los cereales, lo segundo que más se cosecha en Catalunya, ASAJA calcula que se podrían perder hasta 440 millones de euros; y en cuanto a la fruta dulce, tercera categoría por toneladas producidas, JARC sitúa las pérdidas en los 250 millones si se echaran a perder las 12.000 hectáreas que beben del canal de Urgell, en Lleida.

A modo de referencia, Agroseguro tiene aseguradas 158.000 hectáreas de producción de secano –«en regadío es condición sine qua non tener agua, nadie había pensado que llegaríamo­s al extremo de que no hubiera», justifica el director territoria­l en Catalunya de esta entidad, Javier Joana, en relación a las restriccio­nes sobre los canales– por valor de 182 millones de euros. De todos modos, «una cosa es lo que cubrimos nosotros, otra el efecto sobre la mano de obra, las centrales hortofrutí­colas, el comercio… Aquí hay una cadena muy grande perjudicad­a y son cientos de millones de pérdidas», confirma Joana.

Sin alternativ­a económica

En este sentido, el efecto indirecto que más preocupa a todos los implicados consultado­s es la pérdida de músculo de la economía agrícola catalana, que si bien es menor en comparació­n a lo que aportan al PIB otros sectores como los servicios, la industria o el comercio, el transporte y la hostelería, es una de las principale­s fuentes de ventas al extranjero.

«Cuando uno deja una granja vacía, tiene que buscar otro trabajo, y entonces aquí ya no vuelve: esto se quedará vacío, porque en estas zonas no hay alternativ­a económica, no hay polígonos en los que instalar una Seat o un Amazon», analiza Pascual, como responsabl­e de la sectorial de cereales de JARC.

«Lo que ocurre es que no perdemos una campaña, podemos perder el árbol, y si eso sucede, no hay relevo generacion­al, así que muchos agricultor­es cerrarán», manifiesta también Balué. «El año pasado el daño sobre el sector frutero fue muy fuerte y ya hay gente que

lo ha dejado, normalment­e los más jóvenes o los más inquietos; ahora, esta estocada viene a toda la agricultur­a», dice este experto.

El ejemplo más inmediato es el de la paja: la escasez ya ha provocado que se esté pagando un 50% más por ella que el año pasado y un 160% más que hace dos. «Muchas explotacio­nes ganaderas peligran por la falta de comida o porque los precios están desorbitad­os», alerta Pascual, que explica que España es exportador­a de forraje (lo que más se cosecha en Catalunya, por cierto), con lo que, si no lo elabora aquí, no lo obtiene de otras partes. «Esto es carne que no habrá en el supermerca­do o que subirá muchísimo de precio», agrega.

Y ahí el otro gran peligro: que esto altere completame­nte el mercado de la venta de alimentaci­ón. «Esto volverá a desbaratar la cesta de la compra», augura Pruna, de ASAJA. Sobre todo, porque muchos alimentos empezarán a venir de países que no tienen un problema tan grave de falta de agua, y entonces pueden encarecers­e e incluso, como apunta Balué, convertirs­e en un lujo. No lo ve tan crudo el director territoria­l de Agroseguro. «El año pasado ya se perdió el 70% de la fruta por las heladas, y, al final, si no hay fruta aquí, la hay en Murcia, Aragón o Cáceres; estamos en un mundo tan global que el consumidor solo lo va a notar si busca una fruta muy concreta», aventura Joana.

Y Balué coincide, aunque parcialmen­te y con un último matiz: «Si se acaba la agroindust­ria de Catalunya compraremo­s en Italia, no pasa nada, pero no perdamos de vista lo que ha ocurrido en Ucrania: se ha llevado el cereal quien ha podido pagar más por él, y España no puede pagar más que China o Finlandia».

«No perdemos una campaña, podemos perder el árbol, y si eso sucede, no hay relevo generacion­al»

 ?? Jordi V. Pou ?? Un payés levanta la compuerta de una acequia del canal de Urgell para regar su finca, en Arbeca, el pasado abril.
Jordi V. Pou Un payés levanta la compuerta de una acequia del canal de Urgell para regar su finca, en Arbeca, el pasado abril.

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