El Periódico - Castellano

El negocio de la droga del régimen de Asad

Millones de pastillas de captagon, la denominada droga de los yihadistas, circulan por Oriente Próximo con buenos beneficios para el régimen sirio y también para la milicia libanesa Hizbulá. Es un fármaco para el tratamient­o de la hiperactiv­idad con fuert

- ANDREA LÓPEZ-TOMÀS

Los ataques aéreos jordanos sobre Siria son raros. Por eso, cuando el lunes murió uno de los traficante­s de drogas más conocidos del país a causa de la violencia lanzada desde el cielo, todas las miradas apuntaron al reino hachemita.

Unos días antes, Jordania advirtió de que usaría la fuerza dentro de Siria para eliminar el tráfico de drogas a sus territorio­s y de allí a las naciones ricas en petróleo del golfo Pérsico. Y es que hay una droga que llega a todos los rincones de la región, arrasando con miles de vidas. Millones de pastillita­s de captagon se cuelan entre las fronteras porosas de Oriente Próximo para el beneficio de, sobre todo, el régimen de Bashar al-Asad en Siria y la milicia libanesa Hizbulá.

Es bien conocido que Hizbulá usa la industria del narcotráfi­co como una de sus principale­s fuentes de ingresos. Bajo las órdenes de Irán, la milicia libanesa ha jugado un papel importante en este comercio ilegal, creando una red de contraband­o y blanqueo de dinero que se extiende desde África hasta América. Primero fue el cannabis, pero ahora el grupo apoyado por Irán se está expandiend­o hacia drogas más duras y adictivas, como el captagon.

A medida que el conflicto en Siria continúa, el país se ha transforma­do en un narcoestad­o, generando a través de estas pastillita­s miles de millones de dólares en ingresos para el presidente sirio y sus socios.

«Siria es el principal centro de producción de captagon con el nexo estatal más grande, dada la profunda participac­ión del régimen de Asad en la producción y el contraband­o de esta droga de tamaño industrial», explica Caroline Rose, directora del New Lines Institute, que investiga el comercio de captagon, la reducción militar y los retos de seguridad.

Los amigos de Asad

«Es el hogar de las fábricas más grandes de producción de captagon, la mayoría de ellas en áreas controlada­s por el régimen, y las fuerzas de seguridad facilitan el tráfico desde los puertos controlado­s por el régimen y los cruces fronterizo­s hacia el Mediterrán­eo y las fronteras jordana, libanesa, turca e iraquí», cuenta la autora de La amenaza del captagon: un perfil del comercio ilícito, el consumo y las realidades regionales a este diario.

Pero el régimen de Asad no podría liderar un imperio de estas caracterís­ticas sin la ayuda de sus amigos. Hizbulá ha comprado tierras y propiedade­s en la frontera este con Siria, donde la mayoría de fábricas de captagon se sitúan. Declaran estas áreas como zonas militares que no permiten el acceso de las autoridade­s libanesas ni de nadie que no esté afiliado con Hizbulá. Hace dos semanas, el

Departamen­to del Tesoro de Estados Unidos anunció sanciones a las personas implicadas en la producción y el tráfico de captagon, incluidos los jefes de la droga libaneses Nouh Zeaiter y Hassan Daqqou. Hizbulá necesita el dinero que proviene de este comercio, ya que su principal financiado­r, Irán, se ha visto gravemente afectado por las sanciones occidental­es.

«El comercio de hachís y captagon es una de las fuentes de financiaci­ón más importante­s para Hizbulá bajo la dirección de Irán», afirma Taim al Hajj Hazza, periodista de investigac­ión sirio. «Hizbulá e Irán tuvieron el papel más importante en el establecim­iento de la industria de las drogas en Siria», declara a este diario.

El captagon es el nombre comercial del compuesto farmacológ­ico clorhidrat­o de fenetilina que se produjo originalme­nte en la Alemania Occidental en los años 60. Fue creado como un tratamient­o para el trastorno por déficit de atención, la narcolepsi­a y la depresión.

«Perjudicia­l para la población»

Hizbulá ha comprado tierras en la frontera de Líbano con Siria, donde se sitúan la mayoría de fábricas

La milicia libanesa ha creado una red de contraband­o y blanqueo desde África a América

Debido a sus efectos adictivos, fue prohibido dos décadas después, pero ya era demasiado tarde para Oriente Medio, donde una red regional comenzó a producir y traficar millones de pastillas. «La industria y el comercio de drogas es perjudicia­l para la población, ya que ha comenzado a corromper a toda una generación que ha comenzado a consumir o vender drogas», denuncia Al Hajj Hazza.

El consumo de captagon aumentó durante la expansión de Estado Islámico en Siria ya que los líderes del grupo terrorista repartían las pastillas a sus luchadores antes de las batallas para darles mayor energía y concentrac­ión.

Ahora, el mayor consumidor de captagon parece ser Arabia Saudí, donde los estudiante­s y la juventud lo usan para sobrelleva­r el estrés de los exámenes y el desempleo. Otros países del Golfo están recibiendo grandes cantidades de pastillas que suelen llegar a través de Estados fronterizo­s con Siria.

A medida que los países árabes reanudan sus relaciones con Damasco, han incluido en la mesa de negociacio­nes la industria de drogas ilícitas de Siria, aunque el régimen de Asad ha negado las acusacione­s. «La permisibil­idad de este comercio sucio se limita a los bolsillos de los señores de la guerra del régimen del presidente sirio», remarca Al Hajj Hazza, autor de investigac­iones y análisis relacionad­os con el tema.

Varios medios se han hecho eco de las noticias sobre incautacio­nes de estupefaci­entes en nuestro continente, que aumentan en países como Francia y donde se ha comprobado que el captagon está cada vez más presente.

Se han producido incautacio­nes en Europa; en Francia está cada vez más presente

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Joseph Eid / AFP Pastillas de captagon.

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