El negocio de la droga del régimen de Asad
Millones de pastillas de captagon, la denominada droga de los yihadistas, circulan por Oriente Próximo con buenos beneficios para el régimen sirio y también para la milicia libanesa Hizbulá. Es un fármaco para el tratamiento de la hiperactividad con fuert
Los ataques aéreos jordanos sobre Siria son raros. Por eso, cuando el lunes murió uno de los traficantes de drogas más conocidos del país a causa de la violencia lanzada desde el cielo, todas las miradas apuntaron al reino hachemita.
Unos días antes, Jordania advirtió de que usaría la fuerza dentro de Siria para eliminar el tráfico de drogas a sus territorios y de allí a las naciones ricas en petróleo del golfo Pérsico. Y es que hay una droga que llega a todos los rincones de la región, arrasando con miles de vidas. Millones de pastillitas de captagon se cuelan entre las fronteras porosas de Oriente Próximo para el beneficio de, sobre todo, el régimen de Bashar al-Asad en Siria y la milicia libanesa Hizbulá.
Es bien conocido que Hizbulá usa la industria del narcotráfico como una de sus principales fuentes de ingresos. Bajo las órdenes de Irán, la milicia libanesa ha jugado un papel importante en este comercio ilegal, creando una red de contrabando y blanqueo de dinero que se extiende desde África hasta América. Primero fue el cannabis, pero ahora el grupo apoyado por Irán se está expandiendo hacia drogas más duras y adictivas, como el captagon.
A medida que el conflicto en Siria continúa, el país se ha transformado en un narcoestado, generando a través de estas pastillitas miles de millones de dólares en ingresos para el presidente sirio y sus socios.
«Siria es el principal centro de producción de captagon con el nexo estatal más grande, dada la profunda participación del régimen de Asad en la producción y el contrabando de esta droga de tamaño industrial», explica Caroline Rose, directora del New Lines Institute, que investiga el comercio de captagon, la reducción militar y los retos de seguridad.
Los amigos de Asad
«Es el hogar de las fábricas más grandes de producción de captagon, la mayoría de ellas en áreas controladas por el régimen, y las fuerzas de seguridad facilitan el tráfico desde los puertos controlados por el régimen y los cruces fronterizos hacia el Mediterráneo y las fronteras jordana, libanesa, turca e iraquí», cuenta la autora de La amenaza del captagon: un perfil del comercio ilícito, el consumo y las realidades regionales a este diario.
Pero el régimen de Asad no podría liderar un imperio de estas características sin la ayuda de sus amigos. Hizbulá ha comprado tierras y propiedades en la frontera este con Siria, donde la mayoría de fábricas de captagon se sitúan. Declaran estas áreas como zonas militares que no permiten el acceso de las autoridades libanesas ni de nadie que no esté afiliado con Hizbulá. Hace dos semanas, el
Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció sanciones a las personas implicadas en la producción y el tráfico de captagon, incluidos los jefes de la droga libaneses Nouh Zeaiter y Hassan Daqqou. Hizbulá necesita el dinero que proviene de este comercio, ya que su principal financiador, Irán, se ha visto gravemente afectado por las sanciones occidentales.
«El comercio de hachís y captagon es una de las fuentes de financiación más importantes para Hizbulá bajo la dirección de Irán», afirma Taim al Hajj Hazza, periodista de investigación sirio. «Hizbulá e Irán tuvieron el papel más importante en el establecimiento de la industria de las drogas en Siria», declara a este diario.
El captagon es el nombre comercial del compuesto farmacológico clorhidrato de fenetilina que se produjo originalmente en la Alemania Occidental en los años 60. Fue creado como un tratamiento para el trastorno por déficit de atención, la narcolepsia y la depresión.
«Perjudicial para la población»
Hizbulá ha comprado tierras en la frontera de Líbano con Siria, donde se sitúan la mayoría de fábricas
La milicia libanesa ha creado una red de contrabando y blanqueo desde África a América
Debido a sus efectos adictivos, fue prohibido dos décadas después, pero ya era demasiado tarde para Oriente Medio, donde una red regional comenzó a producir y traficar millones de pastillas. «La industria y el comercio de drogas es perjudicial para la población, ya que ha comenzado a corromper a toda una generación que ha comenzado a consumir o vender drogas», denuncia Al Hajj Hazza.
El consumo de captagon aumentó durante la expansión de Estado Islámico en Siria ya que los líderes del grupo terrorista repartían las pastillas a sus luchadores antes de las batallas para darles mayor energía y concentración.
Ahora, el mayor consumidor de captagon parece ser Arabia Saudí, donde los estudiantes y la juventud lo usan para sobrellevar el estrés de los exámenes y el desempleo. Otros países del Golfo están recibiendo grandes cantidades de pastillas que suelen llegar a través de Estados fronterizos con Siria.
A medida que los países árabes reanudan sus relaciones con Damasco, han incluido en la mesa de negociaciones la industria de drogas ilícitas de Siria, aunque el régimen de Asad ha negado las acusaciones. «La permisibilidad de este comercio sucio se limita a los bolsillos de los señores de la guerra del régimen del presidente sirio», remarca Al Hajj Hazza, autor de investigaciones y análisis relacionados con el tema.
Varios medios se han hecho eco de las noticias sobre incautaciones de estupefacientes en nuestro continente, que aumentan en países como Francia y donde se ha comprobado que el captagon está cada vez más presente.
■
Se han producido incautaciones en Europa; en Francia está cada vez más presente