El Periódico - Castellano

La retrocueva de los videojuego­s

En este sótano hay 200 consolas ‘vintage’ y 1.600 juegos. Parte de la colección estará el fin de semana en la RetroBarce­lona. Han montado un salón recreativo de los 80 y 90 en La Farga.

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Tienes que reprimirte los grititos ochenteros. «Alucina, vecina», susurras para el cuello de la camiseta. Viajas 40 años atrás en menos de lo se tarda en arrancar el DeLorean de Regreso al futuro. En lo que bajas unas escaleras. Llegas al sótano y te empiezan a hablar en pesetas. Bienvenido a los 80: cuando nuestra mayor preocupaci­ón era por qué Espinete se ponía pijama para dormir si iba todo el día en bolas.

«La retrocueva», la llaman. Es un sótano doméstico. Parece el paraíso de cualquier exniño de EGB. Mires donde mires, hay videojuego­s retro. Al fondo, una hilera de pantallas en las que centellean el Tetris, el Street Fighter, el Puzzle Bobble. Habrá cerca de 200 consolas vintage en las estantería­s, unos 1.600 juegos. Aquí necesitarí­as más tiempo libre que el de todos los colaborado­res de Sálvame juntos.

Aún está terminando de montar la zona gaming, se disculpa Carles. Ponle a prueba: tiene todos los videojuego­s de tu infancia. Carles Garcia. 46 años. Eso significa que empezó a jugar cuando los videojuego­s se cargaban con cintas de casete. Ahora es IT Mánager. Capaz de teletrabaj­ar en este búnker rodeado de consolas. Este fin de semana llevará buena parte de su colección a La Farga de L’Hospitalet. Es el presidente de la asociación cultural RetroBarce­lona. Montarán un salón recreativo de los 80 y 90 de 5.000 metros cuadrados.

A los tres minutos, empiezas a mirar a sus dos hijos con envidia cochina. A los cinco se lo dirás a bocajarro: «Adóptame». No eres la única que se lo ha pedido esta semana. El lunes colgó en Twitter una foto de su nueva zona de juegos casera «¿apetecen unas partiditas?»-, y ya va por las 45.000 visualizac­iones. «¿Pero eso es tu casa?», la gente flipa en colores, como se hacía antes. «Deberías poner +18: es hasta pornográfi­co», le ha comentado algún tuitero. «¿Dónde se sacan las entradas?», le preguntan. «Algún día –confía Carles–, si el Ayuntamien­to de Barcelona nos hace un poquito de caso, a ver si se puede abrir alguna cosa», se encoge de hombros. «En otras ciudades de España ya han hecho museos».

Ahí está la primera consola de la historia: Magnavox Odyssey. Salió en 1972. «Esta ya ni la encuentras», asegura Carles. Podría pedir por ella 2.500 €, calcula. Lo mismo te saca de sus estantería­s-museo la primera consola de Sega que el primer Super Mario Bros de Nintendo o la primera Play. ¿Y el mejor videojuego de la historia? Carles no duda y aparece con el Zelda de la Super Nintendo. «Este es el Rolls-Royce de las consolas». Carles te enseña ahora la Neo Geo AES. «En la época valía 100.000 pesetas», detalla. Está hablando de principios de los 90. «Y cada juego te costaba ¡25.000 pesetas!». Ahora ronda los 1.000 €. «Todo es original», garantiza. La mayoría de piezas sigue en sus cajas. Su frase más repetida es: «Tengo otra». «Mis amigos se ríen de mí – confiesa– porque lo tengo todo duplicado o triplicado». En el suelo hay una hilera de Xbox 360. Tiene 15.

En un excel está todo lo que se ha gastado. «Cuando vi que la cosa se me iba de madre un poco –recuerda–, empecé a apuntar lo que me costaba cada juego. Llegó un momento en el que daba miedo», se ríe. ¿En total? 30.000 euros, calcula. «Pero se puede haber cuadruplic­ado», justifica de carrerilla. Igual ahora podría sacar 120.000, 140.000 euros, apunta sin arquear las cejas. Sigue haciendo más ilusión que negocio. «Yo no lo veo como una inversión», asegura.

Hace un par de años que se mudó con la familia a un chalet en la provincia de Barcelona. Antes lo tenía todo en dos trasteros. «La nostalgia es muy poderosa –da fe–. Te hace mover montañas». Y señala un teclado. Es el MSX 2: el ordenador con el que empezó a jugar a base de cartuchos. «Desde pequeño me fascina este mundo».

Es una Wikipedia andante. «No te quiero avasallar», te dice cada 30 segundos. Se embala cuando habla de consolas. Ha colaborado en cuatro libros, hay un quinto en camino. ¿Que qué nos enseñaron los videojuego­s de los 80? «El esfuerzo, la perseveran­cia, la paciencia. Y muchos aprendimos inglés».

A la cola, Pepsi-Cola

Carles se convierte de golpe en Clark. Es su nick cuando juega. La misma identidad secreta que Superman. «El modo tonto», se ríe él. «Este juego a mí me desestresa», te adelanta. Y te pone a pelear con una panda de musculitos del Street Fighter. Pues sí que desestresa, asientes tras dejar más gente por los suelos que esta semana Telecinco. Te entran ganas de encadenart­e al culo de una pantalla. La mayoría son monitores de tubo. «Si no, se ven mal», justifica Carles. Aquí se juega hasta con antiguos monitores de estudio de televisión.

Pasamos al Aero Fighters 2. Es la versión de Nat Geo. Uno de los juegos que costaba 25.000 pesetas en los 90. Carles llegó a vender el original por 1.200 euros, cuenta entre disparos láser como si nada. Al final conseguirá­s ganarle al Tetris. O quizá se deja ganar. Él no se pica. «Ya soy mayor –se ríe–. El pique lo controlo».

No está solo en esto. Carles se suele juntar «para cacharrear» con los socios de RetroBarce­lona. Hace casi una década que montaron esta asociación cultural. Son 40, 50 socios. Este fin de semana retoman su feria anual tras el parón pandémico. De 10 a 20 horas en La Farga de L’Hospitalet. Hay más de 200 puntos de juego, entre ordenadore­s, videoconso­las, pinballs y arcades. Organizará­n torneos, conferenci­as, conciertos, hasta trivials musicales.

¿El objetivo? «Traer esa experienci­a de los 80 y 90 con máquinas originales». Todo el mundo –garantiza– se siente identifica­do. « A mí me llena de orgullo cuando veo a un padre o a una madre que le explica a su hijo: ‘Esto es con lo que yo jugaba de pequeño’». O, como se decía entonces: «A la cola, Pepsi-Cola».

 ?? Anna Mas Talens ?? Carles Garcia, con algunos tesoros de su colección. En su mano derecha, un MSX 2; en la izquierda, el Rolls-Royce de las consolas: la Neo Geo AES.
Anna Mas Talens Carles Garcia, con algunos tesoros de su colección. En su mano derecha, un MSX 2; en la izquierda, el Rolls-Royce de las consolas: la Neo Geo AES.
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Anna Mas Talens

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