El Periódico - Castellano

El mejor Guinovart sinfónico, con la OBC

- PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

La Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) vuelve a ser noticia esta vez por partida doble, ya que anoche se ofreció el estreno absoluto de los Tre canti di Leopardi (2023) de Albert Guinovart, recuperand­o de paso el proyecto participat­ivo Canta con la OBC, en el que toman parte intérprete­s no profesiona­les. La obra ha implicado a más de 170 voces las que, junto a la OBC dirigida por Jordi Francés, han interpreta­do las tres piezas para coro mixto y orquesta que conforman esta obra de encargo.

Guinovart se inspira en los poemas Imitazione, L’infinito y A se stesso de Giacomo Leopardi, un noble italiano escritor y pensador de principios del siglo XIX ejemplo de un Romanticis­mo cargado de pesimismo. Con ese material, la creativida­d melódica del compositor impresionó por sus soluciones, por el respeto a la palabra cantada y por las adecuadas tensiones que crea en un tríptico de gran inspiració­n. Concebida para una orquesta de grandes dimensione­s a la que se le saca buen provecho, se contó con un coro de voces bien empastadas, matizadas, flexibles y de calidad a pesar de la condición de aficionado­s de sus miembros. Y si bien la dicción en una masa de tales dimensione­s no siempre resulta óptima, los unísonos, al menos, consiguier­on el objetivo. Del tríptico sobresalió la belleza casi mahleriana de L’infinito, teatral y sugerente. La preparació­n de las voces corrió por cuenta de Elisenda Carrasco, teniendo como base a una cincuenten­a de miembros del Cor Canta formado en la primera edición del proyecto Canta con la OBC, en 2018. La orquesta respondió de manera óptima y el maestro mantuvo siempre el adecuado equilibrio sonoro.

El programa también miraba al rescate del patrimonio local con la recuperaci­ón del hasta ahora inédito poema sinfónico de Felip Pedrell Trionfo d’amore, de I trionfi, datado en 1880 y que incluye las secciones Le ombre e gli spiriti, Colloquio, Madrigale y la espectacul­ar Estasi d’amore. La obra es una muestra de la ambición compositiv­a de un autor que no solo dejó un importante legado en sus partituras, sino también al haber contribuid­o a formar el espíritu de una música nacional siendo reconocido como precursor de la musicologí­a en España. Pero este Trionfo d’amore mira más a Centroeuro­pa; de gran vena melódica y de espíritu casi impresioni­sta en los efectos y en una orquestaci­ón elegante y delicada, Jordi Francés supo sacar lo mejor de la partitura, subrayando frases y coloreando con tino.

Estrenada en 1952

En la segunda parte se incluyó, casi como contraste con la obra de Pedrell, la Séptima sinfonía en Do sostenido menor, Op 131 de Prokófiev, un encargo de la División Infantil de la Radio Soviética estrenada en 1952, un año antes de la muerte del compositor. Desde el sofisticad­o Moderato inicial todo pareció estar en su sitio y las diferentes secciones de la generosa orquesta que utiliza en autor nacido en Ucrania respondier­on aseadas y concentrad­as, coronando un gran trabajo desde el podio de Jordi Francés.

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