Hundimiento con vergüenza
Lejos de mostrar su orgullo, el Espanyol fue atropellado desde el primer minuto y queda a cuatro puntos de la salvación a cuatro jornadas del final. El festejo del Barça
Era el día para demostrar el orgullo perico, como había proclamado Luis García en la previa del derbi. El técnico, protagonista sobre el césped del último triunfo del Espanyol en un derbi liguero en casa, no siguió la misma suerte en el banquillo. Necesitaba más que nunca la victoria el cuadro blanquiazul y se hundió en la miseria. Suspendió en todos los conceptos posibles el bloque local, al que le faltó intensidad, empaque y talento para plantar cara al campeón. La invasión de hinchas del final en plena celebración azulgrana corroboró una noche vergonzosa.
Ni 20 minutos duró la resistencia del Espanyol en una cita desgraciada. A esas alturas ya ganaba el Barça por 2-0 con los tantos de Lewandowski y Balde, que se encargaron de ensalzar las carencias de la zaga local, con Óscar Gil nuevamente retratado en su carril. La grada se vino pronto abajo. La ilusión por tumbar al gran rival y protagonizar un punto de inflexión en la lucha por la salvación se desvaneció por la vía rápida.
El recibimiento hostil al Barça, con una pitada espectacular y la canción de Shakira y Bizarrap a todo trapo, no amedrentó al campeón. Si durante el campeonato no había coleccionado demasiadas victorias abultadas, en Cornellà salió dispuesto a darse un homenaje. Luis García también lo puso fácil con su planteamiento. Quería disputarle el balón al Barça el asturiano pero el plan fue un desastre.
«¡Chino, vete ya!»
No había pasado ni media hora cuando ya se escucharon los primeros gritos de «directiva dimisión» en un RCDE Stadium que ni siquiera registró la mejor entrada de la temporada. Hubo 27.360 espectadores en el derbi (la mejor asistencia se logró ante el Cádiz con 28.512). Algunos perdieron las formas y se acordaron de Chen Yansheng, el propietario del club, con gritos de «chino vete ya». Pero lo peor llegaría después.
Las imágenes en la grada eran duras. Aficionados con lágrimas en los ojos temiendo lo peor y un estadio
sobre el césped acabó con una invasión de hinchas que se enfrentaron a los Mossos, lanzaron objetos y obligaron a los azulgranas a huir corriendo hacia los vestuarios.
mucho más vacío en el comienzo de la segunda mitad. Muchos pericos optaron por marcharse a casa en el descanso para evitarse la vergüenza. Se perdieron los goles de Puado y Joselu, que al menos maquillaron la goleada.
No suavizaron los ánimos de la grada esos tantos. Cuando los jugadores del Barça celebraban el título con un corro sobre el césped, decenas de hinchas invadieron el campo y obligaron a los azulgranas a huir corriendo hacia los vestuarios. Se vivieron momentos de tensión, con enfrentamiento de los ultras con los Mossos y lanzamiento de objetos. La rápida intervención de los cuerpos de seguridad evitó mayores incidentes.
«Es una derrota muy dura, contundente. Solo pienso en pasar página. Soy el máximo responsable del resultado. Quedan cuatro partidos por delante, todavía es posible», reflexionó Luis García, preocupado por las facilidades defensivas de su equipo: «Nos jugamos muchísimas cosas. Si defendemos el área así es complicado»
En tres semanas quedará resuelto el futuro del equipo. ¿Salvará el cuello en otro cierre agónico como los de 2004 y 2006, cuando consiguió la salvación en Montjuïc en el último partido? ¿O repetirá la catástrofe de 2020, cuando se marchó a Segunda 27 años después de su último descenso? Ahora, penúltimo a cuatro puntos de la permanencia, parece más cercano lo segundo, pero no queda más remedio que mantener las esperanzas. La derrotas en esta jornada de Cádiz, Almería, Getafe y Valladolid han aliviado mínimamente el dolor, pero si no se suman victorias es imposible aspirar a nada.
El próximo domingo toca visita al Rayo de Raúl de Tomás, que se salvó hace semanas. Atlético, Valencia y Almería serán los últimos adversarios. La idea es llegar con vida y dependiendo de sí mismo al episodio final en Cornellà contra los andaluces, un objetivo que ahora se ve demasiado lejos. «El equipo está vivo, se ha dejado todo hasta el final. Sigo creyendo que es posible», concluyó Luis García.
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La intervención rápida de los cuerpos de seguridad evitó más incidentes en un clima de alta tensión «Es una derrota muy dura. Solo pienso en pasar página, aún creo que es posible», asegura Luis García