O la alcaldía de BCN o el adiós
Las elecciones municipales del 28 de mayo son prácticamente un todo o nada para los cuatro aspirantes con más posibilidades: Colau, Trias, Collboni y Maragall. Hay sitio para uno. Los demás, deberán escoger entre el frío de la oposición o despedirse de la política municipal.
Ada Colau (Comuns), Xavier Trias (Junts), Jaume Collboni (PSC) y Ernest Maragall (ERC) saben que están ante su última oportunidad.
Trias: o alcalde o la jubilación. El candidato de Junts, que se presenta como «la única» opción para echar a Colau, ha sido el más claro: «Tengo 76 años y no tiene sentido que me quede aquí un montón de años aguantando una silla para ser concejal. Me presento para ser alcalde y si no lo soy, me iré a casa a jubilarme». Por lo tanto, si no gana, quien ya fue alcalde de la capital catalana entre 2011 y 2015 –además de concejal de 2003 a 2019– dice que se retirará de la política, casilla en la que ya estaba antes de que Junts recurriera a él para intentar remontar su representación. Su primer cargo político fue como ‘conseller’ de Salut de Jordi Pujol en 1988, por lo que tiene una dilatada carrera. Aún así, busca un bonus track. Sin pelos en la lengua, dice que va a obtener la victoria «con 13 diputados» y presume de tener «libertad absoluta» para pactar con quien le plazca.
Colau: el riesgo del hiperliderazgo. Nadie en los Comuns se plantea otro escenario que no sea el de Colau alcaldesa. No es solo una cuestión de optimismo, es la dependencia de un proyecto que orbita alrededor de su hiperliderazgo, forjado durante sus años de activismo por el derecho a la vivienda y su implicación en el 15-M hasta su irrupción en el ayuntamiento en 2015. El abatimiento que demostró la noche de las elecciones de 2019, cuando creyó que con la victoria de ERC se desplomaban sus opciones de seguir como alcaldesa, fue significativo. Pero es que cuatro años después el partido no ha afrontado la espinosa carpeta del relevo y de la era postColau. Tanto es así, que incluso para presentarse a un tercer mandato, «el último», ha asegurado, Barcelona en Comú tuvo que votar, porque su código ético fija un tope de ocho años, el tiempo que lleva al mando de la ciudad. ¿Qué hará Colau si no es alcaldesa? Entre bambalinas, pocos dudan de que no se quedaría en la oposición y que su futuro podría redirigirse al ámbito estatal con las generales en el horizonte y como puntal que es de la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz.
Maragall: la espina clavada. Maragall tiene la espina clavada de no haber podido ser alcalde pese a ganar las elecciones de 2019 por culpa del «pacto de la vergüenza» que atribuye a Colau y el PSC con los votos imprescindibles de Manuel Valls. Se frustró entonces el que pretendía que fuera el colofón de su trayectoria política, que a sus 80 años es muy larga y pasa por haber sido desde concejal de Barcelona por primera vez en 1995 con su hermano Pasqual Maragall como alcalde, a ‘conseller’ tanto del ‘tripartit’ como, durante unos meses, del Govern de Quim Torra. Dejó el mando de Acció Exterior tras seis meses para substituir a Alfred Bosch como alcaldable de Barcelona pese a que este había sido ratificado por primarias. El trueque fue un acierto para ERC, pero no fue suficiente. Las encuestas le alejan por ahora las posibilidades de repetir la victoria y, aunque los republicanos sueñan con remontar, a nadie se le escapa que, si no es alcalde, habrá que construir una alternativa que cerrará la carpeta Maragall.
Collboni: su tercera y última vez. Nunca antes como ahora Collboni había visto tan cerca las posibilidades de ser alcalde. «Voy a ganar», repite día sí y otro también. Demoscopia en mano, su equipo cree que lo va a lograr. Aunque ese entusiasmo va de la mano de la convicción de que es «su última oportunidad». Si en estas elecciones ha repetido como cabeza de lista por tercera vez es porque Salvador Illa le blindó ante las tentaciones –e intentos– de substituirlo por un candidato «más competitivo». De hecho, se contempló el nombre de Maria Eugènia Gay, exdelagada del Gobierno y ahora número dos de la lista.
Pero la cuestión es que la marca PSC cotiza al alza de la mano del jefe de la oposición y de la agenda del Gobierno de Pedro Sánchez. Si pese a tener el viento a su favor no queda primero, Collboni ya ha dicho que no piensa investir ni a Colau ni a Trias y que si no gana se irá a la oposición. Los socialistas no cuentan con que haya un cuarto intento.
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El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha admitido a trámite una demanda del presidente de ERC, Oriol Junqueras, contra España por «haber prohibido que ejerciese de diputado» cuando estaba en prisión preventiva, en diciembre de 2017. En un comunicado, la formación detalló ayer que la demanda alegaba «vulneraciones a la libertad de expresión y al derecho a las elecciones libres, así como una situación de abuso de poder por parte del Estado».
ERC sitúa los hechos de la demanda en el impedimento que Junqueras «acudiese a la sesión de constitución del Parlament de Catalunya tras ser elegido el 21 de diciembre de 2017, mientras se encontraba en prisión preventiva» y el TEDH ha remitido el asunto al Estado para que se posicione hasta el 1 de septiembre de 2023. Junqueras celebró la admisión y aseguró que es «un nuevo paso en el camino para denunciar y para conseguir condenas firmes contra el Estado español por la violación de derechos políticos» y, especialmente, por la «violación de derechos de los ciudadanos a ser representados por aquellas personas que los mismos ciudadanos han votado».
«Abuso sistemático»
También el abogado de Junqueras, Andreu Van den Eynde, valoró la admisión de la demanda como «una herramienta más para demostrar que el Estado español ha abusado sistemáticamente del derecho contra el movimiento independentista y los líderes del 1-O».
Así, se mostró satisfecho de haber llevado el caso de nuevo a las instancias internacionales. En 2019, al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que reconoció «la inmunidad parlamentaria de Junqueras en contra del criterio del Tribunal Supremo español» y, en 2022, al Comité de Derechos Humanos de la ONU, «la vulneración de los derechos políticos de algunos líderes independentistas por la suspensión cautelar de todos sus cargos representativos».
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