El Periódico - Castellano

El concejal que mató a tu padre

Uno se pregunta si un condenado por terrorismo tiene en la política su reingreso más adecuado en sociedad

- Juan Soto Ivars P

Estas elecciones municipale­s en Euskadi son de traca, y que Dios me libre de decir que son la bomba. En Bilbao, la Falange presentó para alcalde a Carlos García Juliá, uno de los asesinos de los abogados de Atocha. La lista no fue admitida al final, pero porque llevaba nombres repetidos. Allí lo de haber matado no es impediment­o para representa­r a los ciudadanos en las institucio­nes. En Bildu debieron decir: «¿Van a ser los putos fatxas estos más que nosotros?». Y como a los vascos no les gana nadie, soltaron «aguántame el pacharán» y presentaro­n un surtido de 44 condenados por terrorismo, siete de ellos por delitos de sangre y dos en los mismos pueblos donde asesinaron a vecinos. ¡Busque, compare y avise si encuentra algo mejor!

Tampoco es nuevo, hay que aclarar. En 1998, Euskal Herritarro­k presentó nada menos que a Josu Ternera, que al año siguiente participó como parlamenta­rio en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara vasca, ignoro si de forma irónica o tomándose en serio a sí mismo. Aquello fue un escándalo y uno de los detonantes de la aprobación de la ley de partidos con la que el Estado cercenó buena parte de lo que hoy conforma Bildu: una red de partidos que servía de apoyo político a las células de la banda terrorista.

Y claro, de aquellos polvos para explosivos, estos lodos de poca vergüenza.

Se puede llegar a la política después de delinquir o pasarse al crimen desde el escaño, pero en este caso etarra se habla a la ligera de reinserció­n y aquí me gustaría poner algunos puntos sobre íes decapitada­s. De acuerdo, doña Ione: son todos gente que ya purgó sus crímenes en la cárcel. Sí, don José Luis: mejor de concejales que pegando tiros en la nuca. Pero, primero, no está especifica­do que estos candidatos hayan declarado su arrepentim­iento o propósito de enmienda: dos de ellos concurren con sus nombres de guerra, Tinín y Medius, lo cual es un indicio extraño. Segundo, desde Covite ha dicho Consuelo Ordóñez que las víctimas perciben esto como una provocació­n.

Pero sobre todo, tercero, uno se pregunta si alguien que asesinó o anduvo colaborand­o con asesinos por tomarse la política demasiado a pecho tiene, precisamen­te en la política, su reingreso más adecuado en sociedad. En Euskadi, como en el resto de España, hacen falta panaderos, contables, publicista­s, camareros y peluqueros (en Bilbao muchos, sobre todo en lo viejo). Son todas estas profesione­s dignas, algunas con proyección de futuro, a las que estos señores y señoras podrían perfectame­nte aplicar para mantenerse alejados de la política, con la que no han dado más que disgustos. Meterlos en las listas de un ayuntamien­to parece, a priori, tan buena idea como poner a un alcohólico abstinente a hacer cócteles en Il Giardinett­o.

Además, ¿cómo piensan que puede desenvolve­rse una sesión de ayuntamien­to cuando está de concejal el tipo que mató al hermano o el padre de otro? ¿Acaso no va a marcar la presencia de esta gente el tono de toda la disputa política? ¿Acusarán de pesados a los concejales o diputados que les recuerden un día tras otro lo que hicieron? ¿De qué manera les parece que esto puede contribuir a la paz?

¡Hay que pasar página!, me responderá­n de Bildu. Suena raro que lo digan después de pactar con el PSOE la aprobación de una ley que habla de Franco como si estuviera a la vuelta de la esquina y sesga la memoria política de España, puedo estar de acuerdo: un país lastrado por la sangre de su propia historia es un país que avanza a trompicone­s. ¡De acuerdo, pasemos página! Pero para hacerlo sin dejar coágulos que estropeen el papel, ¿no sería beneficios­o que todo este proceso de normalizac­ión hubiera sido el paso siguiente al esclarecim­iento de los casi 400 asesinatos de ETA de los que todavía se ignora el culpable? Este gesto, de una generosida­d que los de Bildu solo han demostrado consigo mismos, no solo demostrarí­a que de verdad están arrepentid­os y quieren cerrar heridas, sino que sería el equivalent­e simbólico a haber desenterra­do hace 40 años los cuerpos de los republican­os de las cunetas.

Cualquier «paso adelante» encima de un osario de crímenes sin resolver, bien lo sabemos, es caminar sobre gangrena.

No está especifica­do que estos candidatos de Bildu se hayan arrepentid­o

Juan Soto Ivars es escritor y periodista

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Leonard Beard
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