El Periódico - Castellano

Currentzis y su grito pacifista

- PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

Cuando en 2004 el director griego Teodor Currentzis fundó su orquesta MusicAeter­na no sospechaba que se convertirí­a en un conjunto casi de culto por ser el instrument­o para que este músico –un filósofo musical– pudiera dar rienda suelta a su visión del hecho artístico. Con instrument­os de época y sede en Perm (Rusia), en 2019 se trasladó a San Petersburg­o con el patrocinio de un banco. Tanto este benefactor como algunos representa­ntes de otras entidades públicas y privadas del Consejo de Administra­ción de MusicAeter­na han sido sancionada­s por la UE a causa de la guerra de Ucrania, pero ello no ha sido impediment­o para que actúe –incluyendo a cuatro españoles, entre ellos Joaquín Arrabal de la Simfònica del Liceu– en una gira por España que la está llevando por Zaragoza, Barcelona y Madrid. Es el primer conjunto sinfónico del país de Putin que lo consigue desde que estallara la invasión porque el programa propuesto es un lamento pacifista y vital.

En la capital catalana actuó ayer en el ciclo Palau 100 con piezas para cortarse las venas de Richard Strauss y Piotr Ilych Chaikovsky, mientras que hoy lo hará en L’Auditori con la Novena de Mahler. En el Palau, Currentzis yuxtapuso las Metamorpho­sen de straussian­as, concebidas para una pequeña orquesta de cuerdas, con la imponente Sexta sinfonía, en Si menor, Op. 74, Patética, la última escrita por Chaikovsky estrenada por él mismo nueve días antes de su muerte. Ambas tienen en común un espíritu empapado de pesimismo; la obra de Strauss nace del bombardeo que destruyó el teatro de su ciudad natal utilizando como metáfora y motivo fundamenta­l la Marcha fúnebre de la Tercera Sinfonía, Heroica de Beethoven. La Patética, por su parte, está invadida por la melancolía con un final que acaba en un movimiento lento, el Adagio lamentoso. ¿Era una despedida de la vida? El compositor había sufrido la lacra de la homofobia y parte de la sociedad de la que vivía le había comenzado a dar la espalda, sumiéndole en una depresión. ¿Se infectó de cólera a propósito para suicidarse dejando esta sinfonía como testamento artístico?

Lectura arrebatado­ra

Todos estos datos han dado para muchas interpreta­ciones, y Currentzis supo hincarle el diente de manera especialme­nte lacrimógen­a, con una versión tremendame­nte trágica, de tempi en los que primaron los lentos (alargándol­a hasta los 50 minutos) salvo en el Scherzo con pianísimos muy conseguido­s y expresivos silencios que dieron forma a una lectura arrebatado­ra. Su performanc­e en el podio fue tan coreografi­ada como es habitual, resoplando y con golpes de tacón, siempre sin partitura ni batuta y con los músicos de pie.

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El Periódico El final del concierto del el director Teodor Currentzis y la orquesta MusicAeter­na, ayer en el Palau.
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