Más de un centenar de etarras han ido en listas electorales desde los años 80 El PP fuerza a votar en el Congreso un cordón sanitario a Bildu
▶ Uno de los casos más controvertidos fue el de Josu Ternera, que ganó una concejalía en su pueblo natal, Ugao-Miraballes, estando en prisión
Contando a Iker Casanova, etarra condenado en 1998 que no figuraba en la lista de candidatos del 28M denunciada por las víctimas, y que hoy se presenta para las Juntas de Vizcaya, la suma histórica de ex presos de ETA, con y sin delitos de sangre, que han participado en diversas elecciones supera ya el centenar. Y no solo integrando en esa suma a 10 exterroristas que iban en listas de Bildu en 2015, entre ellos Juan María Gabirondo Agote, Txispas, implicado en el asesinato del jefe de la Ertzaintza Genaro García Andoain.
En sus choques parlamentarios de esta semana, Pedro Sánchez ha recordado que hubo etarras en las listas electorales de 2015, gobernando Mariano Rajoy. En esos comicios se presentaron al poco de salir de la cárcel Pablo Gorostiaga y Bergoi Madernaz. Pero el hecho del que tiró el presidente del Gobierno para tratar de poner en evidencia «el cinismo» del Partido Popular no es un fenómeno reciente. En los años más duros de la historia de ETA, su rama política y su red jurídica utilizaron como estrategia presentar a miembros de la organización terrorista incursos en causas judiciales por asesinatos. Los dirigentes y sus abogados aprovechaban diversos momentos procesales en los que, estando en marcha la investigación de jueces y fiscales sobre supuestos crímenes, no tenían aún suspendidos sus derechos políticos por ser presos preventivos a la espera de sentencia.
Con el Gobierno de Aznar
El dirigente de ETA Josu Urrutikoetxea, Josu Ternera, es quizá el ejemplo más sonado. Siendo integrante de diversos comandos ganó un puesto de concejal en su pueblo, Ugao-Miraballes (Vizcaya). Estando en prisión como miembro de la cúpula de ETA, el 25 de octubre de 1998 obtuvo acta de Parlamentario Vasco. Residía
El PP registró ayer una proposición no de ley en el Congreso para que todos los grupos parlamentarios voten el rechazo a los pactos con EH Bildu mientras lleve condenados por terrorismo en sus listas o en su estructura orgánica. El cordón sanitario que propone el partido de Alberto Núñez Feijóo es un nuevo paso después de la renuncia de siete de los condenados con delitos de sangre pertenecientes a ETA que figuran en candidaturas de la izquierda aberzale. La votación, en todo caso, llegará tras las elecciones, pero el PP quiere que se produzca antes de la constitución de los ayuntamientos el 17 de junio.
Eso implicaría directamente que el PSOE no pudiera mantener acuerdos con esta formación porque su coordinador general es Arnaldo Otegi, condenado por colaboración con los terroristas. No es la primera vez que Bildu integra a sentenciados por pertenecer a ETA pero, como han denunciado las asociaciones de víctimas del terrorismo, especialmente Covite (que publicó los 44 de estas municipales) nunca habían sido tan numerosos, especialmente aquellos que cometieron asesinatos. Fuentes de la dirección conservadora confirman así que mantendrán la presión sobre el PSOE y que seguirán centrando la campaña del 28-M en el asunto de Bildu tras el bronco debate que el martes protagonizaron Pedro Sánchez y Feijóo, en línea con Isabel Díaz Ayuso (la única dirigente del PP que ha planteado la posibilidad de ilegalizar a los aberzales, igual que Vox) ya insistió en que la renuncia de los siete de Bildu no era suficiente y que debían formalizarla ante la Junta Electoral Central. La iniciativa en el Congreso, que llegaría en el primer pleno de junio, podría votarse días antes de que las corporaciones municipales queden constituidas. En el PP entienden que así presionarán al PSOE, mirando especialmente un territorio: Navarra, donde dan por hecho que el PSN tendrá que pactar con Bildu para mantener a María Chivite en la presidencia autonómica.
■ entonces en La Moncloa José Marí a Aznar, que también presidía el Gobierno el 13 de mayo de 2001, cuando Josu Ternera fuer reelegido. Entre ambas fechas, el histórico de ETA fue también uno de los interlocutores designados por la banda para tratar con el Gobierno popular.
Diez años antes de la irrupción de Josu Ternera en la política, y gobernando Felipe González, ETA presentó al preso preventivo Juan Carlos Yoldi –a quien se atribuyeron atentados cometidos en la comarca guipuzcoana del Goiherri– como alternativa de Herri Batasuna al peneuvista José Antonio Ardanza en la lucha por Ajuria Enea. Ya estaba intentado la izquierda aberzale disputarle al PNV la hegemonía en el mundo nacionalista, en una pugna que no cesa. Yoldi tuvo que renunciar a su acta de diputado un año después, en 1988, al ser condenado por la Audiencia Nacional a 25 años de cárcel.
Concejal en Rentería
Hubo otro miembro de ETA en las lista de las elecciones autonómicas de 1989 en Navarra. Por Herri Batasuna se presentó Guillermo Arbeloa. Iba sexto en la lista. Años después de su incursión en política fue condenado a 23 años por depósito de armas. Arbeloa acabaría apartándose de ETA después de que la banda matara al concejal popular de San Sebastián Gregorio Ordóñez, el 23 de enero de 1995.
Y hubo también unas elecciones municipales antes que estas con un nutrido grupo de etarras en las listas, si bien todos ellos presos, y no con las condenas cumplidas, como ocurre esta vez. En 1995 consiguieron acta de concejal ocho etarras en espera de juicio en Portugalete, Elorrio, Barakaldo, Getxo, Urduliz, Igorre, Santurtzi y Basauri (en Vizcaya) y nueve en Guipúzcoa, en las ciudades de San Sebastián, Pasaia, Andoain, Azkoitia, Ordizia, Oiartzun, Oñati, Basauri y Soraluze. Además, cuatro en Navarra: Pamplona, Burlada, Barañain y Vera de Bidasoa.
Esas elecciones se celebraron con el precedente de una sonada toma de posesión de un acta de concejal en Rentería, una de las localidades duras de la Guipúzcoa de la época. Fue el 7 de mayo de 1992. Escoltado por dos ertzainas y con antidisturbios beltzas en la puerta, entró en el consistorio el preso preventivo de ETA José Manuel Ugartemendia. Un año después, al ser excarcelado, huyó de España. Con el tiempo volvería a sufrir nuevas detenciones. Una de ellas, en 2014, cuando se dejó en una lavandería una pistola que había guardado entre la ropa sucia.
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