El Periódico - Castellano

¿Qué le pasa a Barcelona?

Según la encuesta del CIS sobre ocho capitales, la catalana es la ciudad que más ha empeorado, junto a Madrid. Y Ada Colau suspende, pero puede ser la candidata ganadora

- | Joan Tapia Joan Tapia es presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

La mayoría de barcelones­es no aprueba la gestión de Colau, pero puede ser la más votada y obtener así, si no se forma una coalición alternativ­a de 21 concejales, un tercer mandato

El CIS ha hecho una encuesta sobre las municipale­s en ocho capitales. Dos del PP –Madrid y Zaragoza–, tres del PSOE –Sevilla, Valladolid y Vigo–, más Barcelona (Comuns), València (Compromís) y Bilbao (PNV). Lo más destacable es que en seis, pese a la pandemia y con independen­cia de quién gobierne, se cree que la ciudad ha mejorado en los últimos cuatro años. La ventaja respecto a los que opinan lo contrario van desde los 51 puntos en Vigo (64% contra 13%) a los 2 de Sevilla, pasando por los 11 de València, los 14 de Bilbao, los 13 de Valladolid y los 17 de Zaragoza.

Solo en las dos grandes capitales, Madrid y Barcelona, se cree que la ciudad ha ido a peor, pero en Madrid el saldo negativo es de 4 puntos (39% contra 43%), mientras que en Barcelona este saldo es nada menos que de 25 puntos. El 55% cree que la ciudad ha empeorado frente a solo el 30% que la ven mejor.

Pasemos a la gestión de los alcaldes. Casi todos, sean del partido que sean, aprueban. El máximo es Abel Caballero en Vigo, con un saldo favorable de 62 puntos, seguido de Juan María Aburto (PNV) en Bilbao (35 puntos), Óscar Puente (PSOE) en Valladolid (34 puntos), Jorge Azcón (PP) en Zaragoza (30 puntos), el socialista Antonio Muñoz en Sevilla (17 puntos), Joan Ribó (Compromís) en València (13) y José Luis Martínez Almeida en Madrid (8). La excepción es Ada Colau en Barcelona, con un 38% de opiniones favorables frente a un 54% de contrarias. Es decir, con un saldo negativo de 16 puntos.

Barcelona y Madrid son las dos capitales donde se cree que las cosas han empeorado y Ada Colau es la única alcaldesa cuya gestión suspende. Sin embargo, la misma encuesta dice que Colau podría ganar las elecciones con un 24,8% de los votos y 11-13 concejales (ahora tiene 10), seguida por Jaume Collboni con un 22,5% y 10-12 concejales (ahora tiene 8) y de Xavier Trias, 17,3% y 8 o 9 concejales (subiendo) y Ernest Maragall, 13,2% y 6 o 7 concejales.

La mayoría piensa que la ciudad ha empeorado en el último mandato y tampoco aprueba la gestión de la alcaldesa. Y pese a ello, Ada Colau sería la candidata con más votos. Si así fuera y no se formara una coalición contraria de 21 concejales –nada fácil–, obtendría automática­mente un tercer mandato. Y según el CIS, es el candidato del PSC, Jaume Collboni, que ha gobernado con ella, quien le disputa la primera posición.

Parece un contrasent­ido difícil de explicar. Pero la encuesta da pistas. La mayoría suspende la gestión de Colau, pero una minoría fuerte, el 38%, la aprueba, por lo que la alcaldía tiene un punto de apoyo fuerte, lo que también podría explicar el resultado de Collboni. Además, la oposición está muy fragmentad­a, con tres opositores principale­s a los que los ciudadanos dan mejor nota, pero que se reparten demasiado los votos contrarios. Colau no convence a la mayoría, pero puede tener más votos que las alternativ­as divididas entre los socialista­s de Collboni y dos independen­tistas conocidos (Xavier Trias , alcalde antes que Colau, y Ernest Maragall, el hermano del alcalde olímpico) que se hacen la competenci­a buscando, más allá de las fronteras políticas, los electores disconform­es con Colau.

Colau nació y creció como activista contra los desahucios que siguieron a la crisis del 2008. Luego ha sabido sintonizar con parte de los enojados con un crecimient­o que no corrige las desigualda­des y está alarmado por el cambio climático. Pero sus políticas han pecado de sectarismo. Por eso ha creado poca vivienda social, ha promovido un urbanismo que no cuenta con el coche eléctrico (el futuro) y se ha revolcado en una campaña contra la ampliación del aeropuerto, acusado de ser solo una fábrica de turistas y ocultando que también es un factor esencial para sobrevivir en la férrea lucha de las ciudades por atraer inversione­s y talento.

Barcelona tiene hoy problemas para superar una etapa que, al simplifica­r las alarmas sociales y ecológicas, ha generado una plural mayoría claramente contraria y, a veces, irritada.

Una ciudad sin un liderazgo mayoritari­o que sepa integrar las divisiones tiene claras desventaja­s para afrontar un futuro en el que no se va a regalar nada. Desde los JJOO del 92, Barcelona es un imán que atrae. ¿Cómo conservarl­o cuando los barcelones­es están más insatisfec­hos que los bilbaínos, zaragozano­s o sevillanos? ■

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