Jessica Hausner ataca torpemente al fanatismo dietético
Los peligros de la fe ciega y la falacia de las medicinas alternativas son asuntos de los que la austriaca Jessica Hausner ha hablado a lo largo de su filmografía, pero nunca antes lo había hecho con la tosquedad de la que hace gala en Club Zero. Primera de las películas aspirantes a la Palma de Oro presentadas ayer, arranca con la llegada a un exclusivo instituto de una joven profesora (Mia Wasikowska, desaprovechada) que imparte una asignatura llamada Alimentación Consciente, y que inmediatamente convence a su reducido grupo de alumnos de los beneficios que aporta dejar de comer. Los chavales deciden someterse a las enseñanzas de su gurú como acólitos de una secta terraplanista, y no hace falta explicar más para que sea evidente hacia dónde se dirige la historia a partir de aquí. En lugar de avanzar, en cualquier caso, la película se limita a dar vueltas sobre sí misma, repitiéndose una y otra vez.
Siempre Kaurismäki
Fallen leaves, también presentada ayer a concurso, no es ni más ni menos que lo que se espera del cine de Aki Kaurismäki. La película está protagonizada por un hombre y una mujer, dos seres deprimidos y castigados por una Helsinki hostil. A él lo echan de todos sus empleos porque es incapaz de mantenerse sobrio; ella está tan sola que para invitar a alguien a cenar necesita comprar antes un plato y unos cubiertos. Kaurismäki les da la oportunidad de conocerse, ir a ver una película –de Jim Jarmusch–, compartir una cena que acaba en desastre y darse una segunda oportunidad.
Y sin variar lo más mínimo su método, y aplicándolo a la perfección, nos acaba convenciendo de que, a pesar de que en Ucrania hay una guerra y que el mundo está lleno de gente desalmada, nunca es tarde para conocer a un perro llamado Chaplin y a un alma gemela con la que mitigar la soledad o, al menos, experimentarla en compañía.
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