El Periódico - Castellano

La telepatía de Jordi Alba

- Jordi Puntí

En pocos meses han dicho adiós al Barça tres clásicos como Piqué, Busquets y ahora Jordi Alba. Aunque todavía no se retira y no sabemos donde jugará –igual que Busi–, escribir sobre él tiene aires de obituario. De obituario deportivo, se entiende: al conocer su marcha, repasamos sus 11 años de blaugrana e intentamos fijar la memoria de su futbol. Primero miramos las cifras, que dicen que en estos años marcó 27 goles y fabricó 99 más con asistencia­s.

Luego les damos sentido a los números con el recuerdo. Alba será siempre ese jugador que practicaba la telepatía con Messi: corría la banda izquierda hasta el extremo y, cuando levantaba la cabeza, veía llegar puntual su pase, que él mejoraba de vuelta, o centrando, o incluso rematando a puerta. Messi y Alba: los dos ampliaron el sentido de la expresión «jugar de memoria» y un vídeo de esas jugadas debería figurar en el Museu del Barça.

De Alba recordarem­os también su rapidez de pequeño bólido con el motor trucado, cuando arrancaba y parecía un dibujo animado, con el torso adelantado y más rápido que las piernas. Llegó en el 2012 para ocupar una banda que antes habían compartido Sylvinho, Abidal, Adriano y, ocasionalm­ente, Maxwell, y desde los primeros partidos se convirtió en su dueño indiscutib­le.

En ese puesto Alba ha sido durante años un supervivie­nte, sin relevo real, y quizá hay que interpreta­r su resistenci­a como una fábula moral para que el club saque sus conclusion­es. La etapa del Bartomeu como presidente se recordará también por el desfile de laterales que no cuajaron en ambas bandas. Por la izquierda se le buscaba recambio a Alba para que tuviera competenci­a y llegaron en su momento Lucas Digne y Junior Firpo, ignorando además talentos del Barcelona B como Miranda o Cucurella, que se fueron sin poder demostrar nada.

Ha sido otro joven de la casa, Alejandro Balde, quien ha gozado de paciencia para crecer y ha precipitad­o el adiós de Alba. Por una vez, el círculo virtuoso del kilómetro cero tiene un final feliz y el mutis de Jordi Alba debe verse como un éxito de todos, suyo el primero.

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