El Periódico - Castellano

Zorra y lo que tú digas, Pedro Sánchez

- Pilar Garcés es periodista

Sostiene el presidente del Gobierno que el feminismo es divertido, para defender el churro que representa­rá a España en Eurovisión. Y si no te gusta es que prefieres el Cara al sol. Me olí la tostada cuando la semana pasada mi hija me preguntó: «Mami, ¿qué significa zorra, cuando se lo dicen a una chica?». Algo pasa si un vocablo que tú creías en franca decadencia es tendencia en el patio de un colegio de primaria, pero como nunca es mal momento para una dosis de feminismo le arreé el discurso completo sobre el prejuicio machista, el lenguaje obsoleto, la falta de respeto, la caverna, la caspa, la mirada condescend­iente y censora que hemos aguantado las mujeres a lo largo de la historia, sobre la autonomía de cada cual para hacer lo que quiera con su cuerpo, el consentimi­ento sexual, la libertad de escoger si uno o 40 novios y un largo etcétera, que se resume en «y no permitas que te lo llamen».

Después vino: «¿y perra? ¿y guarra?». Ay de la zoología, de la polisemia y de las polémicas nacionales que socavan nuestros principios más arraigados. ¿Zorra? ¿Bien o mejor? Pues depende de si sale en un concurso hortera de La 1 de TVE o en un documental de la 2.

Resulta que si aborreces el término que nos va a representa­r como país en un festival periclitad­o y crees que una etiqueta no tiene nada de reivindica­ble eres una mala feminista que no te dejas empoderar. A quién le importa, que dijo con mucha más elegancia Alaska hace ya un puñado de años, esta música ligera de cascos. Le importa al presidente del Gobierno, que ha reeditado el famoso concepto de las dos Españas al son del Benidorm Fest, sentencian­do que quien critica la canción ganadora se integra mayormente en la fachosfera «y preferiría el Cara al Sol ». ¿En serio? Cabe reseñar que el tema del dúo Nebulossa, que ha enamorado a Sánchez, cantado con una voz pésima y bailado por señores con corsé, incluye rimas de la altura de «De zorra pasaré a chacal. Te habrás metido en un zarzal. Soy una zorra de postal».

Para este viaje no hacía falta cargarse a Irene Montero, seguimos complacien­do al mismo público y consideran­do transgresi­ón cualquier estribillo infantiloi­de. Habrá feministas que amen la ópera, otras a la Polla Records y otras a Rozalén, y puede que incluso alguna en el Consejo de Ministras tararee con ganas el nuevo himno nacional defendido por la Moncloa, aunque lo dudo. No me veo a la amiga del Papa Francisco, Yolanda Díaz, entonando «Zorra, zorra, zorra. Ya sé que soy la oveja negra. La incomprend­ida, la de piedra». Pero casi todas envidiarán que los Grammy exhibieran con orgullo a una Joni Mitchell de 80 años sentada en su trono, bastón en mano, mientras por aquí encumbramo­s a Vulpes de pacotilla con pretension­es de moraleja.

Me gusta más jefa

Paso de zorra, me gusta más jefa. No quiero ni que se descontext­ualice, ni que se resignifiq­ue; para mí era un concepto propio del habla del patriarcad­o más vulgar muy bien enterrado, y ahora lo han resucitado para que se entone a altas horas de la mañana en bares que no frecuento. «A mí me parece que el feminismo no solamente es justo, sino que es divertido y por tanto este tipo de provocacio­nes tienen que venir necesariam­ente de la cultura», abundó ufano el presidente. La desigualda­d es una fiesta. Pues yo prefiero empoderarm­e con cosas aburridas, competenci­a de su Ejecutivo como que mi salario suba con el IPC o que se ayude a las familias monoparent­ales. Enséñame la pasta, Pedro Sánchez, que el feminismo me lo canto yo.

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Pilar Garcés

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