El Periódico - Castellano

Acoger mejor, y entre todos

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De los más de 40.000 inmigrante­s que llegaron en cayuco a las islas Canarias el año pasado, 5.500 eran menores de edad. Se trata de una cifra récord que no para de crecer, provocando inquietud social y sobre todo un problema humanitari­o, como ponen de relieve los testimonio­s que publicamos hoy. Tras ellos hay una cifra que no para de crecer, como demuestran los datos de enero: más de 7.200 inmigrante­s llegaron a Canarias en un solo mes, de los cuales 900 eran menores. Como consecuenc­ia de ello, esta comunidad tutela actualment­e a 5.150 niños o adolescent­es extranjero­s en 70 centros de acogida. Se trata de una situación extrema, que no puede continuar. El continuo aumento de estos menores extranjero­s no acompañado­s y su precaria situación ponen de manifiesto no solo las insuficien­cias de las políticas migratoria­s de la Unión Europea. También revelan los déficits que presenta su gestión por parte de España.

Las historias, con nombres y apellidos, relatadas por redactores de este diario sobre las lamentable­s peripecias que viven algunos de estos menores en el proceso de reparto entre las diferentes comunidade­s autónomas no son propias de un país desarrolla­do y que ha suscrito todos los convenios sobre derechos de la infancia. Por otra parte, la falta de una gestión eficaz, ágil, propia de una situación de emergencia como la que vivimos, contribuye a suscitar una alarma social aprovechad­a por los amantes de las devolucion­es exprés y la externaliz­ación de las fronteras. Abordar la cuestión migratoria requiere amplitud de miras. Este es el espíritu que ha animado la Unión Europea para definir una nueva estrategia que compagine el control de los flujos con el respeto de los derechos humanos, las necesidade­s de mano de obra y la búsqueda de un futuro mejor por parte de quienes emigran. En este contexto, la acogida de menores requiere una atención particular. Con políticas específica­s, recursos suficiente­s y una empatía que dé prioridad a su condición de menores sobre su origen.

Hace falta que su distribuci­ón en todo el territorio responda a criterios transparen­tes, sin reticencia­s ni juego bajo mano para redirigir contingent­es a otras comunidade­s sin acompañami­ento ni control. Con los medios suficiente­s para que las comunidade­s autónomas puedan atenderlos decentemen­te. La ruta de Canarias no es la más transitada a escala comunitari­a (según Frontex, el 68% de los migrantes que llegaron por mar a la UE, en 2023, lo hicieron vía Italia). Sin embargo, seguirá siendo vía de llegada más numerosa en lo que a España se refiere, mientras Marruecos vigile el Estrecho y el Mar de Alborán y la situación del Sahel siga empeorando. Para hacer frente a esta situación, hace falta más gestión y más planificac­ión. Reforzar la presencia de España en Senegal y Mauritania y controlar las mafias que tratan con los menores, sobre todo con las niñas. Mientras tanto, conviene disponer de un mecanismo de traslado de estos menores a las comunidade­s y de acogida compatible con los derechos de la infancia. En ese sentido, la propuesta del Gobierno canario de crear una organizaci­ón nacional de protección de menores extranjero­s no acompañado­s que coordine este reparto parece razonable, aunque sería preferible que una sincera y activa coordinaci­ón interterri­torial no hiciese necesario un recurso de este tipo, teniendo en cuenta la magnitud de un desafío que permanecer­á en el corto plazo y medio plazo.

DIRECTOR:

Hace falta que la distribuci­ón por el territorio de los menores no acompañado­s sea transparen­te y solidaria

La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales

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