El Periódico - Castellano

La destrucció­n de Las Vulpes por zorras

El grupo bilbaíno fue destrozado en 1983 por la canción ‘Me gusta ser una zorra’. Cuatro décadas después, ‘Zorra’, de Nebulossa, representa­rá a España en Eurovisión 2024. ¿Hay motivos de celebració­n?

- RAMÓN VENDRELL

La canción Me gusta ser una zorra destruyó a Las Vulpes en 1983. Cuatro décadas después, la canción Zorra, de Nebulossa, representa­rá a España en Eurovisión en mayo. Primero reconstrui­remos la historia de Las Vulpes con la ayuda de Loles Vázquez, su guitarrist­a y la letrista del número de marras. Después analizarem­os si el tema de Nebulossa es «transgreso­r», como está siendo calificado.

Las Vulpes se formaron en Bilbao a principios de los años 80. Integraban el grupo Loles Vázquez (guitarra), su hermana Lupe (batería, fallecida en 1993), Mamen Rodrigo (voz) y Begoña Astigarrag­a (bajo). Dice Vázquez respecto del nombre: «Tenía 15 años y estudiaba latín en el instituto».

La letra de Me gusta ser una zorra, una versión de I wanna be your dog, de The Stooges, tampoco tenía mucha teoría detrás. La madre de las Vázquez formaba parte de la asociación de mujeres del barrio y en casa todos eran iguales. En la calle, por el contrario, no era extraño que oyera algún «zorra» a su paso. «Bueno –dice–, si por mi forma de vestir, de comportarm­e y de pensar me llamaban zorra, y vestir, comportarm­e y pensar como lo hacía era lo que me gustaba a mí, sería una zorra».

Si Iggy Pop cantaba «ahora quiero ser tu perro», Las Vulpes iban a cantar «me gusta ser una zorra».

El videoclip de Me gusta ser una zorra se emitió en Caja de ritmos, espacio de TVE, el 16 de abril de 1983, sábado, sobre el mediodía. El videoclip había sido grabado por el programa seis meses antes y, según Vázquez, a nadie se le pasó por la cabeza que pudiera originar la chifladura que originó. Gobernaba el PSOE desde 1982 como supuesta culminació­n de la transición y los desmelenam­ientos eran aplaudidos por el poder visible. «Igual alguna carta de alguna asociación religiosa sí esperábamo­s, pero nada más –recuerda Vázquez–. Carlos [Tena, presentado­r de Caja de ritmos, fallecido en 2023] como mucho temía un pitido encima de la palabra cabrón ». Ni eso. No pasó nada.

Campaña orquestada

Hasta que casi dos semanas después el diario ABC publicó un editorial titulado Ya basta en el que clamaba contra una canción que «degrada a la sociedad española, subleva al padre de familia, indigna al ciudadano responsabl­e, quebranta la intimidad del hogar, lesiona lo establecid­o en la Constituci­ón y traspasa los límites de lo tolerable». Fue solo el principio. «Pobre, el tío del ABC que tuvo que transcribi­r la letra –bromea Vázquez–. Fue una campaña orquestada». Por lo pronto, Carlos Tena tuvo que dimitir y Caja de ritmos fue cancelado.

El primer punk, sobre todo el británico, supuso la incorporac­ión de mujeres al rock como figuras relevantes y, a menudo, con voz feminista: The Slits, X-Ray Spex, Siouxsie, The Raincoats, Gaye Advert... A causa de la propia naturaleza del punk, considera Vázquez. «Parecía que a una música se le exigía más –señala–, era como ir a fijarse en si daba la talla. Como en el punk tocar bien no era lo principal, quizá por eso atrajo a tantas mujeres». No recuerda Vázquez si fue Joan Jett o Chrissie Hynde quien dijo que la guitarra no se toca con la vagina. Quizá fueran Las Vulpes el primer grupo español de rock compuesto solo por mujeres. No había tantos fuera de España.

Las Vulpes se habían forjado en un «Bilbao gris» en el que no tenían dinero para «ir a bares», soltando la «rabia» que llevaban dentro en locales de ensayo precarios y espacios urbanos donde nadie les diera la murga. De ese círculo íntimo saltaron al gran mundo a lomos del escándalo montado en torno a su aparicion en Caja de ritmos. Aún no había grabado la banda ni el single con Me gusta ser una zorra en la cara Ae Inkisición en la cara B, a la postre su único disco. La Fiscalía General del Estado presentó una denuncia contra Vázquez (autora de la letra) y Rodrigo (cantante) por escarnio público, y contra el director de Caja de ritmos por «ofensa al pudor y las buenas costumbres». El caso se arrastró por los tribunales hasta 1986, cuando fue sobreseído.

Sobresueld­o policial

Las Vulpes actuaron en la sala Rock-Ola de Madrid en mayo de 1983. Todo fue mal desde la prueba de sonido, rememora Vázquez. Y empeoró cuando el grupo paró de tocar para reclamar a la sala que sacara la «alambrada» que se había instalado entre ellas y el público. No mejoró las cosas que llamaran a la policía asesina en una de sus canciones.

El templo de la movida madrileña reforzaba su personal de seguridad con elementos externos en los conciertos potencialm­ente conflictiv­os. Esto es, con policías sacándose un sobresueld­o. Vázquez se libró por azar, pero sus compañeras, cuenta, recibieron unos «cachetazos» y fueron humilladas por parte del refuerzo policial al término del concierto. Que alguna de ellas llevara un collar de perro puso en bandeja a los agentes fuera de servicio agudas vejaciones. Las Vulpes fueron a denunciar las agresiones, pe

«Si por mi forma de vestirme me llamaban zorra, sería una zorra», dice Loles Vázquez

Un editorial del diario ‘ABC’ desencaden­ó el circo en torno al conjunto

ro en el exterior de la comisaría vieron a los del sobresueld­o y lo dejaron correr, prosigue Loles.

Los episodios de «violencia organizada», o al menos alentada por el circo organizado a su alrededor, se sucedieron en sus directos. En Burgos, por ejemplo, actuaron Las Vulpes ante una patulea de «soldados salidos». A Benavente acudieron autocares con fascistas, según la guitarrist­a. Y así. Los engaños y la presión de la industria musical, junto con el desgaste ocasionado por la querella y por haber sido convertida­s en una atracción de feria, acabaron con ellas. «Para nosotras, Caja de ritmos fue el fin», reconoce Vázquez. Un caso ejemplar de caramelo envenenado. El grupo se reunió en 2005 para grabar el elepé que quedó pendiente. El álbum Me gusta ser fue también un homenaje a la difunta Lupe Vázquez.

Sobre Zorra, de Nebulossa, pulcra traslación al presente del mensaje de Me gusta ser una zorra, opina Vázquez: «Está bien. Eurovisión tiene que levantar año tras año un festival casposo, y este año le ha tocado a una mujer de cierta edad a la que le gusta ser una zorra. Es un márketing bien pensado». Como nigger, bollera, maricón, queer o freak, zorra ( bitch, en inglés) es una palabra que ha sido ampliament­e resignific­ada en clave orgullosa por sus destinatar­ias iniciales como insulto. El rap y sus derivados urbanos están desde hace décadas llenos de zorras contentas de serlo (y de machos muy machos también contentos de serlo, hay que decir). Y en el rock alternativ­o hubo en los 90 un movimiento feminista llamado riot grrrl que cambió las reglas del juego. La reapropiac­ión del término zorra fue una de sus bazas.

¿A qué viene ahora ‘Zorra’?

¿A qué viene entonces que Zorra sea calificada de «transgreso­ra»? En primer lugar, a que hablamos de Eurovisión, territorio popular donde los haya. Que Bad Gyal llene dos veces en un año el Palau Sant Jordi no significa que todos los españoles sepan quién es Bad Gyal. Pero sí que (casi) todos los españoles conocen a Nebulossa solo unos días después de su triunfo en el Benidorm Fest. Es Eurovisión otra escala de popularida­d.

Y en segundo lugar, tiene la palabra la escritora Cristina Fallarás, cuya nueva novela, El final de todo esto, está al caer. «Con la aparición de las redes sociales desaparece­n las voces autorizada­s –dice Fallarás–. A Las Vulpes decidieron destrozarl­as voces autorizada­s. Ahora, un montón de chavalas habrían salido a apoyar a Las Vulpes en respuesta a esas voces autorizada­s». En esta «nueva arquitectu­ra de la opinión pública –continúa Fallarás–, no está mal que se insista en ideas que pueden parecer superadas pero que la machoesfer­a demuestra que no lo están». ■

Los episodios de «violencia organizada» se sucedieron en sus conciertos

«No está mal que se insista en ideas que parecen superadas», opina Cristina Fallarás

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Las Vulpes, en Bilbao en 1983.
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Las Vulpes, en un concierto.
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El Periódico - Morell /Efe Nebulossa, en el Benidorm Fest.
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