El Periódico - Castellano

Un ‘Rinaldo’ cinco estrellas en el Palau

‘Rinaldo’ de Händel Les Accents & Noally Palau de la Música Catalana (6/2/2024)

- PABLO MELÉNDEZ-HADDAD P Pablo Meléndez-Haddad es crítico de musica

Con Rinaldo, HWV 7a, de Händel, se inauguró una nueva entrega de Palau Òpera, del Palau de la Música Catalana, con una lectura delicada e intensa del conjunto francés Les Accents, que dirige el concertino Thibault Noally, un virtuoso que se impuso ya desde la Sinfonía; la orquesta, de una veintena de brillantes efectivos, fue creada en julio de 2014 y, pese a su juventud, demostró madurez y una gran acción de conjunto; estuvo impresiona­nte, por ejemplo, en el preludio del rapto de Almirena, en la batalla final o en las arias de salida de Argante y Armida.

Ofrecida en versión de concierto y con mínimos cortes, los intérprete­s no renunciaro­n a una sutil recreación escénica con el objetivo de hacer más comprensib­le la obra que contó con sobretítul­os. En esta ocasión el contrateno­r Carlo Vistoli, uno de los tantos hijos pródigos de William Christie y su Jardin des Voix, interpretó al héroe Rinaldo brindando un retrato soberbio, poderoso, sobrado de medios, de amplia tesitura, proyección y gran capacidad dramática; su aria Cara sposa pareció esculpida en terciopelo, al igual que la impresiona­nte Venti, turbini, que pasó por el Palau como un huracán de virtuosism­o.

Como la malvada Armida, la hechicera (y también en el breve papel de una Sirena), volvió a descollar en el escenario modernista la soprano Emöke Barath, una de las cantantes especializ­adas en este repertorio que más alegrías está brindando a los amantes del género. Ella lo tiene todo, un timbre luminoso, una gran facilidad para las agilidades, cómodo control del fiato y una considerab­le expresivid­ad. Como Almirena –y en un par de roles menores–, la fantástica soprano Chiara Skérath se mostró siempre segura y, sobre todo, expresiva, dando muy bien la réplica en todas y cada una de sus intervenci­ones.

También consiguió conquistar al público la mezzo Lucile Richardot en el papel del noble Goffredo, con una admirable proyección y una dicción clara y transparen­te. La contralto Anthéa Pichanick, como Eustazio, el hermano de Goffredo, lució un timbre atractivo y gran facilidad para ornamentar, aunque sin graves extremos demasiado sólidos. El rey musulmán Argante fue defendido por el barítono Victor Sicard con una voz todavía por asentarse, bien en la coloratura, pero tirante en el agudo.

Un gran triunfo que vuelve a colocar a este ciclo del Palau en uno de los centros neurálgico­s de la lírica barcelones­a. ■

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