El dragón de los 9.000 millones de viajes
China se prepara para un récord de desplazamientos internos de los migrantes laborales que regresan a sus hogares para celebrar el año nuevo, el primero en razonable normalidad desde la pandemia.
Marcha el conejo y llega el dragón. Los chinos celebran hoy su primer cambio de año en razonable normalidad desde aquellos rumores sobre una extraña neumonía en Wuhan. Nadie recuerda aquí al coronavirus en vísperas de las empanadillas de la suerte y el resto de la cena pantagruélica, los fuegos artificiales para ahuyentar a los malos espíritus y la rancia gala televisiva.
El año nuevo inicia el Festival de Primavera en China, que constituye el macizo central de ese periodo de 40 días o chunyun. Es una suerte de Navidades en buena parte de Asia por los reencuentros familiares, el desprecio por la báscula y las tradiciones seculares que el desarrollismo no ha erosionado. El país vive estos días la mayor migración anual del planeta. Es una etiqueta ya gastada tras cuatro décadas. El fenómeno nació en la apertura económica con el rol de fábrica global, que exigía un trasvase de mano de obra desde las rurales provincias interiores a las boyantes urbes de la costa oriental. Cuenta China con casi 300 millones de mingong o migrantes laborales que estos días se afanan en regresar a sus hogares para reunirse, probablemente por única vez en el año, con su familia.
En Año Nuevo se regresa, sí o sí, de una forma o de otra. Y en este ejercicio se registrará el mayor número de desplazamientos. Los 9.000 millones actuales superan los previos a la pandemia y triplican a los del año pasado. China acababa entonces de jubilar su política de covid cero y, reventados los diques, el virus se extendió sin bridas en una población virgen. La prudencia, que no las restricciones, rebajó la operación salida.
Escasa oferta de billetes
Ni siquiera una estructura de transportes tan admirable como la china puede lidiar con ese éxodo sin problemas. La informatización de la compra de billetes en 2010 acabó con las aglomeraciones en las estaciones de tren, las esperas desquiciantes y las reventas. Pero muchos lamentan ahora los escasos billetes para la demanda a pesar de los trayectos adicionales. Tampoco es extraño que los temporales atenten contra la operación. Ha ocurrido también este año, abundante en fenómenos meteorológicos extremos. La nieve ha cancelado cientos de trenes y vuelos y ralentizado la circulación en las carreteras.
■