El Periódico - Castellano

Los Pirineos se quedan sin apenas nieve

Los datos demuestran que cada vez es más difícil encontrar grandes capas de forma regular.

- GUILLEM COSTA

La sequía se puede resumir en varias imágenes: la vista desoladora del pantano de Sau, las obras en el puerto de Barcelona para recibir barcos cisterna o los bosques en agonía. Pero otro epicentro de la crisis hídrica está en las montañas. «Observamos cómo el paisaje de los Pirineos va cambiando poco a poco», afirma Sarai Sarroca, directora del Servei Meteorològ­ic de Catalunya (SMC-Meteocat). No solo lo confirman las fotografía­s de las últimas semanas, sino también los datos. Los meses de diciembre y enero de este invierno han sido de récord (negativo): las cubiertas de nieve o bien son mínimas o, en algunos casos, directamen­te inexistent­es. La sequía se ha instalado también en la alta montaña.

Es cierto que se esperan ciertas lluvias (y segurament­e nevadas) este fin de semana. Pero el episodio no dará la vuelta a una tendencia que se evidencia si se analizan los datos de los últimos 20 años. Sarroca admite que cada vez es más difícil ver los Pirineos cubiertos de nieve de forma regular: «Valoramos el índice de gravedad de la sequía por su intensidad y la extensión territoria­l, pero otro valor clave son las altas temperatur­as».

Este enero fue el más cálido desde que se recopilan datos climáticos. Este tipo de registros, sumados a la falta de lluvia, convergen en un cóctel fatal, que ha dejado lugares tan icónicos como el puerto de la Bonaigua muy por debajo de su grueso de nieve medio. «Solo se recuerdan cantidades de nieve como los actuales en 2002 y 2007», precisa la directora del Meteocat.

Durante el siglo pasado, uno solía planear sus ratos de ocio en los Pirineos sin estar obsesivame­nte pendientes del cielo. Por lo general había nieve porque hacía frío. Sin embargo, ahora, para planear un fin de semana de esquí muchos prefieren asegurarse de que ha habido una gran nevada antes de montar la expedición.

«El calor es realmente alarmante, puesto que acelera el deshielo y debilita la poca nieve que hay», expone Sarroca. ¿Y esto qué consecuenc­ias tiene para los ríos y los embalses? Para que el deshielo sea útil de cara a las reservas de agua, lo ideal es que su momento álgido llegue en primavera y de forma progresiva.

La nieve se va fundiendo lentamente. Llega a los arroyos, a los humedales montañosos, a los ríos y finalmente en los embalses. El problema es que si el deshielo es temprano y acelerado, este proce

«La falta de nieve tiene consecuenc­ias graves para la flora y la fauna» MARC GARRIGA

DIRECTOR DEL PARQUE NATURAL DEL ALT PIRINEU

so acaba aportando mucha menos agua a los ecosistema­s.

Durante lo que llevamos de invierno, las comarcas catalanas que más han sufrido la escasez de nieve son la Cerdanya y el Ripollès. Así lo contatan los registros de los observator­ios de Malniu y Vall de Núria, sin prácticame­nte nieve. «Solo se han acercado a los grosores habituales en el Vall d’Aran, un valle atlántico. En el resto de los Pirineos la situación es crítica», afirma Sarroca. Los montes aragoneses tampoco se salvan de la tra

gedia, aunque en este caso el calor ha sido más dañino que la falta de agua. De hecho, un estudio reciente apuntaba que el glaciar del Aneto, ya muy mermado, podría desaparece­r en los próximos años.

La poca nieve también afecta al ecosistema. Marc Garriga, director del parque natural del Alt Pirineu, lo ilustra con un caso flagrante: «Las plumas del lagópodo alpino, en invierno, emblanquec­en. Por lo tanto, si no hay nieve, esta ave es el blanco perfecto para ser depredada, ya que no se puede mimetizar. Esto es un drama, sobre todo en los Pirineos orientales, porque los ejemplares no encuentran rincones nevados donde esconderse».

El urogallo también padece la falta de nieve. «Su estrategia invernal pasa por subir de cota y esconderse en los árboles, porque sabe que los depredador­es no subirán hasta ahí. El problema es que, sin nieve, no dudan en acercarse», detalla. El rododendro o el arándano son dos plantas que también requieren una capa de nieve generosa que las aísle del frío: «Así quedan protegidas de las heladas, que pueden ser letales para estos arbustos».

«El calor es alarmante: acelera el deshielo y debilita la poca nieve que hay» SARAI SARROCA DIRECTORA DEL METEOCAT

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