El Periódico - Castellano

Catalunya empieza a reducir los caudales de los ríos por la sequía

Científico­s advierten de los graves riesgos para el ecosistema de esta medida del Govern que ya se percibe en el Ter y el Muga.

- G. C.

Para entrar en un río normalment­e se necesitan unas largas botas de pesca. Sin embargo, los ecologista­s que ayer invadieron el lecho del río Muga para protestar contra la decisión del Govern de reducir el caudal de los ríos lo hicieron con un calzado normal. Este río ampurdanés, en los tramos de Peralada y Cabanes, está completame­nte seco y se ha transforma­do en un cantorral yermo.

«La imagen es un argumento de peso contra del recorte drástico de los caudales ambientale­s mínimos impuesto por la Generalita­t», critica Arnau Lagresa, miembro de IAEDEN (Institució Alt Empordanes­a per a la Defensa i Estudi de la Natura). Pone palabras al malestar de más de 20 asociacion­es ecologista­s (entre las cuales la XCN, Xarxa per la Conservaci­ó de la Natura), que una semana atrás llevaron esta acción a la fiscalía en forma de denuncia. «Entendemos que se deba asegurar el agua de boca, pero la segunda prioridad ha de ser el mantenimie­nto de los ecosistema­s fluviales, que ya están tocados de muerte», detalla Lagresa.

Considera que la decisión es «una condena» para el río y las especies que habitan en su cauce. Además, las plataforma­s de la zona no logran comprender por qué el Muga es el río donde más se restringir­án los caudales.

La ACA preveía reducir los caudales del Llobregat, el Ter y el Muga. Y los dos primeros afectados son los dos ríos del norte. En menos de una semana, el Muga ha pasado de 135 a 100 litros por segundo. El Ter, desde la presa del Pasteral, ha pasado de 2.000 metros por segundo a 1.600. El Govern, desde el primer día, ha insistido en una idea: las reduccione­s serán progresiva­s y, si se detectan efectos graves sobre los ecosistema­s, se pararán.

Esta explicació­n no convence a los colectivos. La otra baza del Eje

Las limitacion­es se detendrán si se detectan efectos graves, insiste la Generalita­t

cutivo catalán para defender su decisión las llamadas hidropunta­s, unas acciones que consisten en aumentar los caudales durante unas horas, dos veces por semana, para aliviar los hábitats fluviales. Sin embargo, Lagresa opina que no son suficiente­s.

Marc Ordeix, biólogo especializ­ado en ríos, comparte la tesis: «¿De qué le sirve a un pez disponer de agua dos días por semana? ¿Te imaginas que a ti te dicen que solo

puedes respirar dos veces cada siete días?». Ordeix, que dirige el CERM (Centre d’Estudis dels Rius Mediterran­is), expone tres situacione­s muy llamativas. Empieza por el aliso, un árbol típico de los bosques de ribera: «En los últimos años están muriendo en gran cantidad. Los alisos necesitan tener siempre las raíces húmedas. Y si el río se seca o se constriñe, mueren o quedan muy maltrechos». El segundo protagonis­ta es un molusco muy escaso, la náyade, cuyas poblacione­s han disminuido de forma drástica pese a varias estrategia­s de conservaci­ón. El último caso, también en peligro, es el del mirlo acuático, un pajarito que requiere un caudal algo potente para comer y sobrevivir. Están en peligro.

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