El Periódico - Castellano

Dos hermanos detenidos por la muerte de su madre en Cantabria

La Guardia Civil cree que golpearon y mataron a la mujer tras una discusión familiar vinculada con los estudios y las tareas escolares.

- LUIS RENDUELES

Silvia López murió asesinada en su casa de Castro Urdiales (Cantabria). Sus dos hijos adolescent­es, de 13 y 15 años, con su madre ya apuñalada y muerta en casa, decidieron fingir que alguien la había secuestrad­o: le pusieron una bolsa de basura en la cabeza, le recogieron las manos y trasladaro­n su cadáver hasta el coche, en el garaje, según se desprende de la investigac­ión de la Guardia Civil. Luego, los dos hijos de Silvia metieron el cuerpo de su madre en los asientos de atrás. Uno de los menores tuvo un pequeño percance al mover el coche contra la pared del aparcamien­to. La abuela de los niños fue la que, poco después de las 21.20 hors del 7 de febrero, avisó a la Guardia Civil. La mujer había llamado por teléfono y uno de sus nietos le había dicho que alguien había entrado en la casa y los estaba «se

cuestrando» en ese mismo momento. Luego, la comunicaci­ón se cortó. Los investigad­ores de la Guardia Civil de Cantabria acudieron a la casa para tratar de resolver lo que parecía ser un secuestro. En la vivienda no había nadie; en el coche de la mujer estaba su cadáver. Ni rastro de los dos adolescent­es, de origen ruso y adoptados. Tampoco estaba el padre, que tenía turno de noche y estaba trabajando.

Sin dinero ni móvil

Esa madrugada, poco después de las dos, la Guardia Civil localizó a los menores en los acantilado­s del parque Cotolino. No llevaban dinero ni teléfono móvil. No tenían plan de fuga. El hermano menor, de 13 años, no puede ser acusado de ningún delito, según la legislació­n española. Después de ser explorado, fue tras

ladado a un centro de menores. El hermano mayor, de 15 años, fue puesto a disposició­n de la Fiscalía de Menores, que pidió su internamie­nto en un centro cerrado durante seis meses por un presunto delito de asesinato.

Los investigad­ores tratan de reconstrui­r el incidente que precipitó el crimen. Ni la mujer ni su marido ni los hijos tenían ninguna denuncia presentada por episodios de violencia. Tampoco habían intervenid­o los servicios sociales del municipio. Lo que se sabe es que Silvia López, de 48 años, era una persona religiosa y estricta con la educación de sus hijos. Las primeras hipótesis contemplan que el crimen se produjo después de una «discusión familiar» originada por las normas de conducta y vinculada al tiempo que dedicaban al estudio y las tareas escolares.

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