Un Nesbo terrorífico recibe el Carvalho
El escritor noruego, creador del detective Harry Hole y referente de la novela negra nórdica recibió ayer el premio a toda una trayectoria del festival barcelonés. Presenta nueva novela, con elementos de terror.
El teléfono carnívoro es el primer título que pensó para su último libro, La casa de la noche. Aún le gusta, e ilustra aún mejor este giro hacia el terror, que asegura que es volver a sus «raíces, a cuando era niño», del noruego Jo Nesbo, indiscutible referente de la novela negra nórdica, aunque diga que no se ve «representante de nada». Ayer recibió el Premio Pepe Carvalho en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, en el marco de BCNegra.
Horas antes, el creador del atormentado Harry Hole, del que ha publicado 13 títulos desde que le dio vida en 1997 en El murciélago, habló ante la prensa sobre su protagonista estrella. «Al principio era un detective duro y ahora es más humano», valoró. Lo creó como un «estereotipo del detective americano», inspirado más en el Sin City de Frank Miller que en Raymond Chandler y Dashiell Hammett y tiene «un pie en la novela negra norteamericana clásica, el hard boiled, y otro en la cultura nórdica». Y fue contundente sobre si percibe el final del personaje: «Sí, pero si lo dijera debería dispararos».
«Escribir novela negra, de misterio, de asesinatos, es hacerlo sobre la condición humana. Creo que de alguna forma ha sustituido a la literatura religiosa, porque tiene que ver con los individuos y con los dilemas morales», apuntó Nesbo (Oslo, 1960), que rebuscó en «los miedos» de su propia infancia cuando se planteó escribir La casa de la noche (Reservoir Books / Proa), novela sin Hole, de la que ya prepara guión cinematográfico.
El miedo como combustible
«Me espantaba todo, cuando veía pelis de terror, me escondía o cerraba los ojos, aún me pasa a veces. Mi imaginación siempre me lleva a lugares que dan miedo. Es la gasolina, el motor de mi escritura, si no reaccionase ante cosas que dan miedo no podría escribir», confesó quien ha vendido más de 50 millones de libros en 50 idiomas.
La casa de la noche empieza con una llamada de broma desde una cabina telefónica que devora, literalmente, al joven amigo del protagonista, Richard, un chaval de 14 años que ha perdido a sus padres y es nuevo en un pueblo donde, cla
«La novela negra ha sustituido a la literatura religiosa, tiene que ver con el individuo y la moral»
ro, nadie le creerá. Un personaje marginado en la nueva escuela que hallará pistas de lo ocurrido en una pesadillesca casa ligada en el pasado a un joven que «se volvió malo» tras ser acosado en la escuela.
Rescata Nesbo de la memoria los viajes en coche que de niño hacía con su familia en verano, cuando quedaba fascinado por la visión de casas abandonadas, que le resultaban inquietantes y cuya aura le llevaba a imaginar cosas terribles en su interior. Y recuerda cómo de pequeño, siendo el menor de su grupo de amigos, estos le elegían para explicar historias de fantasmas. «Luego descubrí que les gustaba porque notaban el miedo en mi voz. Me veo como un contador de historias», confiesa.
«Soy fruto de mi cultura escandinava pero también de la tradición americana», afirma quien se identifica más con Jim Thompson que con referentes de la novela negra nórdica, como Sjöwall y Wahlöö, Mankell o Stieg Larsson.
En La casa de la noche, «más una película de terror» que una novela, señala, hay claros ecos de los relatos de miedo de las revistas pulp norteamericanas de la primera mitad del siglo XX, de las películas de serie B de los 80 y de grandes del género, de Lovecraft al rey del terror: Stephen King. Pero también algunos que los propios personajes citan: La metamorfosis de Kafka, El señor de las moscas de William Golding o la película de George A. Romero La noche de los muertos vivientes.
A Nesbo, que además de la serie de Hole ha publicado numerosas novelas independientes, como Headhunters, El reino o Macbeth,
no le faltó una anécdota: cómo entre sus amigos suelen usar una expresión recurrente «Barcelona es grande». Se remonta a hace años, cuando vinieron a la ciudad juntos desde la mucho más pequeña Oslo y uno de ellos conoció a una barcelonesa. «Fue un amor a primera vista, pero ella tenía novio. Aun así le dijo que la última noche que él estaba en la ciudad salieran a cenar. Él temía que se encontraran a su pareja, pero ella le dijo: ‘Tranquilo, Barcelona es grande’».
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