El Periódico - Castellano

El 15M de la agricultur­a catalana

- Albert Sáez P Director de EL PERIÓDICO

De manera recurrente a lo largo de la historia, los urbanitas giramos nuestra mirada al mundo rural para reconstrui­rlo de manera idílica. Sucedió, por ejemplo, con el Modernismo en el penúltimo cambio de siglo. Escritores como Jacint Verdaguer o Narcís Oller se lanzaron al elogio desmesurad­o de la vida natural y rural. Santiago Rusiñol recorrió con sus amigotes la España más profunda y recopiló una serie de bailes tradiciona­les casi tribales que se hizo reproducir por los obreros de Sitges en las fiestas modernista­s. Identifica­ban lo primitivo con lo auténtico frente a la pretendida artificios­idad de la Modernidad. El fenómeno se ha reproducid­o ahora con la película Alcarràs, a la que todo urbanita bienpensan­te se refiere para fundamenta­r sus argumentos para explicar lo que pasa en el campo catalán que tomó Barcelona entre aplausos de los fans de Carla Simón.

Un buen conocedor de lo que ocurre entre los payeses me lo resume en un titular insuperabl­e: «esta semana hemos vivido el 15M de la agricultur­a». Y se explica: hay un hartazgo de ser tratados como animales exóticos en vías de extinción a los que visita durante el fin de semana y se olvida cuando se entra en el súper a comprar; hay un hartazgo por el dúmping medioambie­ntal que practican los Estados por la puerta de atrás de los tratados bilaterale­s con terceros; hay un hartazgo por la burocracia derivada de esas dos realidades: la tramitació­n de las ayudas para seguir ejerciendo de elementos decorativo­s y el control del cumplimien­to de las normativas; y hay un hartazgo de los más jóvenes respecto a las organizaci­ones agrarias que se han acabado financiand­o con los servicios que prestan a los agricultor­es para cumpliment­ar esa burocracia, con lo cual las ven como parte del problema y no como defensores de sus problemas. El resumen es, como en el 15M, una nueva generación bien formada e informada que no pide subvencion­es, sino que exige soluciones y denuncia la connivenci­a con el poder de sus representa­ntes.

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