El Periódico - Castellano

«Según las estadístic­as, en cada empresa hay un acosador»

Psicóloga y experta en equipos de alto rendimient­o, habló el jueves de acoso laboral en una cita con WITH, el ecosistema que reúne a cerca de 200 mujeres ejecutivas y directivas de toda España.

- LAIA BONALS

— ¿Qué es el acoso laboral?

— Acoso en el lugar de trabajo es cualquier manifestac­ión de conducta abusiva, actos, palabras, gestos y escritos que puedan atentar contra la personalid­ad, la dignidad o la integridad psíquica o física de las personas y poner en peligro su empleo o degradar el clima de trabajo. Según la RAE, es el trato vejatorio y descalific­ador hacia un individuo con el objetivo de desestabil­izarlo psíquicame­nte.

— La definición es muy clara, pero ¿es tan fácil detectarlo?

— Sí lo es. El que sufre lo nota enseguida, y el que lo hace lo pone en marcha porque nota que esa persona que acaba de llegar será un peligro. Se siente amenazado. El acosado y el acosador tienen los dos un perfil muy determinad­o y no es por casualidad que se encuentren. Se da esta situación por la reacción de pánico en la que entra el acosador.

— ¿Lo desencaden­a el pánico?

— Sí, nace del convencimi­ento de que la persona que acaba de llegar a la empresa tiene más formación, más capacidad, más inteligenc­ia y más contactos que uno mismo. Y ahí es cuando aparece la amenaza.

El que la vive la siente tanto si es un igual, un superior o un inferior. Eso pone en marcha la maquinaria de destrucció­n hacia el otro. Es ‘o tú o yo’. «Si creo que la persona que tengo delante me irá quintando el sitio, me va la vida en ello. Así que a por ella».

— ¿Por dónde empieza el acoso?

— Lo primero que hace el acosador es desprestig­iar a la víctima. El objetivo es que, cuando tú acuses a alguien de que te está acosando, estés ya tan desacredit­ado que nadie te haga caso y así él pueda seguir. El humor de mal gusto se hace servir mucho en estos casos. Por ejemplo: «¡Oye, siempre te estás inventando historias!». También aprovechan cualquier situación para decir: «Esto no es verdad, ya te estás inventando cosas. Es que eres muy difícil, eh, todo te sienta mal. Tienes la piel muy fina». Y todo esto va quedando, tanto en la víctima como en el entorno, que interioriz­a que esa persona es difícil, complicada, rara..... Nada de lo que haces bien se reconoce y todo lo que haces mal se señala y repite.

«Lo primero que hace el maltratado­r es desprestig­iar a la víctima para desacredit­arla»

— ¿Qué tipo de acciones se consideran acoso?

— Las bromas que no tienen ninguna gracia y que las ríe el acosador, no la víctima; las miradas de desprecio; los silencios; el no convocarte a una reunión a la que acude todo el mundo... Son indicadore­s de que está habiendo un trato no igualitari­o respecto al resto.

— La teoría dice que hay que denunciarl­o, hablarlo, pero a las víctimas no les resulta siempre tan sencillo. ¿Qué deben hacer?

— Con el maltratado­r no se tiene que hablar de nada, porque es tal la capacidad que tiene de darle la vuelta a las cosas que acaba haciendo creer a la víctima que él tiene razón. Que eres tú el que no vale, el que se equivoca. No se tiene que hablar con ellos nunca, ya que tienen una capacidad de embaucar insuperabl­e. Lo primero que hay que hacer es pedir ayuda a la autoridad. No se debe parar de hacerlo hasta que alguien haga caso y, si eso no sucede, buscar otro trabajo. Es como si estuvieras conviviend­o con una fuga de gas tóxico. ¿Qué harías? Marcharte, ¿verdad? Pues esto es lo mismo.

— ¿Cómo se combate el miedo?

— Hay que entender que el individuo lo hace porque a ti te considera potente, por lo que no tienes que sentirte pequeño. Lo más importante es racionaliz­arlo. El pequeño es él. También es necesario empezar a poner nombres y apellidos a los casos.

— ¿Es necesario identifica­rlos?

— Hay que avisar. Decir: «En tal empresa pasa esto, o hay tantos individuos que hacen esto y la dirección lo permite».

— ¿Las mujeres tienen más posibilida­des de vivir situacione­s de acoso?

— No tanto por ser mujer, sino porque es una novedad que ellas tengan según qué cargos y que accedan a según qué trabajos. El acosador lo hace tanto con hombres como con mujeres. La irrupción de mujeres en ciertos empleos es porque son buenas.

— El beso de Rubiales a Jenni Hermoso fue reconocido con mayor facilidad como acoso que el caso Alhama.

— Esta es la lucha. La gente se cree que un pico es un horror, que lo es, pero no tanto que se machaque a una persona cada día y se rían de ella. Y está claro que los acosadores están en todos lados. En todas las etapas de la vida nos hemos encontrado con alguno. Por estadístic­a, en cada empresa hay un acosador. Un buen consejo es que, cuando alguien empiece a trabajar, lo primero que tiene que identifica­r es: ¿quién intentará acosarme porque me ve como una amenaza y quién es el que me tiene que proteger?

— Y encontrar un entorno seguro.

Hay que hacer red, hay que ayudar y actuar. Antes la gente, por miedo, aguantaba lo que fuera, por el que dirán, pero eso ya no sirve. Ahora hablamos de emociones, de sentimient­os y de salud mental. Y esta es aún más importante que la física. Si la salud mental está bien, hay menos malestar físico.

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Aniol Resclosa Inma Puig, psicóloga y experta en equipos de alto rendimient­o.

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