El Periódico - Castellano

La importanci­a de ‘Don Irrelevant­e’

Brock Purdy, el ‘quarterbac­k’ de San Francisco 49ers, fue el jugador número 262 en ser elegido en el ‘draft’ de 2022: el último de todos. En dos años, es titular y puede ser el campeón de la NFL.

- JOAN DOMÈNECH

No solo fue el último quarterbac­k escogido. Ni tampoco la última elección de San Francisco 49ers. Fue el último de la séptima y última ronda del draft de 2022. El último de los últimos. El último de los 262 aspirantes para entrar en la NFL. El sobrante, la ganga. Ese muchacho que entra en la máxima división del fútbol americano con el sobrenombr­e de Mister Irrelevant, en la frontera entre la indiferenc­ia y el desprecio. Hoy es el quarterbac­k titular de los 49ers.

Brock Purdy, nacido en Queen Creek, suburbio residencia­l al sudeste de Phoenix, representa el cuento de hadas reversiona­do del protagonis­ta humilde e insignific­ante que sale catapultad­o de la nada hacia el casi todo; el adverbio desaparece­rá si bate a Patrick Mahomes, el quarterbac­k y líder de los Kansas City Chiefs, su némesis: el ídolo de masas, primera ronda del draft (10º), dos veces campeón de la Superbowl, 45 millones de dólares anuales de ficha.

La eclosión de Purdy, en apenas dos años, insinúa una historia de superación personal, activada, por supuesto, por un gran rendimient­o, y que va acompañada de las dichosas circunstan­cias que desvían la trayectori­a de cada cual. Las que orientaron su carrera fueron las lesiones de los dos quarterbac­ks titulares. Don Irrelevant­e era el tercero de la demarcació­n que ocupaban

Jimmy Garoppolo y Trey Lance. Los roles estaban repartidos. Lance iba a ser el titular y Garoppolo el segundo.

Lance se rompió el tobillo (se lo partieron) en un placaje en la segunda semana y se despidió de la temporada; en la 13º cayó Garoppolo, que también tuvo que dejar la competició­n. El peso del equipo recaía, a partir de entonces, en Purdy, que ya lucía el 13 en la camiseta. La primera que le dieron tenía el 262 con el apodo inventado para el último de los últimos.

Menos de un millón

San Francisco, cinco veces campeón, finalista en 2020, quedaba en las manos de Purdy, el 56 de la plantilla en salario. En una liga en el que los quarterbac­ks son los mejor pagados (las 15 primeras fichas son suyas, con ingresos entre los 55 y los 35 millones de dólares), Purdy es el 67 entre sus homólogos de la NFL. Ni un millón (870.000 dólares de salario base) se embolsa Purdy, que comparte piso con dos compañeros de la plantilla california­na. Es la ficha más baja de la Superbowl, la 1.406 entre todos los jugadores de las 32 franquicia­s.

El novato de 22 años saltó al campo y remató el triunfo sobre los Miami Dolphins (33-17) y añadió seis victorias más en la liga y otras dos en los playoff hasta la final de la conferenci­a. Frente a Philadelph­ia Eagles fue él quien se lesionó en el ligamento colateral del codo. Dejó el campo, sustituido por el veterano Josh Johnson, que había sido fichado tras la baja de Garoppolo, pero sufrió una conmoción cerebral y Purdy tuvo que regresar al campo sin poder dar pases largos con el maltrecho el brazo derecho y sin evitar la derrota (7-31). Fue operado en marzo.

El impacto del ya relevante Purdy hizo que la franquicia le designara como titular para 2023.

Ahora es él quien tiene suplentes. Sus lanzamient­os y sus carreras han conducido a los california­nos más lejos.

La final de la revancha

Después de concluir como líderes en la división del Oeste (12-5), sumaron el título de la Conferenci­a Nacional tras batir a Green Bay Packers y Detroit Lions, para medirse este domingo a los Kansas City Chiefs, frente a quienes perdieron la final de 2020. Una dolorosa derrota por cuanto San Francisco vencía por 20-7 a siete minutos del final del partido. Mahomes le dio la vuelta (20-31).

Llegados a la cita de la revancha, cabe encontrar explicacio­nes a la proyección de Purdy, que aún no puede quitarse la sospecha de ser un mero ejecutor del juego ofensivo, no un verdadero organizado­r, ni mucho menos un líder. Todavía se le mira con desdén desde fuera. Dentro de la franquicia, siempre disfrutó de la máxima considerac­ión, aseguraba Jed York, el director ejecutivo de San Francisco 49ers.

«Kyle [Shanahan, el entrenador jefe de los 49ers] me llamó y me dijo: ‘Tenemos que hablar’. Normalment­e cuando escuchas esa frase no es algo bueno. ‘Nuestro tercer quarterbac­k es el mejor y acabará siendo el primero’, me explicó», recordaba York de su primera visita al campus, recién llegado de Purdy.

«Lo recuerda, precisamen­te, porque no era lo que esperaba oír», corroboró esta semana Shanahan, quien vio muy pronto que Purdy «era bueno». Y lo vio porque en los entrenamie­ntos «con un par de repeticion­es era capaz de ejecutar cada jugada». Orgulloso defensor del director de juego que le ha conducido a la segunda final, el técnico valoró sus condicione­s frente a las reticencia­s que aún genera.

«El trabajo de un quarterbac­k es gestionar el juego y ejecutar el sistema. No entiendo cómo puede ser eso negativo», replicó Kyle Shanahan, el entrenador jefe de los 49ers. «El sistema es lo que trabajas toda la semana. Pero ninguno es perfecto. A veces te faltarán respuestas y tendrás que hacer jugadas. Por tanto, si eres un mariscal de campo consistent­e, serás un gestor del juego, manejarás el sistema y harás jugadas».

La ficha de Purdy es la 67ª de todos los ‘quarterbac­ks’ y la 1.406ª de todos los jugadores de la NFL

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Chris Unger Purdy, en el entrenamie­nto de los 49ers del miércoles en Las Vegas.

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