El desafío de Jepkosgei en BCN
La atleta keniana, ganadora de los maratones de Londres y Nueva York, regresa a la Mitja Marató para superar el segundo puesto del año pasado. «No corro para hacer récords. Corro para superarme a mí misma», asegura la estrella, principal favorita de la prueba de mañana.
Joyciline Jepkosgei (Kenya, 1993) llega sonriente a la Fuente de Montjuïc. Se quita el abrigo para la fotografía de presentación de la élite de la Mitja Marató, aunque se lo vuelve a poner rápidamente. Los atletas empiezan a pasar frío y toca volver al hotel a descansar. Jepkosgei está relajada, ya sabe lo que es correr esta prueba. El año pasado quedó segunda detrás de Irine Kimais, aunque logró su mejor marca personal en media distancia (1.04.46). Este domingo, la gran favorita de la prueba buscará la victoria.
La keniana fue la primera mujer en romper la barrera de la hora y cinco minutos en un medio maratón. Lo hizo en Praga en 2017, cuando tenía 23 años. «No corro para hacer récords. Corro para superarme a mí misma, mi marca personal», explica en conversación con este diario. «Cuando estoy en la línea de salida no pienso en eso... Pero los récords a veces llegan en situaciones que ni esperas ni tienes preparadas», añade.
«Correr, comer y descansar», sintetiza una de las personas que cuidan a los corredores mientras están en la capital catalana. Ese es, a grandes rasgos, el modo de vida de estos atletas. Entrenan cada día. El día previo a la carrera, toca un trote lento de unos 40 minutos para estirar las piernas antes de afrontar los 21,097 kilómetros de mañana. «El atletismo me ha permitido viajar y conocer el estilo de vida de otra gente. He aprendido mucho de otros atletas y de gente de todo el mundo», expresa Jepkosgei.
Inicios en la escuela
La atleta, de 31 años, sigue viviendo en Kenia, donde empezó a correr de pequeña en la escuela. «Allí había un profesor que nos inspiró y nos motivó a correr, aunque los entrenamientos en la escuela no eran demasiado serios».
La evolución como atleta llegó cuando conoció al que hoy día es su marido: «Cuando estaba en la escuela mi marido estaba en otra escuela muy cercana, habíamos coincidido en alguna competición de atletismo. Cuando acabé secundaria, empezamos a quedar y a partir de allí me entrenó para mejorar. Ese entrenamiento ha sido el que me ha ayudado a alcanzar el nivel que tengo ahora».
Debutó como profesional el año 2015 en Nairobi. Pronto empezó a destacar hasta llegar a la victoria en el medio maratón de Praga tan solo dos años después, donde no solo bajó la barrera de la hora y cinco minutos, sino que consiguió cuatro récords mundiales al pasar por los kilómetros 10, 15 y 20. Ya en 2019, debutó en una de los maratones más emblemáticas, el de Nueva York, y lo ganó. Lo mismo hizo en Londres 2021. Dos grandes maratones antes de los 27 años.
Jepkosgei tiene un hijo de 11 años, Brendon. «Ser mujer es complicado porque normalmente tienes que estar con la familia, criar a los niños...», argumenta. «Mi marido me ayuda en todo para que me pueda centrar principalmente en correr. Por eso he conseguido compaginarlo bien y tener tiempo para entrenar y tiempo para estar con la familia», asegura.
«El mejor momento para mí es cuando gano la carrera», confiesa la corredora keniana. Ese es su principal objetivo mañana, en una Mitja Marató con 28.000 inscritos, cifra récord que la convierte en la media más grande de España y la segunda de Europa por detrás de la berlinesa. «Ganar carreras me hace seguir, me motiva y me da una progresión».
Convivir con el dolor también forma parte del atleta: «El dolor está allí para cualquier ser humano. Incluso alguien que no es corredor tiene dolor en alguna parte. Tenemos que aprender a sobrevivir al dolor, aprender a hacerlo para cuando este llega», expresa.
«Cuando me retire quiero entrenar a chicas jóvenes para que puedan tener la oportunidad de ser profesionales como yo, o incluso mejores», asegura la atleta. «Las chicas muchas veces tienen el talento, pero es más difícil que tengan la oportunidad y que tengan una referente que las motive cuando son jóvenes», concluye.
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«Tenemos que aprender a sobrevivir al dolor», afirma la africana, que tiene un hijo de 11 años