Galicia, el primer examen tras el 23J
Es probable que la izquierda, con cuatro candidaturas de las que solo dos, BNG y PSdeG, tienen posibilidades reales de obtener escaños, haya generado demasiadas expectativas sobre la posibilidad de arrebatarle al PP la mayoría absoluta y, por tanto, el Gobierno de Galicia. Pero lo cierto es que los propios dirigentes populares han abonado esa hipótesis con las muestras de nerviosismo que han dado en los últimos días. Puede que estemos asistiendo tan solo al desarrollo de las distintas estrategias para movilizar el voto propio y desmovilizar el ajeno, pero también podría ser que los sondeos que manejan los partidos vaticinen un resultado tan ajustado que les haga pensar que no hay nada seguro. No es el caso de las encuestas que publican los medios, con la excepción nuevamente de la del CIS de Tezanos, siempre sesgada hacia la izquierda, que coinciden en augurar una victoria clara de los populares. El sondeo que publica hoy EL PERIÓDICO pronostica, por ejemplo, una nueva mayoría absoluta del PP, aunque podría perder hasta cuatro escaños.
Lo que sí parece evidente, en todo caso, es que las elecciones gallegas del próximo domingo suponen el primer test real al que se someten los dos bloques políticos tras el 23J. No son unos comicios que algunos estén dispuestos a circunscribir a los confines de la comunidad autónoma, sino que tienen mayor trascendencia y servirán para medir el grado de confianza de los ciudadanos en los dirigentes políticos estatales, en particular, en el anterior presidente gallego y actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y en el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Así, el resultado que obtenga el PP puede fortalecer o debilitar el liderazgo interno y externo de Feijóo, al igual que el de la izquierda en su conjunto y el del PSdeG, en particular, reforzará o socavará el de Sánchez.
Podría ser, no obstante, que el resultado no sea tan evidente como para sacar lecciones concluyentes. Sí lo será si el PP perdiera la mayoría absoluta y el Gobierno regional, pero incluso si eso ocurriera, en el campo de la izquierda las lecturas serán necesariamente diversas. El principal partido de ese sector en Galicia es el BNG, que doblaría a los socialistas y se haría con la presidencia, mientras estos quedarían terceros y tendrían que conformarse con la vicepresidencia. Será difícil concluir que eso representa un refrendo para Sánchez. Tampoco ayudará que las dos candidaturas de los socios de investidura, Sumar y Podemos, se queden sin escaño. Menos aún si el liderazgo de Yolanda Díaz en Sumar acaba tocado en su propia tierra. Algo similar puede ocurrir en la derecha con las listas de Vox y Democracia Ourensana, que le robarían votos al PP sin obtener diputados.
No es probable, sin embargo, que unos resultados desfavorables para Feijóo o para Sánchez fueran a tener consecuencias inmediatas en su liderazgo al frente de sus respectivos partidos o del Gobierno. Pero sus estrategias –la manera de gestionar los pactos y la ley de amnistía, por ejemplo– quedarán marcadas si, de forma categórica, no son respaldadas en los comicios gallegos. Nos hallamos, por tanto, ante un examen cuasi decisivo del que solo uno saldrá victorioso, aunque ambos traten de aparentar serlo tras el escrutinio.
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DIRECTOR:
Las estrategias de Feijóo y Sánchez quedarán marcadas si no son respaldadas en estos comicios
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