El Periódico - Castellano

La industria del deporte

El sector se haría un favor si entiende que el ahorro y la sostenibil­idad económica no están en negar la contrataci­ón de equis personas en oficinas.

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Decir que la industria del fútbol está en permanente cambio no es nada nuevo. Llevamos ya al menos cuatro años en los que discutimos si las reglas del juego desincenti­van la emoción, si los formatos de competicio­nes se han adaptado o no a los nuevos hábitos de consumo, y si fórmulas pioneras como los grupos multiclub o la entrada de fondos de inversión son el maná que ordenarán y darán coherencia al deporte como producto de entretenim­iento en las próximas décadas. Y para que todo esto pase, o al menos se haga de forma equilibrad­a para respetar ciertas tradicione­s y al fan, lo que sobre todo hace falta es el desarrollo de cultura corporativ­a y confiar en que más talento en los despachos no es un gasto, sino una inversión a futuro.

Existe la falsa creencia de que el modelo de club social es el que más y mejor cuida al aficionado, pero al mismo tiempo se pone a la Premier como ejemplo de ese buen trato cuando allí todos los clubs tienen un único propietari­o y son SAD desde su ámbitos donde hasta ahora nunca se pensó que podrían ser necesarias.

Avances ha habido, pero tanto desde la competició­n como desde el fondo han vuelto a avisar de que falta más. Por ponerlo en perspectiv­a. Las estructura­s corporativ­as de los equipos españoles profesiona­les han pasado de una media de 33 a 39 personas en Primera y de 15 a 17 personas en Segunda. Un avance, pero muy lejos del promedio de 65 empleados en la Premier. Sólo el FC St.Pauli de 2.Bundesliga tiene cerca de 20 personas en el área comercial, lo que le permite facturar 60 millones anuales incluso en Segunda.

No quiero decir que meter gente vaya a solucionar todos los problemas ni vaya a convertir a los equipos en una máquina de facturar, pero el sector se haría un favor si entiende que el ahorro y la sostenibil­idad económica no está en negar la contrataci­ón de equis personas en oficinas, sino en ser más prudentes en la parcela deportiva. Eso, y antes tener claro para qué se necesitan esas manos.

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