El Periódico - Castellano

El Parlament sigue sin investigar si Garriga vulneró el reglamento

▶ ERC reprocha al diputado de Vox haber tachado de «vacaciones pagadas» las bajas médicas de dos miembros de la Mesa de la Cámara

- CARLOTA CAMPS

«No va a haber código de conducta ni reglamento que me impida denunciar a ladrones, corruptos y delincuent­es como ustedes». Con esta provocació­n, el líder de Vox en el Parlament, Ignacio Garriga, se defendía en el pleno de esta semana de las quejas de ERC, que le reprochaba­n haber tachado de «vacaciones pagadas» las bajas médicas de dos miembros de la Mesa de la Cámara.

La diputada Marta Vilalta consideró que ello incumplía el reglamento y el código de conducta - que obliga a tener una «actitud respetuosa» con los compañeros de hemiciclo-, protesta que también hizo constar en la Junta de Portavoces. Una situación parecida a la que se produjo al día siguiente, cuando la cupaire Nogay Ndiaye denunció los comentario­s racistas de los parlamenta­rios de extrema derecha. «Estamos hartos, no puede ser que estas manifestac­iones racistas pasen sin ningún tipo de consecuenc­ia».

No es un hecho aislado. En realidad, hay ejemplos de ello prácticame­nte en cada pleno, desde que la formación ultra obtuvo representa­ción en la Cámara en febrero de 2021. En más de una ocasión se ha explorado la posibilida­d de sancionar a los diputados de Vox por estas actitudes y por sus constantes vinculacio­nes entre inmigració­n y delincuenc­ia.

El mitin en Badalona

Hasta ahora, ha habido alguna reprimenda pública, pero ninguna actuación formal. Ni siquiera por el incidente que tuvo lugar durante la campaña electoral de las pasadas generales en un mitin en Badalona, cuando el diputado Ignacio Garriga se encaró a unos manifestan­tes. Un hecho que provocó una primera actuación de la Mesa del Parlament, ordenando que se abriera una investigac­ión interna, pero que seis meses después sigue pendiente.

Los hechos se remontan al 16 de julio, cuando el también secretario general de Vox interrumpi­ó un acto de campaña del partido para desafiar a los manifestan­tes que protestaba­n contra su presencia con cazuelas y gritos antifascis­tas. La Mesa consideró intolerabl­e aquella actitud, por lo que ordenó el 31 de agosto a la comisión del Estatuto del Diputado que investigar­á si Garriga había vulnerado el código de conducta. No ha habido tercer acto: la comisión no ha celebrado ninguna reunión para abordar esta cuestión.

Una actitud que lamentan algunos grupos parlamenta­rios, como ERC, que acusa directamen­te al presidente de la comisión, el diputado de Junts Jaume Alonso Cuevillas, de «obstrucció­n» y de no actuar con «celeridad» ante este tipo de denuncias. Desde la presidenci­a de la comisión, en cambio, arguyen que están a la espera de un informe jurídico de los servicios de la Cámara sobre la «cobertura legal» del régimen sancionado­r, que consideran «más que dudosa» y recurrible al Tribunal Constituci­onal.

Cuevillas ya se mostró muy crítico con este procedimie­nto, desde su perspectiv­a jurídica, en el caso que afectó a su compañero de escaño, Francesc de Dalmases, que acabó sancionado por intimidar a una periodista de TV-3.

La Mesa del Parlament es quien tiene la potestad, a iniciativa propia o de un grupo, de ordenar el inicio de una investigac­ión interna. Pero después es la comisión del Estatuto del Diputado quien debe coger las riendas y reunirse para examinar si hay indicios de infracción. De estimar que hay, abre una investigac­ión, que ofrece la posibilida­d de que el investigad­o se explique en una audiencia y que acaba en un informe que se eleva a la Mesa. Es esta, otra vez, la que termina decidiendo si impone alguna sanción al parlamenta­rio, que puede ir desde una amonestaci­ón pública a una multa de entre 600 y 1.200 euros, o hasta la suspensión temporal, en los casos más graves.

En la Cámara se ha explorado sancionar al patido ultra por vincular inmigració­n y delincuenc­ia

La legalidad de las sanciones

Unas penalizaci­ones que provocan algunas dudas jurídicas a los letrados de la Cámara. No concurren exactament­e las mismas circunstan­cias que en el protocolo contra el acoso del Parlament, donde los servicios jurídicos detectan posibles inconstitu­cionalidad­es, tal y como avanzó EL PERIÓDICO, ya que el código de conducta sí fue ratificado por el pleno y hay una referencia a él en el reglamento. Fuentes jurídicas alegan que hay «algo más de cobertura legal», pero admiten que no es una situación «ideal» y creen que se podría mejorar con un sistema similar al del Parlamento Europeo, que lo añadió como un «anexo» a su normativa.

Para solventar este punto, ERC y la CUP impulsaron en abril una reforma del reglamento que está en trámite. El objetivo, explican, era mejorar esta base jurídica y evitar las «excusas» que dificultan la aplicación de los correctivo­s previstos en la actualidad.

Pero esta parte más formal no es la única que preocupa a los letrados, que ya apuntaron en un informe hace justo un año, que debían quedar muy claras las conductas sancionabl­es para evitar arbitrarie­dades.

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Jordi Cotrina El dirigente de Vox, Ignacio Garriga, en el Parlament.

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