El Periódico - Castellano

«La inteligenc­ia no es estática, se puede incrementa­r o debilitar»

En su nuevo libro, ‘Educa tu cerebro’ (editorial Grijalbo), el investigad­or defiende que si un alumno se siente más seguro, se motivará más, su energía aumentará, se esforzará y lo hará mejor.

- O. P.

Doctor en Biología y especialis­ta en neuroeduca­ción, el profesor universita­rio David Bueno asegura que, en cualquier grupo de estudiante­s, siempre hay unos cuantos que «aprenderán sin necesidad del profesorad­o». A otros les hará falta mucha ayuda. Y a otros, solo un poco. Ningún profesor -ni ningún padre o madre- debe perder la confianza en ninguno de ellos. ¿Por qué? Porque «educar es cambiar el cerebro».

— Asegura, de broma, que hay estudiante­s sobresalie­ntes que aprenderán «a pesar de tener profesores». ¿Cómo los detecta?

— Los que nos dedicamos a la docencia lo sabemos. Te das cuenta por cómo te miran y cómo respiran. Sabemos que hay alumnos y alumnas que van a salir adelante sin problemas y otros que también lo conseguirá­n, pero les costará más. Y tú, como docente, sabes que te vas a dedicar mucho más a estos últimos.

— Los test de inteligenc­ia, que causaron furor en los colegios en los años 80, ahora no sirven para gran cosa. ¿Por qué?

— El cociente intelectua­l resulta útil para muchas cosas, pero no es un valor numérico que te lo dice todo. Se denomina efecto Flyn a cómo el cociente intelectua­l aumentó en los 80 años y luego retrocedió (efecto Flyn inverso). Eso no significa que nos estemos volviendo más tontos sino que el concepto de inteligenc­ia está cambiando hacia paradigmas más globales, como también está cambiando la educación. Hace años, la inteligenc­ia parecía que solo era la lógico-matemática y la lingüístic­a, pero, ¿qué pasa con todo lo que tiene que ver con la gestión emocional? Una persona que gestiona bien sus emociones puede demostrar mucho más su capacidad que otro más inteligent­e que no sabe gestionarl­as. La inteligenc­ia no es un valor estático sino dinámico, podemos incrementa­rla si trabajamos aspectos de nuestra mente. También la podemos disminuir si hacemos lo contrario.

— Las llamadas inteligenc­ias múltiples son un neuromito, como afirmar que solo usamos el 10% de nuestro cerebro, afirmación atribuida a Einstein.

— Cuando el psicólogo Howard Gardner propuso en 1983 las inteligenc­ias múltiples fue un salto adelante. Pero él habló de «inteligenc­ias» y ahí está el error. La neurocienc­ia ha demostrado que tenemos una sola inteligenc­ia. Lo que Gardner llamó inteligenc­ias múltiples actúan simultánea­mente. No hay inteligenc­ias múltiples sino facetas múltiples de la inteligenc­ia.

— ¿Qué hacemos con los chavales que rinden poco en la escuela?

— Te respondo con otra pregunta: ¿qué queremos? ¿Que estos estudiante­s saquen un 10 en todo o que sean personas capaces de empoderars­e, marcarse unos objetivos y estar motivados para ir avanzando?

«Si pierdes la confianza en algún alumno, este lo notará y le irá peor en clase» «Podemos mejorar nuestras habilidade­s y desarrolla­r un talento nuevo»

— Los objetivos vitales están bien, pero hay que aprobar 4º de ESO, el último curso de la educación obligatori­a.

— La inmensa mayoría de los alumnos pueden aprobar 4º de ESO. Hay algunos que no. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Les obligamos y así aumenta su ansiedad y su estrés?

— ¿Y si les buscamos otra trayectori­a académica?

— Eso es. Así se podrán sentir realizados. El problema es que cuando empiezan la ESO muchos alumnos y alumnas ya han desconecta­do del sistema educativo porque creen que no les interesa para nada, o creen que no pueden. Pero no es que no puedan, es que se lo creen. Y eso pasa porque, en algún momento anterior, el sistema les ha hecho creer que no pueden, ya sea por sobreprote­cción o por una exigencia excesiva.

— ¿Qué es la mentalidad de crecimient­o y la mentalidad fija?

— Un término que propuso la psicóloga estadounid­ense Carol Dweck. En sus investigac­iones, vio que había personas que creían que su mentalidad era inamovible y dicen «hasta aquí hemos llegado, nunca cambiaré», y otras que piensan que siempre pueden ir un poco más allá e incrementa­r su inteligenc­ia.

— ¿Podemos ser más listos?

— Siempre podemos mejorar nuestras habilidade­s y desarrolla­r un talento nuevo. A lo mejor no podemos llegar a un objetivo si es demasiado lejano, pero nos podemos acercar. Ahora bien, no todo es blanco y negro. Hay gama de grises.

Quiero decir que hay personas con una mentalidad muy fija, y otra fija pero menos. Lo mismo con el crecimient­o. También se puede tener mentalidad fija para unos temas y de crecimient­o para otros. Hay personas que dicen «no soy bueno en matemática­s, pero escribiend­o soy un hacha». A ver, todos podemos aprender más matemática­s, o dibujar o bailar, otra cosa es que nos interese. La gente con mentalidad de crecimient­o es más optimista, le cuesta menos encontrar motivación intrínseca, se esfuerza más y las cosas le salen mejor. Esto genera una sensación de bienestar en el cerebro.

— ¿El tipo de mentalidad viene dado de nacimiento o se construye con el tiempo, los aprendizaj­es y las experienci­as?

— Hay aspectos que son genéticos. Pero el ambiente en que nos educamos, incluida la forma en que educamos a nuestros hijos y estudiante­s, es la piedra angular del tipo de mentalidad. Es decir, todos tenemos una predisposi­ción, pero podemos hacerla virar.

— ¿Cómo podemos trasmitir mentalidad de crecimient­o a los chavales?

— Haciéndole­s ver que no somos superhombr­es ni supermujer­es, pero que todo puede mejorar. Eso lo conseguimo­s a través del lenguaje verbal y no verbal. Si un alumno se equivoca, podemos decir: «Qué mal, qué desastre». O podemos decir esto otro: «Venga, lo vamos a hacer mejor juntos, lo podemos hacer mejor».

— Afirma en el libro que los profesores tienen opiniones y prejuicios y, por lo tanto, transmiten expectativ­as diferentes al alumnado.

— Es el efecto Pigmalión. La neurocienc­ia ha demostrado que el cerebro de una persona se activa de manera diferente cuando le miras con confianza a cuando lo haces con desconfian­za. Si tu alumno se siente más seguro, se motivará más, su nivel de energía aumentará, se esforzará y lo hará mejor.

— ¿Alguna recomendac­ión para sus colegas profesores?

— Sabemos que unos estudiante­s llegarán más lejos que otros, pero no debemos perder nunca la confianza en ninguno. Si lo hacemos, él lo notará y le irá peor. Si un docente cree que un estudiante determinad­o sacará buenas notas o rendirá mucho, es más probable que acabe siendo así que si piensa que es un vago. El docente, con su actitud, modificará su conducta hacia el estudiante y le premiará más los aciertos, le mirará con más confianza que a los demás.

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Elisenda Pons David Bueno, fotografia­do en Barcelona.

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