Con el corazón en la mano
Brittany Howard, la excantante de Alabama Shakes, entrega ‘What now’, un álbum turbulento y reparador casi cinco años después de ‘Jaime’, su ovacionado disco de debut. ‘What now’ Brittany Howard
Si su álbum de debut, Jaime
(2019), era el grito liberador tras la pérdida, la enfermedad y la marca del racismo, ahora su relevo, What now, pone el foco en un desamparo emocional genérico: «Ahí fuera... está el amor esperándome», presiente Brittany Howard en el tema de apertura,
Earth sign. «Está casi ahí, entre mi piel y el aire, invisiblemente cerca». Así quiere verlo ella, y deja poco margen para la duda con su canto dominador in crescendo,
desgarrado y multiplicado en capas.
What now es un disco en el que se observa el efecto desconcertante de la pandemia, un «¿y ahora qué?» ante el que Howard se asienta en sus cábalas en torno a las relaciones afectivas, preguntándose si es posible tenerlas bajo control o si es inevitable que dejen cabos sueltos y deslicen asimetrías. Se ceba en el dolor por la falta de compromiso en temas como el titular, pilar del álbum, donde se presenta como un alma cándida que camina con el corazón en la mano. «No tengo más amor que darte / Me estás chupando la energía / Dije la verdad, así que déjame libre / Si quieres odiar a alguien, cúlpame a mí». Rabia vocal sobre un tempo al galope: madeja de guitarras superpuestas, teclados incisivos, percusión sofocante.
Esta Brittany Howard ha dado pasos de gigante, en su lenguaje musical, respecto a los mimbres blues-rock más bien clásicos de sus días con Alabama Shakes, y abre un poco más el espectro respecto a Jaime. Lo suyo no llega a ser literalmente vanguardista, pero sí que revela una vocación de mezclar géneros con audacia y de explorar en materia de timbres y atmósferas. Sus puntos fuertes se localizan en los temas más invasivos, y ahí hay que hablar del arrollador Another day, construido sobre un galopante tapiz de polirritmia y sintetizadores, y justo después, del asalto a la pista de baile de Prove it to you, con su dinámica robótica y su clima de trance. También, pese a la perceptible herencia de Prince, ese acusatorio Power to undo con falsete y tintineo guitarrero funky, y la catarsis final de Every color in blue, tratando de exorcizar la confusión acumulada.
Diversos paisajes anímicos
Son temas que aguantan por sí solos, si bien Howard los ha querido integrar en un álbum que cruza diversos paisajes y modos anímicos. Medios tiempos soul apetecibles, con perfume sesentero, como
don’t, y secuencias más introspectivas y turbias, que requieren otra actitud por parte del oyente: la marejada de Red flags, la pureza armónica de To be still, pieza apuntalada en la voz y la guitarra, y ese
Samson con trompeta de resonancias cool jazz.
Con todo ello, Howard consigue consumar un álbum tan sustancioso como el elogiado Jaime, heredero de una larga tradición con raíces afroamericanas (Nina Simone, Curtis Mayfield) y estimulante como artefacto reparador de almas.
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