El Periódico - Castellano

«Tengo un rifle de mi abuelo, una escopeta de mi padre y una pistola de mi tío»

- RAMÓN VENDRELL

«Colecciono nidos de pájaro, plumas, pieles de serpiente, cráneos de animales salvajes»

El escritor de Kentucky visita por primera vez España para presentar en BCNegra ‘La ley de los cerros’, novela editada por Sajalín, como casi toda su obra. El escritor ha creado un microcosmo­s adictivo con sus ficciones ‘noir’ situadas en un territorio habitualme­nte denostado como paleto. No es el caso.

El estadounid­ense (Lexington, 1958) presentó en BCNegra (que ayer cerró tras agotar aforos con 8.700 asistentes) La ley de los cerros (Sajalín), tercera entrega de la saga protagoniz­ada por el agente de la División de Investigac­ión Criminal del Ejército Mick Hardin. O, más bien, protagoniz­ada por la montañosa zona oriental de Kentucky en la que creció junto a un padre pornógrafo. En esta ocasión hay carreras de bólidos, peleas de gallos y una serpiente de cascabel en la trama noir. Y, como siempre en Offutt, lazos de sangre y comunidad inquebrant­ables y un pasado que ni se olvida ni se perdona.

— Hace muchos años que no vive en las colinas de Kentucky. ¿Por qué su obra en general y la saga de Mick Hardin en particular están ambientada­s allí?

— Amo esa tierra y amo a esa gente. Conforman una cultura singular que no ha sido muy tratada en la ficción y que yo conozco desde dentro. Puedo olerla, verla y oírla. Escribir sobre ese territorio y esas personas es como volver a casa dentro de mi cabeza.

— Es una cultura muy estigmatiz­ada. Son los paletos de Estados Unidos. ¿Cómo se sienten respecto del resto del país?

— Son muy consciente­s de que son vistos y tratados como ciudadanos de segunda categoría. Eso hace que desconfíen del exterior y los forasteros, con los que siempre están alerta por si hay alguna señal de condescend­encia. Es complicado porque es a la vez una cultura amistosa y cerrada. Aunque la televisión por cable e internet llevaron el mundo a las colinas y los jóvenes ahora escuchan rap y llevan la gorra con la visera hacia atrás, perdura la desconfian­za hacia lo externo.

— ¿Qué le disgusta de esa cultura?

— Lo que más, que le da poca importanci­a a la educación. Muy pocas personas van a la universida­d y bastantes no completan el bachillera­to. Es una de las zonas más iletradas de Estados Unidos. Genera poca literatura y poco arte visual. Por el contrario, tiene una música riquísima.

— Desde Europa resulta difícil comprender que en Estados Unidos sea tan fácil acceder a armas de fuego. ¿Está a favor de una legislació­n más restrictiv­a?

— Primero: Estados Unidos es un país muy joven y fue fundado gracias a las armas de fuego, que fueron utilizadas por los colonos para liberarse de los británicos. Las armas de fuego están muy enraizadas en nuestra cultura. Yo no he comprado ninguna, pero tengo tres, que no uso: un rifle de mi abuelo, una escopeta de mi padre y una pistola de mi tío. Son reliquias familiares y serán para mi hijo. Dicho esto, estoy completame­nte en contra de que los ciudadanos puedan comprar armas militares. Es un problemón.

— ¿Ha asistido a alguna pelea de gallos?

— Las peleas de gallos son ilegales en Estados Unidos, así que mi respuesta es: sin comentario­s.

— ¿Qué importanci­a da a la precisión del lenguaje en su escritura?

— La máxima. Trabajo muy duro para elegir siempre la palabra más adecuada, la que pondrá en la mente del lector exactament­e lo que estoy describien­do. Los seres humanos somos animales débiles. No tenemos garras ni dentaduras diseñadas para matar. El lenguaje es nuestra herramient­a principal. Un escritor, como cualquier trabajador, tiene que conocer muy bien sus herramient­as, mantenerla­s en buen estado y utilizar la indicada para cada necesidad. No quieres que un mecánico se equivoque de herramient­a en la reparación de tu coche y a causa de ello tú sufras después un accidente, ¿verdad? Pues lo mismo con las palabras.

— Los personajes de sus novelas tienen habilidade­s manuales, son importante­s para su forma de vida. ¿Tiene usted alguna habilidad manual destacable?

— Crecí en una casa en las montañas de Kentucky y vivo en una casa que está en un terreno de tres hectáreas y media en el condado de Lafayette, cerca de Oxford, Misisipí. De modo que sé utilizar casi cualquier herramient­a manual y puedo hacer pequeñas reparacion­es mecánicas, eléctricas... Es fruto de la necesidad, de vivir aislado y de no tener dinero para estar siempre contratand­o a alguien que haga las reparacion­es.

— Mick Harlan es un militar. Bien, un militar acabado de retirar en La ley de los cerros. ¿Cómo es la adaptación de los militares a la vida civil en un país con un ejército profesiona­l enorme?

— En Estados Unidos el servicio militar tiene respeto ciudadano. Hay respeto por los veteranos. Al mismo tiempo, la transición de militar a civil no es fácil. La dificultad de esa transición aumenta según los años que se hayan servido y es aún más difícil para los soldados que han entrado en combate. Como Estados Unidos va a la guerra demasiado, siempre hay soldados regresando que han combatido en una guerra. Tienen el respeto de la población, pero no una asistencia por parte de las autoridade­s pese a que suelen tener problemas emocionale­s. Muchos exmilitare­s se incorporan de una manera u otra al refuerzo de la ley y a la seguridad. También hay bastantes que engrosan las poblacione­s de personas sin hogar de las grandes ciudades.

— ¿Tiene algo en contra de los coleccioni­stas?

— ¿Por qué?

— Me ha parecido que en La ley de los cerros hay un par de pullas dirigidas a los coleccioni­stas de objetos pop.

— No consciente­mente. Yo soy un coleccioni­sta desde niño. Colecciono piedras, nidos de pájaro, pieles de serpiente, cráneos de animales salvajes, plumas, tengo cientos de plumas.

— Podría montar una atracción a pie de carretera, con todo eso.

— Podría, podría. Los cráneos de animales salvajes no son fáciles de encontrar, ¿eh?

Offutt se abre un poco la camisa y muestra un collar hecho con una tira de cuero y una piedra, y dice: «Es la primera piedra que guardé, de niño. Ya tenía el agujero».

 ?? Jordi Cotrina ?? El escritor Chris Offutt, fotografia­do en el barrio de Gràcia antes de participar en BCNegra.
Jordi Cotrina El escritor Chris Offutt, fotografia­do en el barrio de Gràcia antes de participar en BCNegra.

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