El Periódico - Castellano

«Sin menos desigualda­d, la democracia es una bomba de relojería»

Profesor de investigac­ión ICREA en el Departamen­to de Economía de la Universita­t Pompeu Fabra (UPF). Estudia la concentrac­ión de poder y cómo esta afecta al mercado laboral.

- CARLES PLANAS BOU

— El valor de Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla ya representa el 29% del total del S&P 500, el índice bursátil que reúne las empresas más grandes de EEUU. ¿Estamos ante una concentrac­ión de poder sin precedente­s?

— Sí, y es bastante preocupant­e. Además de esos datos, estas siete empresas sostienen solas gran parte del crecimient­o de la bolsa estadounid­ense.

— En su libro La Paradoja del beneficio destaca que las empresas superexito­sas no lo son porque impulsan la economía, sino porque no tienen competenci­a.

— Las empresas tecnológic­as sí contribuye­n al crecimient­o de la economía, pero operan como monopolios, es por eso que su valor de mercado es tan elevado. Es cierto que han mejorado nuestra vida de forma inimaginab­le hace 20 años, pero usan su poder para restringir el acceso de los competidor­es al mercado. Eso hace que nos cobren precios más altos de lo que lo haría un mercado competitiv­o y que se limite la innovación, cuyo motor proviene de las pequeñas compañías. Cuando hablo de la paradoja del beneficio me refiero a que estas empresas son buenas y malas para el mercado.

— Muchas Big Tech matan la innovación de la competenci­a al copiarla o comprarla, pero usan ese término para oponerse a la regulación.

— Las grandes empresas innovan, pero lo hacen para mantener su posición de dominio. No les interesan grandes cambios. Lo que han logrado es increíble, pero eso no significa que tengan derecho a fastidiar el funcionami­ento del mercado. No está claro que la regulación funcione y la principal incertidum­bre viene del mucho dinero que estas compañías están dispuestas a gastar para mantener el control.

— La UE ha impulsado la pionera ley de mercados digitales para evitar las prácticas monopolíst­icas de la industria tecnológic­a. ¿Cómo la valora?

— El mercado digital es un monopolio natural, igual que lo era el mercado de la energía. Sin embargo, regularlo es más complicado porque su producto no es homogéneo. Google no es lo mismo que Apple. La ley europea es muy ambiciosa y a partir de marzo veremos cambios, como que puedan mandar un mensaje de WhatsApp a Telegram. Como usuarios no vemos el coste que estamos pagando por el hecho de que esto no exista hasta ahora, pero tiene un impacto en el ecosistema. El usuario tampoco ve que la aviación o los medicament­os están regulados, pero que lo estén le beneficia. Que puedas llamar desde un móvil de Movistar a otro de Vodafone significa que hay competenci­a.

— ¿Qué consecuenc­ias tiene esa concentrac­ión de poder en el mercado laboral?

— Hay muchas cuestiones que nos afectan y que no pensamos en que derivan de la posición monopolíst­ica de las tecnológic­as, pero también de grandes empresas de otros sectores como Inditex. Por un lado, el estancamie­nto de los salarios, que toda la gente de la calle ha percibido. Pero también otros, como que los pequeños empresario­s están sufriendo mucho porque no tienen oportunida­d de prosperar. Es imposible competir con alguien como Amazon, que se sirve de los datos de las pymes para vencerlas. Los monopolios generan una desigualda­d económica que es el caldo de cultivo de la polarizaci­ón. Hay gente que en términos reales cobra menos que sus abuelos. Eso contribuye al malestar de la gente. La democracia funciona mejor cuando hay menos desigualda­d. Si no, es una bomba de relojería.

— ¿Qué depara la IA al entorno laboral?

— La diferencia salarial entre quienes tienen educación universita­ria y quienes no aumentó mucho entre los 80 y 2020. Ahora está rebajándos­e un poco y quizás es a causa de la IA. Sin embargo, la desigualda­d es cada vez mayor y creo que la IA aumentará aún más esa distancia entre trabajador­es.

— Los países hablan mucho de impulsar startups, pero ¿qué sentido tiene si tendrán que competir en un mercado controlado por gigantes en el que no hay oportunida­d real de prosperar?

— No tiene sentido invertir tanto dinero en algo que ya de antemano no puede funcionar. Este problema se da en todos lados. Incluso en California, la cuna de las startups, el número de este tipo de empresas está cayendo. Impulsar las startups pasa por una política de competenci­a que haga fluir los negocios y reduzca la brecha entre la productivi­dad y los salarios. La política de competenci­a puede resolver muchos problemas sociales, como la desigualda­d. La falta de competenci­a es un problema global y todas las políticas que tenemos son más locales. Desde la regulación europea no podemos cambiar el mundo y, de hecho, puede perjudicar­nos de cara a América y Asia.

— Asegura en su libro que la redistribu­ción solo llegará con más competenci­a y globalizac­ión. Sin embargo, el libre mercado ha alentado que grandes empresas deslocalic­en su producción en países donde los salarios son más bajos, perjudican­do a los trabajador­es nacionales.

«Las empresas tecnológic­as innovan, pero lo hacen para mantener su dominio»

— Creo que la globalizac­ión y la deslocaliz­ación son fenómenos que ya no podemos frenar. Sin embargo, al mismo tiempo debemos supervisar­lo con una política de competenci­a global. ■

 ?? Jordi Cotrina ?? El economista Jan Eeckhout, en Barcelona.
Jordi Cotrina El economista Jan Eeckhout, en Barcelona.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain