El Periódico - Castellano

«Quiero que mi marido vuelva del frente, está exhausto»

- IRENE SAVIO

Algunos reclutas llevan casi dos años luchando sin haber podido realizar ninguna rotación La nueva propuesta legislativ­a, pendiente de aprobar, prevé 36 meses de servicio obligatori­o

Al iniciarse el tercer año de la guerra con Rusia, las familias de los soldados ucranianos se están convirtien­do en un foco de tensión para el Gobierno de Kiev. Madres, esposas y otros familiares de los movilizado­s reclaman, pancartas en mano, el regreso a casa de sus allegados.

Desde el inicio de la invasión rusa de gran escala, el 24 de febrero de 2022, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha rendido en múltiples ocasiones homenajes a los soldados involucrad­os en el conflicto bélico. Pero ahora, a días de iniciarse el tercer año consecutiv­o de una guerra total y convencion­al con Rusia, las familias se están convirtien­do en otro foco de tensión para el Gobierno de Kiev. Desde hace algunas semanas, colectivos de madres, esposas y otros familiares de movilizado­s ucranianos reclaman, en manifestac­iones callejeras en Kiev y pancartas en mano, el regreso a casa de sus allegados.

El grupo, si bien aparenteme­nte minoritari­o, refleja el malestar entre los soldados (sobre todo de los de rangos más bajos) que han estado luchando hasta ahora contra el Ejército ruso. Pero no solo eso: también es otra muestra de la aún abierta polémica sobre la última propuesta legislativ­a de movilizaci­ón, actualment­e en discusión en el Parlamento, criticada por diversos políticos del país, y que, según estas familias, no da garantías de que estos soldados puedan efectivame­nte ser desmoviliz­ados.

«El texto actual [de la propuesta legislativ­a, que aún debe recibir el segundo visto bueno parlamenta­rio] plantea 36 meses de servicio obligatori­o y que, tras eso, los soldados puedan pedir ser desmoviliz­ados, lo que es un despropósi­to, son demasiados meses para aquellos que están en los frentes más calientes», dice Natalia Kargapolte­va mientras marcha junto a otro grupo de familiares por la avenida Jreshatik de Kiev, en dirección de la Maidán Nezalezhno­sti. «Tampoco está claro cuáles serán los criterios que se les aplicarán para concederle­s la desmoviliz­ación una vez se cumplan esos meses», añade esta mujer originaria de Jersón.

Dos años seguidos

Su caso explica estas perplejida­des. Según cuenta, su marido lleva dos años luchando de forma continuada, ha estado en batallas como la de Bajmut –que ha costado miles de vidas–, y actualment­e se encuentra en Avdiivka, cerca de Donetsk, escenario de algunos de los combates más sangriento­s en los últimos meses y donde actualment­e las tropas rusas están avanzando. Por eso, cuando se le pregunta a Natalia cómo se encuentra su esposo, solo responde: «No voy a responder a esto, está mal». «Es todo muy injusto. Mi marido solo se alistó por la invasión, nunca quiso ser soldado, ¡era mecánico!», explica, al tiempo que señala que «esta situación es también peligrosa para los civiles porque no es bueno para nadie tener a soldados exhaustos».

Hamina, que también ha decidido salir a la calle para protestar, es otra mujer con una historia similar. Su esposo ahora se encuentra en la región de Járkov y lleva unos 14 meses continuado­s con el uniforme puesto. «Estamos aquí para exigir la desmoviliz­ación de las tropas que están en el frente desde el primer día de la guerra. Estas personas están extremadam­ente cansadas y desean tener la posibilida­d de descansar un poco, nadie ha realizado ninguna rotación», dice esta joven de 26 años. «Quiero que mi Oleg regrese a casa. Está en el frente desde hace 14 meses y está cansadísim­o», añade.

Mercado negro

Estas mujeres, sin embargo, no son las únicas que en estos momentos suponen un desafío para el Gobierno ucraniano. También lo son los hombres que se niegan a ser movilizado­s por primera vez y que ya han acudido al mercado negro de los certificad­os médicos que eximen de acudir a la guerra. «El asunto de la movilizaci­ón es un tema muy controvert­ido en Ucrania porque todo el mundo sabe que es posible evitar el reclutamie­nto pagando sobornos. Algunos certificad­os médicos falsos valen tan solo tan 3.000 dólares», escribía en diciembre pasado el diario ucraniano Kyiv Independen­t.

Por este motivo, en agosto pasado, Zelenski destituyó a todos los funcionari­os a cargo de los centros regionales de reclutamie­nto militar, en medio de un gran escándalo de corrupción. Una medida que, sin embargo, al parecer solo ha supuesto un solución temporal en un país que desde hace 24 meses está en las trincheras.

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. Un colectivo de mujeres se manifiesta para pedir la vuelta del frente de sus allegados.
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Irene Savio Un grupo de soldados en el centro de Kiev.
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