Una ‘fake news’ del siglo XIX
Todo indica que Charles Nodier fue quien se inventó la historia del fraile convertido en asesino bibliómano barcelonés. La historia circuló por la prensa francesa y luego inspiró a autores como Jules Janin y Gustave Flaubert.
La escritora barcelonesa Sylvia Lagarda-Mata, conocedora de la leyenda del asesino en serie de Barcelona, un librero que mataba a sus colegas a mediados del siglo XIX para hacerse con joyas bibliófilas que codiciaba, se basó en ella para construir Veus de mort als
Encants Vells, que le ha valido el segundo Premi Santa Eulàlia de novela de Barcelona, que se hizo público ayer. ¿Cuál es la no menos fascinante historia de este mito romántico?
En 1836 corrió la noticia en la prensa francesa, difundida inicialmente por el parisino semanario judicial La Gazette des Tri
bunaux, de un monje, fray Vicent, que debió abandonar el monasterio de Poblet durante las bullangues, las revueltas anticlericales de la época. Llegó a Barcelona y empezó a vender libros de segunda mano, pero su obsesión se convirtió en una locura asesina y acabó matando a otros libreros para hacerse con sus tesoros bibliófilos.
La historia era tan fascinante que llamó la atención de, entre otros, el bibliófilo y bibliotecario Charles Nodier, el escritor y crítico Jules Janin o el novelista Gustave Flaubert, quien se inspiró en ella para su relato de misterio Bi
bliomania (1837; existe una versión ilustrada en Gadir), en torno a la fatal atracción por los libros de un enigmático protagonista que vive solo para ellos.
Se propagó como un mito romántico que, casi un siglo después, el riguroso editor y bibliófilo catalán Ramon Miquel i Planas investigó y, en 1928, publicó sus conclusiones en La leyenda del librero asesino de Barcelona (en la edición original, ilustrada por el dibujante D’Ivori; hoy una edición en Piel de Zapa recoge su relato y sus textos más importantes). La más sorprendente era que en realidad había sido una bouta
de, una historia tan potente que se creyó real hasta el punto de lla
mar la atención de la prensa, que sin saberlo la convirtió en una fake news.
Miquel i Planas, explica Lagarda-Mata, había consultado los periódicos y revistas barceloneses de mediados del siglo XIX y no encontró ninguna mención. ¿Cómo era posible que un caso tan mediático que ocurrió en las calles de la ciudad amurallada y que por sus características librescas inspiró a tantos autores no apareciera aquí? El editor acabó apuntando la hipótesis de que el autor del imaginativo relato había sido Charles Nodier, uno de los grandes bibliómanos de la época, al que la autora también incorpora en la novela como personaje, además de a Auguste Dupin, el detective creado por Edgar Allan Poe y pionero del género policiaco.
También Pío Baroja se refirió en 1931 al caso en su obra Intermedios, bajo el epígrafe Manías de
los bibliófilos, y en sus memorias (de 1945) recogía, sin citar a Miquel i Planas, que al final supo que no fue real. La leyenda también ha sido carne de ficción en otra novela reciente, La veritable història del llibreter assassí de Barcelona, de Marcel Fité (Edicions de 1984).
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La historia corrió como la pólvora desde su primera mención periodística en 1836