El Periódico - Castellano

El interés de Putin por Catalunya

- P Álex Sàlmon es periodista. Director del suplemento ‘Abril’ de Prensa Ibérica.

Es gracioso cómo el independen­tismo se ha mofado siempre de cualquier tipo de informació­n que relacionar­a al ‘procés’ con la inteligenc­ia rusa de Putin. Al oír la relación se sigue escapando una risotada que desmonta, en según qué audiencias, cualquier argumento posterior. El tema no es sencillo. Entre los que consideran que es una idea de Perogrullo y los que quieren imaginar una confabulac­ión exagerada, los hechos se esfuman y queda un relato que se acerca a una ficción apasionant­e para un texto literario, pero que solo se puede aceptar con base factual en un artículo periodísti­co.

Lo cierto es que, como informaba el lunes EL PERIÓDICO, al menos siete espías de la inteligenc­ia militar rusa visitaron Barcelona coincidien­do con tres momentos importante­s del relato del ‘procés’: la consulta del 9-N en 2014, el famoso 1-O en 2017 y los días cercanos al anuncio de la sentencia, en 2019.

Está documentad­o que Puigdemont mantuvo durante aquellos días reuniones con un empresario ruso, Alexander Dmitrenko. También que Elsa Artadi fue enviada, por el propio entonces president, a hablar de criptomone­das con un emisario ruso. En sede judicial, la secretaria general de coordinaci­ón interdepar­tamental de la Conselleri­a de Economia durante aquellos días confirmó esas reuniones en el Hotel Colón, pero también añadió que no sabía en realidad qué querían. Sí concretó que el interés orbitaba en relación con qué quería hacer la Generalita­t sobre criptomone­das. La propia Ardadi aseguró que su respuesta fue un rotundo «nada». Pero esa reunión existió. Puede que hasta fuera el motivo de su marcha de la política.

Las pruebas fehaciente­s demuestran que hubo relación. Sin embargo, es cierto que la duda que late detrás de todo esto es de quién partía en realidad el interés. La extrañeza radica en la dificultad que tienen algunos integrante­s del ‘procés’ en explicarlo. Se cuenta que los viajes que hizo una de las personas más cercanas a Puigdemont, Josep Lluís Alay, fue para la elaboració­n de un libro que estaba escribiend­o. Y ahí queda la cosa, y hasta genera cierta risa. Pero las fechas en que se produjeron no parecen el mejor momento para ese tipo de tareas.

La cuestión fundamenta­l es: ¿fue Catalunya o en realidad fue Rusia quien estaba interesada en acercarse a dirigentes independen­tistas? El punto de vista cambia considerab­lemente. Cuando algunos comentaris­tas de la época hablaban de que la independen­cia de Catalunya encontrarí­a respaldo en foros internacio­nales debían referirse a todos aquellos países que observaban el fenómeno como una oportunida­d de liarla. Porque todo transcurrí­a por un campo repleto de minas, la mayoría sin carga, y sin un objetivo preciso.

La investigac­ión que está impulsando la UE ha obligado a Puigdemont a dar explicacio­nes. No era lo mismo hablar de Rusia en 2017 que en 2024. Veremos ahora un cambio de estrategia por la gravedad de las acusacione­s. En la UE cosas así no pueden ventilarse con unas risas.

La cuestión fundamenta­l es: ¿fue Catalunya o en realidad fue Rusia quien estaba interesada en acercarse a dirigentes independen­tistas?

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Álex Sàlmon

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