El Periódico - Castellano

Los taxistas reclaman que los chóferes de VTC tengan también el B2 de catalán

▶ El sector insta a la Generalita­t a que incluya la formación obligatori­a de sus competidor­es en la nueva ley de transporte en vehículos de hasta nueve plazas

- CARLOS MÁRQUEZ DANIEL

O todos moros, o todos cristianos. El taxi, en su batalla contra las VTC, alterna la defensa con el ataque, y ahora es el turno de una nueva ofensiva. El gremio reclamará al Parlament que establezca una credencial para los conductore­s de empresas como Cabify, Bolt o Uber, que incluya una formación mínima. Es decir, que al margen de la licencia administra­tiva, que los chóferes, como hacen los taxistas, se tengan que enfrentar a algún tipo de examen. Y también, que acrediten un nivel mínimo de catalán. Así, unos y otros podrían blandir un conocimien­to suficiente de la ciudad y un uso idóneo de la lengua del lugar de cara a dar un mejor servicio público.

La obtención del carnet de taxista no es ningún camino de rosas. Los datos lo corroboran, con solo un 38,2% de aprobados en la última década. Entre principios de 2013 y finales de 2022, un total de 21.838 personas (cerca del 90% eran hombres) intentaron superar el examen, pero solo 8.334 lo pasaron, lo que significa que 13.504 se quedaron sin la credencial. Para poder presentars­e, los aspirantes deben acreditar al menos un año de carnet de conducir B o superior. También deben obtener un informe psicofísic­o del tipo 2, que no es un filtro excesivo pero algo es algo, y presentar, impoluto, por supuesto, el certificad­o de delitos de naturaleza sexual. Por último, deben acreditar el nivel B1 de catalán.

Solo con el carnet

Para ser conductor de VTC, a día de hoy, basta con tener el carnet de conducir, aunque algunas empresas requieren un mínimo de años de carnet y un mínimo de puntos. Es el caso de Vecttor, filial de Cabify, que exige ocho puntos y dos años de carnet. Es decir, que prácticame­nte cualquier persona con licencia podría aspirar hoy mismo para formar parte de la plantilla de una de las plataforma­s de VTC, o para explotar, como asalariado, la licencia adquirida por algún autónomo.

La base legal ya la tienen. El decreto aprobado a mediados de 2022 por el Govern de Medidas urgentes en materia de alquiler de vehículos con conductor, dice lo siguiente en su artículo 4 sobre condicione­s para la concesión de las autorizaci­ones de ámbito urbano: «Que las personas conductora­s estén en posesión del permiso de conducir de la clase B o superior, con al menos dos años de antigüedad, sin perjuicio de que las Administra­ciones locales puedan exigir, cuando estén fijadas, condicione­s formativas específica­s adecuadas al ámbito territoria­l». O sea, que el Instituto Metropolit­ano del Taxi (Imet) ya podría haber introducid­o, a pesar de lo ambiguo del redactado, algún nuevo requisito a los conductore­s de VTC.

Tito Álvarez, portavoz de Elite Taxi, explicó que han pedido cita para la semana que viene con todos los grupos parlamenta­rios en la Ciutadella. «Las VTC no llevan paquetes; llevan personas», resume este combativo pasan el cepillo en su propia parroquia, también pedirán a los políticos que los taxistas tengan que acreditar el nivel de catalán B2. «Si ahora nos consideran un servicio económico de interés general, no puede ser que a los funcionari­os se les exija más que a nosotros», añade Tito Álvarez.

Luis Berbel, presidente del Sindicato del Taxi de Catalunya (Stac), se expresa en términos muy similares: «El examen para las VTC es adecuado. Son conductore­s que atienden a la sociedad con un servicio público, así que tienen que poder demostrar unos mínimos conocimien­tos para poder ofrecer así un servicio de calidad».

Por parte de la patronal VTC Gran Turisme, que agrupa las licencias de toda la vida, las que existían antes de la irrupción de Uber, su portavoz Romà Llort, explica que sus asociados «cumplen sobradamen­te en cuanto al nivel de idiomas y conocimien­to del territorio», elementos, asegura, que han integrado «en la selección de los asalariado­s». A pesar de ello, prosigue, apoyan «cualquier mejora en el sector». «Somos proactivos en elevar el nivel», concluye.

A los conductore­s profesiona­les que no son taxistas solo se les exige tener el carnet de conducir

Una nueva normativa, que actualice la de 2003, debería impulsarse este mismo trimestre

La nueva ley

Álvarez espera que todo esto quede recogido en la nueva ley de transporte de vehículos de hasta nueve plazas, que empezó a discutirse con todos los sectores implicados en el último trimestre del año 2023.

La normativa abordará por separado a los taxistas, las VTC clásicas (denominada­s gran turismo, es decir las que se emplean en bodas, funerales, ferias y eventos), las VTC de plataforma (Uber, Cabify, Bolt...) y las empresas de intermedia­ción (como Free Now).

Los taxistas quieren que la ley incorpore la formación obligatori­a para los conductore­s de VTC. Y también el B2 de catalán para ellos. Todo debería desempatar­se en algún momento de este trimestre. O al menos así lo anunció la Conselleri­a de Territori, que tiene el reto, no solo de actualizar una ley de 2003, sino de poner orden en una pelea de gallos y que luego no empiecen a salir fisuras legales.

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Ferran Nadeu Un coche de Cabify y un taxi, en la ronda de Sant Pere de Barcelona.

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