El Molino dispondrá de un espacio gastronómico
El ayuntamiento prevé complementar las actuaciones con una oferta culinaria, si bien afirma que música y hostelería tendrán espacios separados.
El Molino reabrirá en Barcelona como una sala de conciertos que, a su vez, contará con un espacio gastronómico. No hay fecha aún para que el histórico teatro de variedades de la avenida del Paral·lel levante de nuevo el telón, si bien las bases del concurso que el Ayuntamiento prepara para ceder el inmueble a una empresa desvela que la oferta culinaria complementará a la cultural.
El Gobierno del alcalde Jaume Collboni ya reveló en noviembre pasado que el recinto que el consistorio adquirió por 6,2 millones de euros en 2021 se confiará a la gestión privada para que provea de programación musical al local, cerrado desde 2019 tras un breve renacimiento. La adjudicación se prolongará por cuatro años y se podrá prorrogar por un cuatrienio más. El Ejecutivo municipal confía en que se convierta en un punto de referencia para la canción de autor, el jazz, el flamenco y la rumba. Lo que no había trascendido hasta ahora es que, además de actuaciones de pequeño formato, también se podrá degustar la cocina de El Molino.
El pliego de cláusulas que el Gobierno municipal ha redactado para entregar la concesión se halla en período de exposición pública, en que se pueden plantear alegaciones para modificarlo. Por ahora, el documento concreta que el teatro revivirá como un «espacio cultural con propuesta gastronómica».
El concejal de Cultura, Xavier Marcé, alega que el consistorio se ve obligado a incluir la opción de restauración porque se cede el inmueble entero, de 1.876 metros cuadrados. «Y hay una cocina enorme en el piso superior», explica el edil. En el mismo sentido, el adjudicatario estará obligado a arrendar dos locales de la calle Roser, que forman parte del edificio.
Marcé recalca que la sala de actuaciones quedará en la planta baja, donde se dispone de barra, mientras que el espacio gastronómico se situará en el primer piso. «Serán dos espacios separados», comenta el concejal, que subraya que El Molino «no será un restaurante», un término que el Ayuntamiento ha evitado incluir en las condiciones para la concesión. «El promotor tiene la opción de tirar adelante la propuesta gastronómica. No es exigible pero, si se hace un cálculo económico, es inevitable que aparezca en el concurso. Si es inteligente, la querrá incorporar», expresa.
Hibridación
La oferta musical contabilizará un máximo de 33 puntos sobre 100 en el examen de las ofertas que se postulen para administrar el teatro, mientras que el proyecto culinario sumará 12 puntos. Aun quedando relegada en la evaluación, las condiciones del concurso establecen que «se tendrá que acreditar cuatro años de experiencia en el mundo de la restauración» para presentar candidatura.
También se exige a los aspirantes que documenten haber obtenido un volumen anual de negocios superior a los 100.000 euros en uno de los tres últimos ejercicios. El concesionario abonará un canon anual fijo superior a los 20.000 euros al Ayuntamiento y otro variable, en función de los ingresos a partir del segundo año de gestión. Marcé calcula que los trámites podrían estar listos para la reapertura hacia agosto.
Además, el Ayuntamiento tendrá en cuenta que la cartelera de El Molino «se relacione con el proyecto gastronómico, generando espacios de hibridación entre los diferentes estilos y la gastronomía». Asimismo, señala que se otorgará más puntuación a las ofertas que «pongan en relación los diferentes estilos musicales, la idiosincrasia del Paral·lel, la multiculturalidad y la gastronomía» y que «ofrezca una propuesta gastronómica capaz de relacionar el hecho artístico con la restauración», por lo que se refiere a aspectos como los horarios, la distribución del espacio, la gestión del servicio, el tipo de cocina, los productos y su presentación.
■