El ejército secreto de Churchill
Amazing Améziane relata en el cómic ‘Mata nazis’ la historia del conocido como Ministerio de la Guerra sin Caballeros, que con el creador de James Bond, Ian Fleming, dirigiendo misiones y los actores Christopher Lee y David Niven en sus filas, luchó para conseguir el fin de Hitler.
Durante la Segunda Guerra Mundial, antes de ponerse a escribir sobre James Bond, Ian Fleming fue el arquitecto de muchas de las misiones del ultrasecreto SOE (Special Operative Executive), más conocido como el Ministerio de la Guerra sin Caballeros, un ejército en la sombra creado por el ‘premier’ británico Winston Churchill para poner desestabilizar la retaguardia de Hitler. En sus filas trabajaron Christopher Lee –antes de enfundarse los colmillos de Drácula- o la valiente, bella y fascinante espía polaca Christine Granville, cuyas armas favoritas eran el puñal y las granadas. Todos luchando contra el Tercer Reich a base de sabotajes, atentados, asesinatos selectivos y operaciones encubiertas en territorio enemigo.
Es la historia real que desvela en el cómic Mata nazis (Flow Press) el francés Amazing Améziane. Como lo define el dibujante, en alusión a la película de Tarantino de 2009, «son los malditos bastardos de Churchill, pero aquí es todo verdad».
No fue hasta 1990, cuando se empezaron a desclasificar los archivos de la guerra, que salió a la luz la existencia del SOE, una historia que en abril llegará también al cine dirigida por Guy Ritchie e interpretada por Henry Cavill, Freddie Fox y Eiza González.
Améziane, del que Flow Press ya publicó su trilogía del Alma, Muhammad Ali, Miss Davis y Big Black, usa pinceladas de ficción sobre el jugoso relato. «¿Complots para asesinar a Hitler y a sus altos mandos? Lo tengo. ¿Una banda de judíos sedientos de venganza y dispuestos a enfundarse el uniforme de las SS para matar la mayor cantidad de personas tras las líneas enemigas? También lo tengo. ¿Mujeres espías con un valor sin igual que llevaron cabo misiones que ningún hombre habría podido y sin desnudarse? Se llama Christine Granville…», dice en el prólogo.
Esta agente británica era la espía favorita de Churchill. Entre sus logros, detalla el cómic, Granville engañó a los miembros de la Gestapo que vigilaban a dos agentes del SOE apresados en una prisión alemana, a los que iban a ejecutar horas después, y logró liberarlos. Sin embargo, su final fue menos épico: en 1952, un pretendiente obsesionado y repudiado la apuñaló hasta la muerte.
El SOE reclutó a novelistas. «Necesitaban personas cultivadas, capaces de abordar las situaciones de forma distinta», explica Améziane. Entre ellos destacó Ian Fleming, que dirigió muchas misiones y que de la experiencia atesorada bebió su incombustible saga Bond. Incluso la famosa Sección Q, que en las novelas del agente 007 se dedica a inventar todo tipo de armas y gadgets para los espías británicos, existió antes en el Ministerio de la Guerra sin Caballeros.
Este ejército secreto también echó mano de intérpretes y gente del mundo del espectáculo. Nunca habló de su pasado en el SOE Christopher Lee, cumpliendo a rajatabla el compromiso firmado que instaba a todos los implicados a mantener la boca cerrada. Aunque algún guiño lanzó el actor en el rodaje de ‘El señor de los anillos’, donde interpretaba al malvado mago Saruman, que debía recibir una puñalada. Al director, Peter Jackson le dijo:
El cineasta Guy Ritchie estrenará en abril una película también basada en los hechos reales La fascinante Christine Granville fue la espía favorita del ‘premier’ británico
«¿Sabes cómo se siente uno cuando le apuñalan? Yo sí lo sé».
También otros dos actores estuvieron implicados. Años después coincidirían en el reparto de Los cañones de Navarone. Fueron David Niven y Anthony Quayle. Aunque este último no se resistió a publicar, en Yugoslavia, su experiencia en el SOE, eso sí, camuflándola como ficción y cambiando nombres.
El asesinato del SS nazi Reinhard Heydrich, uno de los artífices de la Solución Final, fue una de las misiones más sonadas. El atentado contra su coche lo perpetró, con éxito, un comando de checos ayudados por la resistencia. Sin embargo, murieron en una numantina resistencia tras ser acorralados en Praga y las represalias de Hitler fueron brutales aniquilando a los 400 habitantes del pueblo checo de Lídice. Entre los objetivos no logrados del SOE estuvo conseguir una máquina Enigma para intentar descodificar los mensajes del Tercer Reich, en la operación participó el matemático Alan Turing, que al final sí acabaría descifrando las comunicaciones nazis.
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