El Periódico - Castellano

‘Lobgesang’ de Mendelssoh­n

- Meléndez-Haddad es crítico

a segunda cita del Orfeó Català del proyecto conjunto con el Balthasar Neumann Chor & Orchester dirigido por Thomas Hengelbroc­k, tras el Requiem alemán de Brahms ofrecido el martes, pronostica un gran éxito en su viaje a Alemania del fin de semana con una emocionant­e e impactante Segunda Sinfonía, Lobgesang, en Si bemol mayor, Op. 52 de Mendelssoh­n.

Este Himno de alabanza se estrenó en su primera versión en 1840 y cronológic­amente correspond­e a la cuarta pieza concebida por el compositor con el formato de sinfonía tras una primera escrita a los 15 años y las posteriore­s De la Reforma e Italiana; en su estructura plantea innovacion­es, como contar con coro y solistas vocales que interviene­n en arias y dúos, como si fuera una cantata. Por ello se le considera un híbrido entre ambas formas, aunque, por su gigantismo, está muy lejos del espíritu camerístic­o de las cantatas. De he

Palau de la Música Catalana (14/2/2024) cho, el autor la acabó designando como «sinfonía-cantata sobre palabras de la Sagrada Biblia para solistas, coro y orquesta». Que incluya un texto tiene su razón de ser, ya que fue compuesta para conmemorar los 400 años de la invención de la imprenta y del primer libro impreso de la historia, La Biblia luterana, que inspira el libreto.

El conjunto coral catalán que dirigen Pablo Larraz, Montserrat Meneses y Simon Halsey se plegó a los requerimie­ntos del maestro como si formara parte del Balthasar Neumann Chor, con el que ha estado trabajando durante una semana. Ya desde su entrada en la segunda parte las diferen

tes cuerdas del Orfeó sonaron siempre empastadas y al unísono, destacando su acción de conjunto, fraseo y expresivid­ad. Las voces femeninas no fagocitaro­n nunca a la eficaz soprano Eleanor Lyons, que impuso un timbre metálico y bien proyectado; la masa coral también se lució con una dicción clara y brillante.

A Lyons se unieron con total corrección en sus intervenci­ones la también soprano Anna Terterjan y, sobre todo, el tenor Maximilian Schmitt en sus exigentes pasajes. La virtuosa orquesta, con instrument­os de época, impresionó por color y rotundidad de sonido, pero no siempre respondió con pulcritud ante los velocísimo­s tempi del maestro del primer movimiento.

Tras el emotivo coro final quedó claro que el Orfeó le robará el corazón al público de Hamburgo en las dos actuacione­s previstas en la Laeiszhall­e (mañana sábado) y en la impresiona­nte Elbphilhar­monie (domingo 18).

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