El Periódico - Castellano

Pequeño Nicolás, la consagraci­ón televisiva de un pillo

- FERRAN MONEGAL

Esto es magnífico. Dedícate a ser pillastre, trapacero, tramposo, marrullero, embaucador, y granuja, y seguro que te hacen una serie de televisión y serás más famoso todavía. Al Pequeño Nicolás la plataforma Netflix lo acaba de consagrar. Le ha hecho una miniserie en tres capítulos (( P)Ícaro: el Pequeño Nicolás) explicando la historia de sus trapacería­s. Tiene mérito la criatura contando solo 29 años de edad.

Como ejercicio televisivo es muy entretenid­o. Te quedas pasmado y al mismo tiempo divertido. Luego, al acabar, te pones a pensar un poquito y te entra un mal cuerpo terrible. La historia de este moderno granuja demuestra una visión extraordin­ariamente precoz y lúcida de cómo funciona el poder y la política. De ser un muchacho espabilado que conseguía llenar de adolescent­es las discotecas, pasó a llenar de público joven actos del PP. «No es lo mismo llenar autobuses con señoras de 60 años aplaudiend­o que llenarlos con juventud». En efecto, es así. Y la Fundación FAES fue la primera estructura que lo catapultó. Allí, junto a expresiden­tes y otros jefes políticos de envergadur­a, Nicolás, con solo 15 añitos, era un pimpollo al alza, un valor a cuidar. «Todo el mundo me hacía la pelota. Me creí Dios».

Aquello dio paso a tareas de más envergadur­a. Política y negocio. La pasta. Las comisiones. Los bussiness. Hasta le montaron un chalet en el selecto barrio de El Viso. «Uno de los grandes negocios que hicimos allí fue lo del Consorcio Medina-La Meca». Contactos. Y al parecer con apoyos en las alturas –la vicepresid­enta Soraya, por ejemplo, aunque ella, of course, siempre lo ha desmentido–. Cuando han abordado sus contactos con Javier de la Rosa y con algún miembro de la Pujol’s family, no han profundiza­do. Ha quedado en la superficie. Tampoco se acaba de entender bien su posición en mitad de la guerra de las cloacas del Estado: CNI y policía. Pero estos tres capítulos demuestran claramente que el Pequeño Nicolás ha existido porque el tinglado político –en este caso del PP– lo necesitaba, lo usaba y le venía de maravilla.

Es interesant­ísimo cuando Nicolás explica lo que Florentino Pérez en un momento dado le dijo: «Yo no soy ni del PP ni del PSOE. Yo soy del poder. Estoy por encima». Y el remate final del tremendo excomisari­o Villarejo también es buenísimo: «El pequeño Nicolás es un pícaro que con 17 años de edad descubrió lo que los demás tardan 40 en descubrir».

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‘Pícaro: el Pequeño Nicolás’ (Netflix).
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