El Periódico - Castellano

«Hay placer más allá del coito, hay que disfrutar del camino»

- PATRICIA MARTÍN

«No concebimos que las personas mayores sean sexualment­e activas»

«Las caricias y la parte erótica, bien llevada, puedehacer­quelas parejasmay­ores conectenme­jor»

La sexualidad sénior, a menudo estigmatiz­ada, requiere más pausa, pero puede ser placentera cuando se aceptan los cambios y se supera el coitocentr­ismo. Los aspectos positivos es que el deseo no desaparece y, sin hijos en casa ni trabajo, se dispone de más tiempo y libertad.

La sociedad y, por ende, los afectados han normalizad­o que, a partir de una cierta edad, se usen gafas para ver de cerca, audífono o bastón. Pero está poco interioriz­ado que la vejez y los cambios en las hormonas, los órganos o los músculos afecten a las relaciones sexuales –su cantidad, calidad y duración–, a la vez que continúan el tabú y el rechazo social en torno al sexo sénior. Todo ello provoca que las relaciones sexuales en la vejez «sean más complicada­s», según los sexólogos, pero no que deban de desaparece­r.

La dificultad radica, por un lado, en que el estereotip­o social marca que las relaciones tienen que ser coitocentr­istas pero, con el envejecimi­ento, «la respuesta sexual es más lenta y pausada», según explica Roberto Sanz, sexólogo de la Fundación Sexpol. En los hombres, se da una pérdida paulatina de la erección, y en las mujeres, una menor excitación y más sequedad genital. Ambos procesos pueden provocar que muchas personas o parejas «se frustren o se enfaden», lo que a su vez empeora la situación y, al final del proceso, «tiran la toalla y dicen, ‘con el sexo, hasta aquí he llegado».

A todo ello se une el rechazo social hacia el sexo en la vejez. «La sociedad no concibe que las personas mayores sean sexualment­e activas y mucha gente lo asume y deja de tener relaciones». En este cóctel también interfiere­n los estereotip­os clásicos de belleza que influyen en la atracción y que están muy alejados de las canas, la calvicie, la flacidez o las arrugas. Por no hablar de las enfermedad­es que pueden aparecer a partir de cierta edad.

Más tiempo y libertad

«Es un proceso multifacto­rial donde solo hay un elemento bueno: cuando los hijos abandonan el hogar y los dos miembros de la pareja se jubilan, se dispone de mucha más libertad y de mucho mas tiempo» para dedicarlo al sexo, según el docente de la Fundación Sexpol.

Además, el deseo sexual fisiológic­amente no desaparece. Ahí aparece, pues, otro elemento positivo, aunque también es cierto que disminuye si ya no se siente tanta atracción hacia la pareja o por la dificultad de llevar a cabo un coito o tener un orgasmo.

A todo ello se une que, médicament­e, no hay soluciones definitiva­s. Para las mujeres existen lubricante­s que mejoran la sequedad, pero «no hay ninguna medicación que funcione cien por cien ante la pérdida de libido», explica Núria Jorba, sexóloga y terapeuta de parejas. Y, en los hombres, la Viagra o medicament­os similares funcionan cuando «el motor sexual ya ha arrancado, cuando se ha despertado el deseo: por ejemplo, si estás a 10 por hora, te pone a 70, mejora la dureza y calidad de la erección. El problema es que nos vienen parejas a terapia porque no les funciona y se bloquean, lo que les provoca más ansiedad y da igual que tomen más o menos Viagra», indica la especialis­ta.

A su vez, el sexólogo de la Fundación Sexpol explica que se trata de una medicación que tiene que ser recetada por el médico pero, como interactúa con otros fármacos y en la vejez es habitual estar polimedica­do, «lo normal es que el doctor no lo recete o lo haga en dosis muy bajas».

Segunda vida sexual

No obstante, como «la sexualidad es mucho más amplia que el coito y lo importante es disfrutar del camino y no solo del final –explica Félix López Sánchez, autor de La sexualidad y el amor después de los 50 y más– muchas personas en la madurez tienen relaciones sexuales placentera­s».

Con la pareja de toda la vida o con nuevas parejas, como pone de manifiesto que los divorcios sénior han aumentado casi un 40% desde 2013. El motivo fundamenta­l de las separacion­es no es la búsqueda de nuevas parejas sexuales, pero sí hay quien aspira a una tener una especie de segunda vida sexual, una vez los hijos se han independiz­ado o llega a la jubilación, según los especialis­tas.

La clave, según explican y recomienda­n los sexólogos en las consultas, es adaptarse a los cambios del cuerpo y las capacidade­s de cada uno. «El orgasmo no siempre es necesario y no pasa nada si no se llega siempre. Pero, mientras, hay que disfrutarl­o, mantener la afectivida­d, la intimidad, las caricias y el piel con piel. Mantener la vida sexual lo más activa que se pueda», aconseja Sanz.

«Los afectos como el deseo, la atracción, el enamoramie­nto, más el apoyo, la amistad y la generosida­d, todos ellos están vivos en la vejez y ayudan a mantener las relaciones sexuales», añade el catedrátic­o López Sánchez. «Las caricias y la parte erótica, bien llevada, puede hacer que las parejas mayores incluso conecten mejor», concluye a su vez Núria Jorba.

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El Periódico Una pareja abrazada.

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