Vox busca su escaño en Galicia para erosionar la mayoría del PP
Entre ataques al PP por su llamada al voto útil y mensajes dirigidos al altísimo porcentaje de abstencionistas, Vox intenta entrar por primera vez en el Parlamento gallego. Un territorio que hasta el momento ha sido hostil para la extrema derecha. Ninguna encuesta anticipa que vaya a ser tarea fácil porque ni antes de la campaña ni en los sondeos posteriores se percibe que el partido de Santiago Abascal pueda alcanzar el 5% necesario para lograr un escaño este 18 de febrero.
Si lo hiciera, casi con total seguridad, sería clave para un nuevo gobierno del popular Alfonso Rueda. Pero en este momento parece tener más opciones de dar la sorpresa -si es que la hay- el partido del polémico alcalde de Ourense, Gonzalo Gómez Jácome.
Las expectativas de la ultraderecha están puestas, igual que su presencia en las últimas dos semanas, en A Coruña y Pontevedra. Abascal se ha volcado como en todas las campañas como si él fuera el candidato. Hasta el momento el líder nacional se ha consolidado como el principal activo del partido en cada cita electoral, especialmente en las autonómicas y municipales donde los cabezas de lista son muy desconocidos. El aspirante a presidir la Xunta por Vox es Álvaro DíazMella, también es presidente del partido en Pontevedra y que ya lideró la lista por esa provincia el 23J.
Vox ha ido cogiendo aire en la recta final de la campaña por varios motivos. Primero, el conflicto del campo desatado en buena parte de España al calor de las protestas europeas, ha situado al partido ultra en el centro de uno de los debates más importantes en su ideario. Es cierto que Galicia se ha mantenido bastante más ajena que otras regiones en lo que respecta a las tractoradas y a la rebelión del mundo rural. Pero el partido ultra, que vive horas bajas y momentos difíciles a la interna, ha conseguido sacar la cabeza.
Además, el incendio político provocado por el PP de Alberto Núñez Feijóo hace días tras asumir públicamente que estudió la amnistía exigida por Junts el pasado verano e incluso hablar de «indultos condicionados» concedió un plus de oxígeno a Vox, que lleva días centrando sus ataques en los conservadores.
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