«‘Xato, quina putada m’has fotut’, le dije a Sadurní»
El meta tarraconense debutó aquella noche con el Barça. Supo que jugaría ocho horas antes del partido, cuando Sadurní confesó a Michels que no estaba bien del codo. «Juega Mora», dijo el técnico.
— ¿Cómo se enteró de la sorpresa del día?
— No tenía ni idea de que jugaría, pero tenía muchas ganas de jugar. Rinus Michels vino a la habitación que compartíamos Sadurní y yo. Va al Xato y le pregunta que cómo estaba del codo. Yo ni prestaba atención, estaba la tele encendida, hacían misa, recuerdo. «¿No estás bien? Pues juega Mora», dijo. Di un respingo. Cuando salió Michels de la habitación le espeté a Salvador: ‘Xato, quina putada m’has fotut’. ‘Tranquilo que lo harás bien’», me contestó, animándome.
— ¿Se puso nervioso?
— No. ¡Yo quería jugar siempre! Si me hubiera acojonado en Madrid, yo habría sido un fraude, me habría tenido que ir a casa. Solo deseaba cumplir; quería transmitir seguridad, que me vieran suelto... Hubo solo un disparo de Amancio al principio que salió alto.
— Mejor saberlo ocho horas que no días antes.
— Por descontado, mucho mejor. Habría sido un martirio escuchando consejos de todo el mundo. No llamé a nadie, ni a mi mujer ni a la familia. Se enteraron al verme por la tele. Charly me dijo: ‘ Moreta, ho faràs bé’. En el campo me chutó tres o cuatro balones en el calentamiento y repitió: ‘Estàs a punt, nano’».
— Y lo estaba.
— Todos estábamos muy concentrados, el equipo funcionaba rodado. Sabíamos que si dábamos el golpe, seríamos campeones. En el descanso, con 0-2, hablamos de seguir igual, que tal vez no sería suficiente. Fueron cinco, pero pudo haber sido un 0-7.
— ¿Fue consciente de que habían hecho historia?
— No lo vi así, sino que habíamos ganado un partido. Jamás pensé que 50 años después estaría aquí sentado hablando de esto. Era un momento delicado y la gente recibió un chute de alegría.
— No ha habido un debut más sonado que este en el Barça.
— Sí, sí, pero había mucho sacrificio encerrado. Yo estaba convencido de mis condiciones. Lo viví todo en mis seis años en el club. Lo peor de un jugador es que tu equipo esté jugando un partido y tú estés en el cine porque no te han convocado.
— ¿Tenía asumida la suplencia?
— El primer año es cuando lo llevé mejor. Tenía mucha amistad con Sadurní. Había sido el sucesor de Ramallets. Yo quería ser como Ramallets. Nunca le vi como rival, sino como compañero. Aquel año fue muy bonito. Luego hubo más competencia, con Sadurní y luego con Artola y yo ya me enfadaba más cuando era suplente.
— Jugo cuatro partidos.
— El 0-5 del Madrid, 4-1 a la Real Sociedad, 5-0 al Castellón y 1-1 con el Granada. No me tenían que haber sacado del equipo. Esperaba jugar al menos hasta que perdiéramos. Pero si me hubiera enfadado habría hecho un feo a Sadurní; él había dejado de jugar por una lesión.
— Lo importante no es el momento ni el lugar, sino jugar, dijo en Madrid.
— Claro. Si tú realmente deseas jugar, llega un día en que te toca jugar en el Bernabéu. No vas a decir que no. Pero se ha tener en cuenta, por ejemplo, que si eres el portero del Murcia también es muy importante jugar cada semana en La Condomina.
— Igual recuerda otras actuaciones mejores.
— Sí, por haber tenido más trabajo. Recuerdo un 0-0 en el campo del Feyenoord, en la Copa de Europa, en el que tuve que ser sustituido por lesión, y otro que jugamos ante el Vasas de Budapest, un 0-1 de la Copa de la UEFA. Un día de mucho frío en el que Rexach y Marcial jugaron con pantis. Fueron la chirigota del vestuario, con la fama que tenían… «Que se rían si quieren, que yo no voy a pasar frío», decía Charly.
— ¿Cómo puede ser que no se ganaran más Ligas?
— Yo soy más crítico que otros. Yo opino que no dimos la talla. En el campo del Burgos, del Salamanca, del Murcia… Aunque nos dieran más patadas, pese a los arbitrajes, teníamos equipo para ganar donde fuera, estábamos más capacitados para dar más de lo que dimos. No rendíamos al mismo nivel que en el Camp Nou. Me ha quedado esta espina. Porque los equipos de Cruyff y de Guardiola respondían fuera y salieron campeones. Aquella irregularidad me recuerda a la actual.
— ¿Tenía rituales o manías?
— Claro. Me vendaba primero una muñeca, me colocaba el esparadrapo en una dirección… Con el Barça me duraban seis o siete partidos. Hasta que perdíamos y cambiaba alguna de estas manías. Cuando fiché por el Rayo no me duraban ni una semana. Las tenía que cambiar cada semana. Si perdíamos ya no servían. Lo que funciona es la concentración y la confianza.
— ¿Ha visto el partido más veces?
— Sí. Y no me ha gustado tanto. Me gustó más el que yo tenía en la cabeza. Mi recuerdo es extraordinario. Veías aquel resultado en el marcador y sentías tanta satisfacción pensando en sus padres, tus amigos, la gente del pueblo… Me vino muy bien a mí. Por la noche, en el hotel Barajas donde nos hospedábamos, Michels hizo un brindis por mí. Él, que era frío como el mármol…
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