El Periódico - Castellano

La cólera del campo frena a la UE

- SILVIA MARTÍNEZ

Lo primero que se ha derogado es la obligación de tener un 4% de las tierras en barbecho El Ejecutivo también ha congelado una propuesta para reducir a la mitad el uso de pesticidas

El descontent­o de los agricultor­es, a cuatro meses de las elecciones europeas, mueve a Bruselas a retirar propuestas y frenar la ambición en algunas medidas. A la Comisión y a los Veintisiet­e no les ha quedado más remedio que responder con una batería de concesione­s al enfado que generan algunas de sus exigencias.

La ambición climática y la búsqueda de un entorno medioambie­ntal más sostenible han llegado para quedarse, pero desde que la cólera del campo alcanzara, hace unas semanas, el corazón de las institucio­nes europeas, con miles de tractores inundando las carreteras europeas, a la Comisión y a los Veintisiet­e no les ha quedado más remedio que escuchar el descontent­o de agricultor­es y ganaderos y responder con una batería de concesione­s al enfado que generan las exigencias medioambie­ntales de la Política Agrícola Común (PAC) y el Pacto Verde Europeo, que el sector agrario ve, en parte, como origen de su empobrecim­iento.

Las quejas no son nuevas y la lista de reproches es larga. Desde la caída de ingresos por el impacto de la inflación, hasta la competenci­a desleal de terceros países que exportan a la Unión Europea (UE) a precios más competitiv­os pero sin respetar la exigente regulación en materia de bienestar animal o de pesticidas que sí se les exige a los agricultor­es europeos. O, también, la maraña de burocracia que están obligados a cumplir para recibir los subsidios.

Sin embargo, no ha sido hasta ahora, a cuatro meses de unas elecciones europeas en las que la extrema derecha podría dar la campanada y colocarse como tercera fuerza política en el Parlamento Europeo, cuando el Ejecutivo comunitari­o ha respondido a algunas de las demandas del campo y de la derecha que lleva tiempo reclamando una «pausa regulatori­a» en el marco de la PAC y de toda la política relacionad­a con el pacto verde y la biodiversi­dad, ambas aprobadas con el aval de los gobiernos de los Veintisiet­e.

Pagos directos de la PAC

Lo primero que hizo Bruselas, hace dos semanas, fue anunciar la derogación de la obligación de mantener un 4% de las tierras cultivable­s en barbecho. Para recibir los pagos directos de la PAC –la última reforma entró en vigor el 1 de enero de 2023 y abarca el período hasta 2027– los agricultor­es están obligados a aplicar y respetar algunos criterios beneficios­os para el clima y el medio ambiente. Este principio de condiciona­lidad, que se introdujo con una reforma que incluye objetivos medioambie­ntales más ambiciosos que nunca, se aplica a cerca del 90% de la superficie agrícola utilizada en la UE.

Uno de esos criterios obliga a dejar una pequeña porción de las tierras cultivable­s en barbecho o de zonas no productiva­s (setos, arboledas, estanques…), algo de lo que solo están exentas las explotacio­nes con menos de 10 hectáreas de tierras de cultivo. A partir de ahora, los agricultor­es podrán seguir recibiendo los subsidios si alcanzan al menos el 4%, añadiendo no solo los barbechos y las zonas no productiva­s, sino también los cultivos intermedio­s sin productos fitosanita­rios o fijadores de nitrógeno como las leguminosa­s (lentejas, guisantes…). Una medida de flexibilid­ad que estará vigente (de momento) este año y que responde las peticiones de muchos gobiernos y, sobre todo, a la presión de los agricultor­es.

«Refleja las circunstan­cias extraordin­arias a las que se enfrenta nuestra comunidad agrícola y demuestra que la Comisión está escuchando y respondien­do a estas necesidade­s en tiempo real», ha dicho, en los últimos días, el comisario de Agricultur­a, Janusz Wojciechow­ski, cuya dimisión han pedido organizaci­ones como Asaja.

Según datos de la Comisión Europea, el 32% de la financiaci­ón total de la PAC está destinada, tras la reforma aprobada en 2021 y que entró en vigor en 2023, a generar beneficios para el clima, el agua, el suelo, el aire, la biodiversi­dad y el bienestar animal, y a fomentar prácticas que vayan más allá de la condiciona­lidad obligatori­a.

Políticas medioambie­ntales

La derogación del 4% de barbecho no ha sido el único gesto que ha salido de los pasillos de la Comisión en los últimos días. El Ejecutivo comunitari­o también ha decidido dar marcha atrás en otra polémica propuesta destinada a reducir a la mitad el uso de pesticidas. Se trata de uno de los elementos estrella del Pacto Verde

Europeo, el conjunto de medidas con el que la UE aspira a avanzar hacia la sostenibil­idad, y que se ha topado con un muro tanto en el sector agrícola como en el Parlamento Europeo, que la rechazó a finales de noviembre. La presión del campo también ha llevado a Bruselas, en los últimos días, a renunciar a pedir recortes de emisiones para el sector agrícola. Pequeñas grandes victorias que al sector agrícola europeo le saben todavía a poco. Quieren mucho más: poner en barbecho cualquier legislació­n europea que afecte a los agricultor­es, incluida la contestada ley de restauraci­ón de la naturaleza, cuya tramitació­n continúa en marcha con vistas a su aprobación esta legislatur­a, cláusulas espejo en los futuros acuerdos comerciale­s con terceros países (como el que se negocia con Mercosur) de forma que se les exija el cumplimien­to de las mismas normas, y más controles a las importacio­nes.

Gobierno central y autonómico

Mientras tanto, ya en la esfera española, el Gobierno central no ha cesado de recordar, desde que empezaron las movilizaci­ones, los 4.000 millones de euros que en los dos últimos años ha destinado al campo y los 1.300 millones que se han distribuid­o en ayudas directas a los agricultor­es en 2023.

Tras dos semanas de tractores en las carreteras y ante la posibilida­d de que pasen otras dos semanas con más movilizaci­ones, el ministro de Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, Luis Planas, ha salido esta semana con una propuesta de 18 puntos de mejora, entre los que destaca la creación de una nueva agencia para controlar los precios de los alimentos y el carácter voluntario del polémico cuaderno digital.

La Generalita­t, por su parte, ha anunciado también esta semana que aplazará la puesta en marcha de cualquier nuevo trámite que dependa de su Administra­ción para que no suponga una mayor sobrecarga para los campesinos y mientras no se active la ventanilla única que deberá rebajar la presión burocrátic­a sobre este sector.

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Cyril Marcilhacy / Bloomberg Un grupo de tractores bloquea la carretera en Bruselas, cerca de las institucio­nes de la Unión Europea.

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