El gran plan para el resto de tu vida
El buen envejecimiento lleva a una etapa que recuerda más a la adolescencia que al viejo concepto de la tercera edad
los cincuenta, puede ser entendida como ese agotamiento de un propósito mal planteado, o como un error de sistema a un plan de vida que no ha tenido mantenimiento ni actualizaciones, donde hemos prestado más atención al software que al hardware.
Lo que no veíamos venir es que la mejora de la calidad de vida también la extendería hasta límites inesperados, un regalo de tiempo en una época en que la lucha por la atención ha convertido los minutos y horas en oro líquido. La vida a partir de los sesenta puede ser una nueva edad cargada de posibilidades si la salud y cierto bienestar económico acompañan, para eso también se han de hacer planes antes, y aquello de ¿qué planes tienes para cuando tengas 60 años?, un remedo de qué harás cuando te jubiles, va camino de alimentar un nuevo reto, la vida activa a partir de los ochenta.
Que los divorcios se disparen en torno a los cincuenta y sesenta años es solo una consecuencia de esta evolución social, y es que lo que se ve por delante es otra etapa que recuerda más a la adolescencia que al viejo concepto de la tercera edad. Puedes dar rienda suelta a algunos sueños aparcados, disfrutar de amigos y familia y sobre todo del tiempo: uno tiene más revisiones médicas y achaques limitantes, sí, pero vuelve a disfrutar del ahora, del momento, como cuando era un joven inconsciente de lo que se veía encima y solo importaba el presente. Una de las novelas revelación del año, Green Dot, de Madeleine Gray, plantea la agridulce historia de una veinteañera que ya se siente vieja para muchas cosas: arrollada por la idea de un futuro abierto, va abriéndose camino en el trabajo y la vida a trompicones, con la idea del gran plan para el resto de su vida como una zanahoria que cuelga ante ella y con sus buenísimos ratos entre crisis y crisis. Esa historia podría ser la de otra mujer cincuenta años mayor, con sus inseguridades más controladas . La vida autónoma es esencial para ese estado, y no solo depende de la genética y de la responsabilidad personal con la salud: las ciudades y gobiernos, la sociedad en general, debe esforzarse aún más en crear entornos amables con esta creciente generación que requiere servicios y ocio, movilidad y atención.
Porque cada vez son más, muchas más, las personas que se despiertan cada mañana a la expectativa de dar un paso más en el plan para el resto de su vida.
Las ciudades y gobiernos deben esforzarse aún más en crear entornos amables con esta creciente generación que requiere servicios y ocio, movilidad