«Ya no queda nada del mercado de siempre»
Se convirtió, en 2015, en la primera lonja centrada en la gastronomía de toda Catalunya
El restaurador se queja de que el contrato inicial no permitía locales como el de Ametller
Otro de los que se fueron asegura que durante esos años perdieron «mucho dinero y energía»
El último pequeño restaurador del Mercat Vell de la ciudad vallesana se despide entre críticas. Considera que el consistorio no se ha implicado y que la empresa concesionaria no ha estado a la altura de lo que prometió. Ahora solo quedan un supermercado y una panadería.
Reanimar el cada vez más maltrecho comercio local es uno de los grandes retos que afrontan las grandes ciudades de la región metropolitana de Barcelona. Muestra de ello es la transformación radical de los mercados municipales, cada vez más debilitados en los contextos locales por múltiples causas, entre las que destacan el auge de las compras en línea y las grandes superficies.
El Mercat Vell de Sant Cugat del Vallès, ubicado en el centro de la ciudad, es un ejemplo paradigmático. Desmontar puestos de venta cerrados ha sido una tónica frecuente desde hace casi una década. Entre 2015 y 2024 han desaparecido más de la mitad de establecimientos de la red municipal de abastecimiento de alimentos, tal y como confirman fuentes del Ayuntamiento de Sant Cugat a este diario. Concretamente, se ha pasado de disponer de ocho establecimientos a dos. Son un supermercado y el local de una cadena de panaderías, y ambos se han instalado recientemente.
El Mercat Vell de la plaza de Sant Pere se convirtió en 2015 en un mercado de degustación. De los ocho que empezaron no queda casi ninguno. Un escenario que se agrava con el cierre de la última pequeña parada de comercio local, gestionada bajo el conocido nombre de Peixagogo.
«Esto ya no es lo de antes: no hay paradas, no hay comercio, no hay vida», lamenta a este diario Javier García, su propietario. La empresa gestionaba hasta ahora dos establecimientos del mercado de degustación: una pescadería (cerrada hace unos ocho meses) y un establecimiento de comida japonesa, que cerró el pasado jueves. «La entrada de Ametller Origen ha cambiado por completo el modelo de mercado del que participábamos los pequeños comerciantes», comenta García.
Obras y polvo
También lamenta la «dejadez» por parte del consistorio y de la empresa concesionaria y la «falta de cumplimiento de la contrata». Algo, dice, que piensa llevar a los tribunales: «Las obras para la remodelación del mercado no nos dejan trabajar. Cada día que levantamos la persiana nos encontramos la parada llena de polvo. ¡No podemos hacer más, me están echando!», exclama García.
Según el propietario de Peixagogo, el acuerdo de concesión del mercado «impedía que un gran supermercado como Ametller Origen se instalara en el edificio». Sin embargo, fuentes del Ayuntamiento de Sant Cugat explican a este diario que esta apuesta supone la «unión de ocho paradas».
En el mercado solo queda una panadería y la tienda de Ametller Origen, supermercado que se estableció en noviembre y que ocupa el 43% de la superficie del edificio.
Las paradas han ido abandonando el mercado por una doble razón: «La pérdida de ingresos y la mala gestión del mercado». Así lo explica el dueño de la carnicería Boket, Manuel Illa, quien actualmente dispone de un establecimiento en la Boqueria de Barcelona y otro en la Illa Diagonal, y dentro de un mes abrirá uno más en la Sagrada Família. Manifiesta que el negocio les funciona «perfectamente». «Pero en Sant Cugat no encontramos la manera de sobrevivir». En 2020 decidieron marcharse de la ciudad del Vallès y apostar por la capital catalana.
«Gastos descomunales»
Illa explica que los principales motivos fueron «la mala gestión del mercado por parte de la gerencia, la cual exigía pagar gastos descomunales e inasumibles», y la falta de ingresos. Otro ejemplo de comercio malparado es la famosa cadena sancugatense de panaderías Bonaparte, que estuvo en el Mercat Vell hasta 2020.
Su dueño, Daniel Bonaparte, lamenta haber perdido «mucho dinero y energía» en un proyecto que no funcionó como esperaban: «El Mercat de Sant Cugat necesita más vida; la falta de atractivo del mercado afecta a la zona».
El mercado de degustación nació de la mano de la compañía Gourmets Sant Cugat. Aunque es municipal, en 2013 se externalizó a esta empresa por un periodo de 40 años. Tras dos años de reformas, se convirtió en el primer mercado municipal gastronómico de Catalunya. Lluís Martínez, arquitecto y propietario de Gourmets Sant Cugat, no cree que el exilio de estos establecimientos sea signo de la decadencia del comercio local. «Nos adaptamos a las necesidades del vecindario y Ametller es una marca que funciona muy bien en Sant Cugat».
Además, ante la entrada de los nuevos establecimientos, la empresa gestora pretende crear una sala polivalente para eventos y actividades culinarias en la planta superior. De todos modos, le tendrá que dar el visto bueno el consistorio, ahora capitaneado por un gobierno municipal con mayoría absoluta de Junts y ERC.
A pesar de las miserias del Mercat Vell, tanto el Mercat de Torreblanca como el Mercat de Mirasol han mantenido su actividad desde 2015. En el caso de Torreblanca, que contaba con 46 establecimientos por entonces, aún dispone de 43. Por su parte, Mirasol mantiene 15 locales activos. ■